HOMO POLÍTICUS
PAVE SOBERANES
- Dar Cátedra de Derechos Humanos
En el estado de Morelos, la Legislatura 56 hizo pública una lista de aspirantes a la presidencia de la Comisión de [no, «de los»] Derechos Humanos, contando 16 mujeres y 12 hombres. Mientras el país se sumerge en una crisis de derechos humanos, hay alguien que quiere, porque puede, desahogar al estado.
De 2022 a 2025, esa Defensoría del Pueblo que no siempre lo defendió, rehuyendo parcialmente a sus obligaciones, y cuyos titulares se alejaron de la ciudadanía la misma distancia de la demostrada cercanía con sus gobernadores de turno, pasó de ejercer 22.7 a 46 millones de pesos, sin salir del aire acondicionado, los privilegios y la subordinación.
De entre esas 28 personas inscritas, que serán entrevistados 15 minutos hoy, a partir de las 10:00 horas, hay mujeres y hombres que se promueven en medios y páginas de dudosa seriedad en redes sociales, sin mérito alguno, lo que los hace no aptos para el cargo, y quienes, con seriedad cumplimentan el perfil de idoneidad, sin el empleo arcaico que se creía superado de los inútiles reflectores que lejos de beneficiar, perjudican. También hay reincidentes en su búsqueda. Este jueves tendría que ser votado el nombre del próximo presidente de los DDHH.
Con un historial sólido y compromiso probado, con experiencia de siete años en la atención y defensa de los derechos de catedráticos y estudiantes, el doctor en derecho Alberto Olivares le ha servido a la sociedad, cuantitativa y cualitativamente, y además con honestidad, más que todos los defensores del pueblo juntos, sin tomarse fotografías y acomodar textos narcisistas que ocultan la mediocridad de quien lo hace.
Tiene Olivares escuela de lealtad e institucionalidad. Además de servir a la colectividad en la defensa de sus derechos, lo hizo al querido maestro Jorge Arturo García Rubí [†] exgobernador, y a los rectores Vera, Urquiza y León.
Es un académico reconocido dentro y fuera de la Universidad estatal —profesor de las materias de Ética y Legislación Profesional y de Ciudadanía y Derechos Humanos, entre otras— conocedor de la legalidad, la equidad y los derechos. Ha construido Olivares una reputación profesional basada en resultados, no en selfies. En tiempos donde la banalización del servicio público es moneda corriente, ese perfil importa.
Si el estudiantado —y el profesorado, sindicado [mal dicho sindicalizado] o no— tuviera que calificarlo, el resultado sería con el lado aprobatorio del bicolor, es decir, el azul. La forma imparcial de atención de los asuntos, con independencia intelectual en un entorno históricamente complejo, ha sido amortiguador de las violencias y la discriminación universitarios, lo que garantiza que, de ser elegido por la L56, habemus defensor del pueblo de veras.