Cicuta
Jaime Flores Martínez
Lunes 30 de junio del 2025.- Calificado por algunos como “un habilísimo empresario”, la realidad indica que el actual presidente de Estados Unidos Donald Trump es mayormente un experto en aprovechar los resquicios legales para incrementar su fortuna.
Hasta el año pasado se calculaba la fortuna de Trump en unos 8 mil millones de dólares.
Y aunque podría ser visto como una estrategia para desprestigiarlo, durante las últimas semanas se ha observado la divulgación sistemática del caso de su fallecida esposa Ivana.
Aunque es un ejemplo particularmente perturbador, el entierro de Ivana Trump dibujaría de cuerpo entero al actual presidente.
En julio de 2022 Ivana fue sepultada en una pequeña parcela del Trump National Golf Club en Bedminster, Nueva Jersey. Es decir, en un campo de golf de su propiedad.
Lejos de tratarse de una decisión puramente sentimental, documentos revelan que Trump registró ese terreno como “cementerio familiar”, para que ese valioso terreno se convirtiera en una propiedad exenta de impuestos locales, estatales y federales.
Según reportes fiscales del estado de Nueva Jersey, las propiedades destinadas a cementerios disfrutan de una amplia protección tributaria. Esto significa que Trump evitó el pago de impuestos sobre la propiedad, sobre la renta e incluso exenciones en tasas de mantenimiento y desarrollo, lo que habría representado un ahorro de al menos 88 mil dólares anuales.
A largo plazo, estas cifras podrían sumar cientos de miles de dólares sin mencionar el beneficio agregado de blindar ese terreno ante futuras inspecciones comerciales o reclamos públicos.
Por décadas, Donald Trump ha sabido mover sus piezas en el tablero fiscal y legal de Estados Unidos y se ha convertido en un experto en las zonas grises.
Aunque ha presumido ser un exitoso empresario, la realidad muestra que muchas de sus fortunas no solo provienen de inversiones visionarias, sino también de una sistemática explotación de resquicios legales, privilegios fiscales y maniobras que —aunque rozan la legalidad— están lejos de la ética.
Pero este caso no es una excepción aislada. El historial del actual presidente está lleno de maniobras similares. Por dar otro ejemplo “La Fundación Trump” en realidad es una caja chica disfrazada de filantropía
En 2018 la Fiscalía de Nueva York obligó a disolver la Fundación Donald J. Trump tras demostrar que en su primer mandato utilizó fondos caritativos para beneficio personal.
Compró un retrato de sí mismo por 10 mil dólares; pagó multas judiciales y financió campañas políticas con dinero que debía destinarse a causas benéficas.
En ese tiempo, la fiscal general Letitia James describió la fundación como “una chequera para satisfacer los caprichos del señor Trump”.
También surgen declaraciones fiscales ocultas y pérdidas ficticias, pues durante muchos años, Donald Trump evitó mostrar sus declaraciones fiscales. En 2020 el rotativo norteamericano The New York Times reveló que en 2016 y 2017, el magnate pagó solamente 750 dólares en impuestos federales, pues en ese entonces declaró enormes pérdidas empresariales, muchas de ellas harto cuestionables.
Incluso arrastró pérdidas por más de 900 millones de dólares desde los años noventas que le permitieron reducir su carga fiscal durante casi dos décadas.
Otro caso emblemático que prácticamente está en el olvido es el caso del hotel Trump en Washington D.C. y el evidente tráfico de influencias
Durante su primer periodo presidencial, el “Trump International Hotel” se convirtió en un epicentro de una diplomacia opaca. Delegaciones extranjeras, cabilderos y empresarios reservaron habitaciones y eventos a precios inflados, lo que implicó un claro conflicto de interés.
En solo tres años, ese hotel generó más de 40 millones de dólares en ingresos, aunque una auditoría del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes concluyó que Trump “recibió pagos de gobiernos extranjeros, lo que pudo haber violado la cláusula de emolumentos de la Constitución”.
Trump le entró también de lleno a los campos de golf y los modificó a la categoría de “agricultura”
En múltiples estados, incluido Nueva Jersey y California, Trump ha declarado que partes de sus campos de golf son “zonas agrícolas” al plantar arbustos o mantener algunas colmenas.
Esa categoría le permite acceder a incentivos y recortes fiscales y el ahorro por este artilugio en esa entidad ha sido estimado en más de 150 mil dólares anuales.
En resumen, Donald Trump no solo ha perfeccionado el arte de las grietas legales, sino que ha institucionalizado la evasión ética como una práctica normal.
Su riqueza no es tanto producto de genialidad financiera como de una maquinaria orientada a exprimir el sistema a su favor, sin rendir cuentas.
Es este mismo estilo el que ahora, en su nueva etapa presidencial, vende como modelo de “eficiencia y éxito”.
Algo de todo esto queda claro: Trump no ha sido un creador de riqueza colectiva sino un depredador de vacíos legales que han sido explotados con descaro.
Algún día el mundo se enterará qué ventaja sacó el pasado 21 de junio, día en que ordenó bombardear zonas de Irán.
Esa orden no pudo ser gratuita, pues salió de Trump.
Herencia
Tensos momentos vive la familia del extinto presidente municipal de Tijuana Arturo González Cruz.
Resulta que su hijo Arturo González Terrazas denunció al Notario Público 31 por la supuesta falsificación de la herencia que dejó su padre, donde seguramente salió descalabrado.
La versión que obtuvo Cicuta es que, antes de morir, el ex alcalde y empresario modificó su herencia y benefició mayormente a su esposa y a sus 3 hijas.
Esto no le gustó al hijo y presentó una denuncia contra el notario Rodrigo Quiñones Illades, quien deberá presentarse a declarar el próximo viernes.
Arturo González Cruz estaba inconforme con su hijo porque se casó con una mujer mayor que él y con mala fama.
Por eso le habría retirado beneficios de la herencia.
Ahora viven un pleitazo familiar.
Cantón II
El viernes pasado el diputado morenista bajacaliforniano Jaime Cantón Rocha mandó un mensaje a Cicuta donde señala que lo publicado ese día “es falso”.
Además, subraya que el único objeto del escribiente “es calumniar su trayectoria que —dice— es limpia y seguirá limpia”.
También afirma (con referencia al columnista) que “lamenta la mala fe con la que aprovechas tu pluma”.
En lugar de “lamentar” la supuesta “mala fe” del escribiente, el diputado Cantón debe resanar la relación con su compañero diputado, también morenista, Juan Manuel Molina (el Chango) de quien —ciertamente— se ganó su mala fe.
Cicuta aclara que en el texto del viernes pasado se aludió que Cantón “desapareció” 17 millones de pesos destinados a Comunicación Social del Congreso. El columnista no afirma que se los robó.
¿O sí?
Positivo
Qué bueno que la expectativa es que afortunadamente el conflicto bélico en Irán parece que se extinguió,
Más allá de las gesticulaciones de Donald Trump, los jerarcas de Irán e Israel parecen supuestos a mantener el cese al fuego.
Los habitantes del mundo ansían vivir en paz.
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