La ciberseguridad ha sido durante mucho tiempo la piedra angular de los esfuerzos para proteger la integridad y la privacidad de los sistemas de información. Sin embargo, el aumento exponencial y la sofisticación de los ataques cibernéticos exigen un enfoque más completo: la ciberresiliencia. Este concepto va más allá de la mera prevención de ataques, abarcando la capacidad de una organización para prepararse, responder, recuperarse y adaptarse a incidentes cibernéticos, garantizando así la continuidad del negocio incluso en el escenario de una vulneración.
Las estadísticas son preocupantes: el 75% de los profesionales de seguridad reportaron un incremento en los ataques durante el último año, con un costo promedio global de una violación de datos elevándose a $4.45 millones de dólares en 2023, un 15% más que en los tres años anteriores. Este dato subraya la creciente carga financiera para las organizaciones, enfatizando la necesidad de adoptar estrategias de ciberresiliencia.
El ransomware sigue siendo una de las amenazas más usadas, con el 72.7% de todas las organizaciones sufriendo ataques en 2023. Los costos asociados a estos ataques se proyectan para alcanzar $265 mil millones anualmente para 2031, destacando la urgencia de reforzar las estrategias de ciberresiliencia. Es preocupante que la adopción de políticas para pagar rescates haya aumentado al 47% de las empresas, lo que resalta la importancia de la resiliencia más allá de la prevención.
La inteligencia artificial y el aprendizaje automático se están convirtiendo en soluciones clave, automatizando la ciberdefensa y permitiendo una respuesta más rápida y eficiente ante cualquier tipo de incidente. Esto demuestra la expansión de las competencias de los directores de seguridad de la información más allá de la ciberseguridad tradicional, en respuesta a un ambiente regulador y de riesgo cada vez más exigente.
La ciberresiliencia implica construir “amortiguadores de choque” para sostener operaciones comerciales y la transformación del negocio durante tiempos de crisis. Este enfoque integrado incluye la protección de sistemas, la detección de amenazas maliciosas y la evolución de la postura de seguridad para mantenerse adelante de los atacantes. La inversión en productos y servicios de seguridad de la información y gestión de riesgos, que se espera crezca un 14.3% en 2024, alcanzando más de $215 mil millones, es testimonio de la esencialidad de este enfoque para enfrentar los desafíos de seguridad en un paisaje cibernético en constante cambio.
A pesar de la colaboración con agencias gubernamentales en políticas y recomendaciones, solo el 39% de las organizaciones priorizan estas iniciativas, subrayando la necesidad de una estrategia de ciberseguridad proactiva y una gestión de riesgos cibernéticos efectiva. La ciberresiliencia no es solo un concepto tecnológico, sino también una necesidad empresarial y un desafío político. En un mundo donde las amenazas cibernéticas son cada vez más complejas, es imperativo que las organizaciones adopten un enfoque integral que incluya la tecnología, las personas y los procesos para asegurar un futuro ciberresiliente.
Norberto Maldonado