Día Hábil
Mario Vargas Llosa dejó estupefactos a todos.
El escritor peruano, siempre polémico, ganador del premio Nobel de literatura en 2010, calificó a México como una dictadura perfecta en Latinoamérica, debido a que un partido hegemónico -Partido Revolucionario Institucional- logró mantenerse en el poder durante más de siete décadas a través de elecciones presuntamente democráticas.
Era 1990 y México muy distinto.
Vargas Llosa lo dijo no sólo aquí, en México, en el encuentro de intelectuales llamado La Experiencia de la Libertad, organizado por la revista Vuelta entre el 27 de agosto y el 2 de septiembre, sino en una transmisión de Televisa, la empresa televisiva que estaba al servicio del poder.
Su dueño, Emilio Azcárraga Milmo, aseguraba orgulloso y convencido que eran soldados del PRI y que quien no estuviera de acuerdo podía irse.
-Creo que el caso de México, cuya democratización actual soy el primero en aplaudir, encaja dentro de esa tradición con un matiz que es más bien el de un agravante.
México es la dictadura perfecta.
La dictadura perfecta no es el comunismo, no es la Unión Soviética, no es Fidel Castro, ¡es México!, porque es la dictadura camuflada de tal modo que puede parecer no ser una dictadura, pero tiene, de hecho, si uno escarba, todas las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido, un partido que es inamovible, un partido que concede suficiente espacio para la crítica, en la medida en que esa crítica le sirve, porque confirma que es un partido democrático, pero que suprime por todos los medios, incluso los peores, aquella crítica que de alguna manera pone en peligro su permanencia.
Una dictadura que, además, ha creado una retórica
que lo justifica, una retórica de izquierda para la cual a lo largo de su historia reclutó muy eficientemente a los intelectuales, a la inteligencia.
No creo que haya en América Latina ningún caso de sistema de dictadura que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual sobornándolo de una manera muy sutil, a través de trabajos, a través de nombramientos, a través de cargos públicos, sin exigirle una duración sistemática como hacen los dictadores vulgares.
Por el contrario, pidiéndole más bien una actitud crítica, porque esa era la mejor manera de garantizar la permanencia en el poder.
Todas as dictaduras han querido crear algo parecido al PRI, dijo mientras Octavio Paz, tambièn ganador del nobel y orgnizador del evento de intelectuales, miraba y escuchaba estupefacto.
Cabe recordar que, ciertamente, Vargas Llosa había sido candidato presidencial en 1988 en Perú y mantenía ese tono de campaña, pero no mentía.
El tiempo pasó y su frase quedó para la posteridad grabada en la mente de todos hasta que en 2000, el PAN engañó a todos con su candidato Vicente Fox que representaba, decía, el cambio.
Vendría después el regreso del PRI con Enrique Peña Nieto y Vargas Llosa, convertido en lo que criticó, se entregaba asegurando que, ahora sí, México vivía una democracia.
En 2018 y luego de haber servido como referencia para los movimientos presuntamente libertarios y de izquierda por su frase ya citada contra el PRI, vino el distanciamiento de Andrés Manuel López Obrador, quien encarnaba esos principios.
-Creo que hay razones para estar preocupados con la elección de López Obrador.
Ojalá los mexicanos, que tienen tiempo todavía, para entender lo que se va a jugar en estas elecciones, que miren el caso de Venezuela, el caso de Cuba, que miren el caso dramático de Nicaragua o de Bolivia y vean a donde puede conducir a una sociedad la irresponsabilidad electoral.
Todavía hay tiempo, queda, digamos, un espacio para que los mexicanos sopesen lo que está en juego y ojalá ese gran país que es México no se suicide
eligiendo a un demagogo y a un populista irresponsable y autoritario, dijo en diversos foros.
¿Van a ser los mexicanos tan insensatos de votar por el populismo, por la demagogia, por recetas que están tan acabadas en el mundo?
Sería verdaderamente trágico para México y hay que esperar que el populismo no gane.
Vargas Llosa murió ayer a los 89 años de edad y en ambas críticas tenía razón.
Desafortunadamente, el populismo ganó y continúa.
Y costó a todos los mexicanos 2.9 billones de pesos -millones de millones- en el fracasado cuasi sexenio de López Obrador y cuesta hoy casi 2 billones al año con Claudia Sheinbaum Pardo.
Es regalar dinero para tener seguro el voto.
Sí, la compra del voto.
Vámonos: Sheinbaum, sobre el caso palenque de Texcoco, con el cantante de narcocorridos Luis R. Conriquez:
“No están prohibidos, eso es importante porque no los prohibimos. Lo que queremos es promover que la música tenga otros contenidos. Y todos tenemos que ir promoviendo eso”
¡Ah, bueno!
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontmex