Horizonte de los eventos.
Hemos dicho que a inicios del 89, el rechazo ciudadano a las elecciones de ocho meses atrás (julio 88). La ciudadanía opositora, expresaba un claro rechazo a los resultados electorales. En la presidencia del PRI, atribuíamos el abstencionismo a la falta de credibilidad. Sin embargo, las elecciones del 89, nos permitieron diferenciar entre los opositores, que expresaban en manifestaciones, entrevistas y sondeos, genéricamente, la falta de credibilidad, pues encontramos dos grandes grupos, unos que votaban, pese a no creer en el proceso y menos en los resultados. Y otro grupo, prácticamente, por mitades, que no creía en las elecciones y que no votaba. Colosio detectó la gravedad del problema creciente. Estábamos cerrando el viejo régimen, pero no al Partido. El reto era transformarlo -también lo ciudadanizaríamos.
Cierto que Popper desarrolló una metodología exactamente apropiada para el error aprendizaje. Las inercias sociales, no pueden ser establecidas, sino en función de la observación y registro de los mismos eventos -las elecciones, por ejemplo. Metodología que no era ajena al líder nacional y que su conocimiento y manejo, le permitieron ubicar desde el modo de conducirse, ciudadanos electores.
Tendencia electoral que pese a los reclamos comentados respecto de 1985 a 1988, cuyas inercias siguen motivando transformaciones, no ha logrado aumentar ni el 10% la convocatoria del sistema de partidos en su conjunto, ni con la creciente asignación de recursos, vía financiamiento público, ni con la cantidad extraordinaria de reformas electorales periódicas, sexenales. Pese a ello, en el mismo sentido la constante sostenida por el legislador, desde 1986, fortalecer el sistema de partidos, evitando hasta las últimas consecuencias, todo tipo de avance legal, en la inclusión de forma alguna de democracia directa.
Advierta el lector que este fallo (6 de agosto, 2008, CIDH), interrumpe la tendencia mundial en México, encaminada al fortalecimiento de los PP y a la desciudadanización de las decisiones públicas. No extrañe al lector, que la reversión de esta tendencia hubo de surgir de un Órgano jurisdiccional, no vinculado en su integración a los PP.
Vista a la luz de los recientes 30 años comentados, la propuesta de entonces, nos obliga a la revisión del pensamiento político de Colosio, sus adelantados y desbordados alcances para un sistema absorto en la utilización del Poder y de la Cosa Pública (que literalmente, del latín, “los bienes públicos”), en favor del Poder mismo. Antes de un Partido Único, hoy del sistema de PP en el Poder, utilizando la Cosa Pública, en favor de sí mismos.
Producto de la reforma de 1989, se avanzó significativamente con la integración paritaria de los organismos electorales. Ello generó confiabilidad en los resultados electorales, pero no aumentó la convocatoria.
Dicho de otra forma, se atendió las exigencias del “pueblo político” (los que votan), han sido exitosas y ese ha sido el sentido de todas las reformas electorales estos 30 años. Pero se ha ignorado al 50% que no vota y para ello sostengo la necesidad de una reforma que abone con imaginación y compromiso en verdaderas formas novedosas de democracia directa, más allá de las consultas públicas, el plebiscito y esas formas obsoletas.
LA SOBRERREPRESENTACIÓN DE LOS PP: Concluyendo que los PP estaban sobrerrepresentados, pues son los únicos interlocutores de la cosa pública, dejando sin representación a los apartidistas, que no por ello anarquistas. Es decir, ciudadanos mexicanos que sí confiaban en el sistema de representación política, fundado en México desde 1810 –y proclamado por el Revolucionario francés, en voz de Mirabeau- pero no en el sistema electoral con prominencia partidocrática, que vivía –y vive- México.
¿Y cómo resolver ese acertijo más administrativo que legal? Que planteaba un problema análogo al vivido en 1986, respecto de la sobrerrepresentación del PRI en los órganos electorales, que llevó al diseño de estructuras de representación proporcional, por primera vez en México, en favor de un equilibrio electoral representado proporcionalmente.
De la misma forma surgió el planteamiento que comento, buscando la proporcionalidad de votantes y abstencionistas, en la integración de los organismos electorales y su toma de decisiones.
Con la inclusión de Consejeros Ciudadanos (CC), emanados del Colegio del Servicio Electoral de Carrera y con la condición paritaria en la integración y toma de decisiones de los organismos electorales. Y su integración sea proporcional en número de representantes de los PP y de los CC, al porcentaje de votantes y abstencionistas, respectivamente, conforme a la elección anterior. De modo que el número de Consejeros Ciudadanos Electorales variaría en cada elección, según aumentara o se redujera la participación ciudadana en cada elección, lo que de paso sería un referente de la salud de nuestro sistema electoral, respecto de su capacidad de convocatoria al abstencionismo.
Nunca en la propuesta se pensó que los PP tuvieran la propuesta ante el Legislativo de los Consejeros Ciudadanos Electorales y conservaran así el monopolio de dichos nombramientos, como el de prácticamente todos los actores públicos en materia electoral, principalmente, los candidatos.
El Servicio Electoral de Carrera que se propuso paralelamente, estaba conformado por los funcionarios de casilla, que ni habían ostentado cargos de dirigencia partidista ni habían sido postulados candidatos a puestos de elección popular (les llamábamos los “electropuros”). De entre ellos, por voto, elegirían los consejeros ciudadanos que integrarían los organismos electorales. Lo que garantizaría la pureza ciudadana de los consejeros, creando una identidad ajena al Poder y a los PP, condición de los abstencionistas y robustecería a plenitud la autonomía del Órgano Electoral ¿Se imaginan?
El ordenamiento jurisdiccional que ordenó permitir el registro de los candidatos, sin ser postulados por los PP, abraza en su seno, categóricamente, desde la interpretación progresiva, como mandata el artículo 1º de la Constitución, que los Consejeros Ciudadanos Electorales, no sean propuestos por los PP, sino por los ciudadanos.
A 35 años de la propuesta original y 30 del sentido deceso de Luis Donaldo Colosio Murrieta: Más que revisar su muerte, es hora de revisar su obra, inacabada, adelantada, hoy, más necesaria que nunca en México, continuémosla.