Norma Meraz
Las renuncias de funcionarios de alto nivel en este régimen sí que son de llamar la atención.
Cierto es que en todos los periodos presidenciales se presentan deserciones, la diferencia es que en los anteriores siempre aparecía en el texto de la renuncia: “por así convenir a mis intereses”, y la justificación oficial decía: “por motivos de salud”.
Con el tiempo las formas han cambiado y mucho.
Hoy es un verdadero carrusel político.
Durante el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador , renunció Germán Martínez, director del Instituto Mexicano del Seguro Social y regresó a su escaño en el Senado; Carlos Urzua, de la la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, por conflicto de intereses con los que llamó “personajes influyentes”, y por no aceptar l”a imposición de funcionarios que desconocías de la Hacienda pública”; Javier Jiménez Espriú, renunció a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes; Josefa González Blanco Ortiz Mena a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, quien deja la plaza en mayo de 2019 y la sustituye Víctor Manuel Toledo, quien a su vez, renuncia y lo sustituye, María Luisa Albores González ; Tonatiuh Guillen López, renuncia al Instituto Nacional de Migración; Jaime Rochin del Rincón , renuncia a la Comisión Especial de atención a Víctimas; Guillermo García Alcocer, deja la Comisión Reguladora de Energía por “tener una visión diferente a la del régimen”; Mónica Maccise Duayhe, renuncia a la titularidad del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED); Mara Gómez Pérez renuncia a la Comisión Ejecutiva de atención a Víctimas, aludiendo que la Comisión había perdido su vocación humanista; Asa Ebba Christina Laurell renunció a la subsecretaria de Salud el 19 de junio de 2020; Javier Cárdenas renunció al puesto de Director del Instituto para devolver al pueblo lo Robado; apenas ayer renuncia Alfonso Marcos Flores a la Dirección General del Centro Nacional de Control de Energía (CENACE).
En dos años, más de una docena de funcionarios públicos de alto nivel han renunciado al nombramiento hecho por el Presidente de la República por diferentes motivos, aunque con un denominador común: no estar de acuerdo con las políticas públicas de este régimen de la 4T.
La mayoría de estas renuncias mencionan en su texto denuncias por irregularidades en los cargos donde se han desempeñado como titulares. En la más reciente renuncia se detallan con puntualidad irregularidades y vicios. Es en la presentada por Javier Cárdenas, al puesto de Director del Instituto para devolver al Pueblo lo Robado.
Es una renuncia con denuncia de las atrocidades que se realizan en ese invento político dedicado a organizar subastas de bienes en poder del Estado para que, con los montos obtenidos, se destinen a programas de apoyo al pueblo más desprotegido.
En esa renuncia el denunciante comunica al Presidente López Obrador que las subastas son amañadas, que los bienes como joyas que salen a la venta van incompletas, pues han sido desmanteladas de las piedras preciosas de mayor valor antes de ser ofertadas.
¿Qué deja ver esta denuncia? Pues la corrupción que impera dentro de la estructura gubernamental y que se niega aceptar el Presidente de la República.
Repetir y reiterar que él –el Presidente– es incorruptible, ¡no significa que el resto del aparato del Estado lo sea!
Los funcionarios nombrados por el Presidente para desempeñar los puestos señalados y que le han renunciado son personas que declinan continuar trabajando en medio de la corrupción y la ineptitud, pues para que un buen desempeño que redunde en beneficio del país no es suficiente que los funcionarios elegidos por el Ejecutivo cuenten con un 10% de conocimiento y experiencia y un 90% de honestidad . Por eso, quienes han abandonado el barco es porque se dan cuenta de que éste ¡empieza a hacer agua!
¿Por qué no hacer un alto en el camino y reconsiderar el proyecto de gobierno original para adaptarlo a las nuevas circunstancias que enfrenta el país?
La crisis sanitaria y la económica obligan al gobierno a revisar el paquete económico para el 2021 y priorizar la revisión de la actual política social que sólo es una colección de programas a las que se destina sólo el 0.67% del producto interno bruto, lo que es insuficiente.
¿Cómo han medido la eficacia de sus programas de dádivas estos dos años de gobierno? ¿Nadie conoce los resultados del impacto que han tenido el programa de becas a jóvenes y el de sembrar arbolitos en el sureste del país?
Aferrarse a un esquema de gobierno que ya no está acorde a los tiempos que corren nos llevará sin duda a condiciones de vida peores de los que teníamos antes de la pandemia.
México nunca volverá a ser el mismo, como cuando los niños salían a jugar a la calle sin peligro ni las mujeres a trabajar sin el riesgo de ser asesinadas.
Con 75 mil muertos por la pandemia y 100 asesinatos diarios debido a la inseguridad, México nunca volverá a ser un lugar seguro, próspero y feliz. Seremos sólo un desdichado país, carente de altura de miras, empobrecido, dividido y fuera de cualquier expectativa de mejoramiento económico y social.
Les recomiendo no olvidar cuidarse usando el cubreboca, conservar la sana distancia y asearse las manos.
Cuidémonos, y…
¡Digamos la Verdad!