DE LINDES
Debido a que una parte de Siria y el territorio completo de Turquía están situados sobre la famosa falla de Anatolia Oriental, considerada una de las estructuras geológicas más peligrosas del planeta, y al hecho de que ésta falla provoque un desplazamiento de las placas de dos centímetros al año, es que ambos países viven en un constante riesgo de un sismo devastador, tal como el que sucedió el lunes 6 por la madrugada, cuando ambos países sintieron el brutal movimiento que alcanzó los 7.8 grados en la escala de Richter, y por si fuera poco 9 horas después llegó una réplica de 7.5 que terminó por derrumbar regiones enteras en ambas naciones, siendo Turquía el país más afectado por dicho desastre.
Hoy, no se puede conocer cuál es la cifra real de pérdidas tanto humanas como económicas, porque por el momento más que cuantificar, lo que se busca es rescatar ya que se cree que miles de personas siguen bajo los escombros, y la intención es recuperar a la mayor cantidad posible con vida, pero claro está que la cifra que va hasta el momento de más de 3,700 personas fallecidas, puede seguir subiendo y demostrando así porque desde el 2005 Turquía comenzó a buscar alternativas para estar mejor preparados para una tragedia de esta magnitud, pero por mucho que los proyectos con respecto a esto se iniciaron desde ese momento, no fue suficiente, porque las escenas que hoy se ven son de ciudades completas en ruinas y escombros cubriendo grandes territorios, por lo que muchos se preguntan ¿qué sigue y de qué forma ambas naciones pueden recuperarse? y si vale la pena seguir con dicho proyecto.
Y es que en el 2005, el gobierno de Estambul decidió iniciar un proyecto para implementar los cambios necesarios para que Turquía pudiera ser un país capaz de enfrentar sismos, lo que incluía temas de, construcción, comunicaciones, redes hospitalarias, entre muchos temas más lo que ocasionó que el proyecto fuera reconocido mundialmente como un parteaguas que buscaba marcar un precedente de lo que se llamaría una ciudad resiliente ante los terremotos, para lo cual se inició con un presupuesto de 2.3 billones de euros en el que cooperaron, 6 de los bancos más fuertes de la región además del Banco Mundial, y que en el 2014 recibió un presupuesto adicional de 250 millones de euros.
Por lo que hoy ante la emergencia que se vive, se espera que si bien los resultados en el tema de la construcción y la resistencia de las viviendas no llegaron a concretarse de la forma en la que se hubiera querido, la esperanza es que al menos en el tema del manejo post desastre, el proyecto demuestre su eficiencia y los rescates sean exitosos y rápidos, la asistencia médica sea la adecuada y la recuperación y reconstrucción de una nación que hoy se encuentra en ruinas sea lo suficientemente bien organizada para que Turquía sea capaz de salir adelante de una de las peores tragedias de su historia, y esperamos que así sea pero para esto se necesita de la cooperación internacional porque como dijo Pablo Sciuto; “Este es un tiempo para abrir el grifo de la empatía y llenar el vaso de la solidaridad”.
JESSICA WOOLRICH