ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Desde hace tres semanas, el espionaje estadounidense a políticos y narcos de México dejó de ser una operación encubierta… al menos parcialmente.
Por órdenes de Donald Trump, el Pentágono desplegó su poderío tecnológico en aviones y embarcaciones para escuchar, visualizar y acabar de entender cómo opera la “intolerable alianza” de la 4T con la delincuencia organizada. También cómo y dónde se les da refugio, tal y como fue denunciado en un post de la Casa Blanca.
Hace poco más de una semana Will Freeman, investigador especializado en estudios latinoamericanos en el Consejo de Relaciones Exteriores, escribió en The New York Times un artículo titulado “Trump necesita entender a los cárteles para debilitarlos” en el que señala que el problema del plan del mandatario estadounidense para enfrentarse a ellos es que no es lo suficientemente duro ni serio.
Le explica que “los cárteles no son grupos terroristas como Al Qaeda o ISIS. Cárteles como los dos mayores de México, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, no buscan derrocar al Estado ni remodelar la sociedad a su imagen. Tienen un objetivo menos ambicioso: ganancias ilimitadas. Eso los ha convertido en algo incluso más poderoso que los terroristas: corporaciones multinacionales ilícitas con recursos casi ilimitados. Es poco probable que el simple envío de más soldados a la frontera haga alguna mella en su modelo de negocio.”
Así y todo, el gobierno de Trump avanza en el espionaje, lo cual no es ninguna novedad.
Un operativo del gobierno de Joe Biden que escandalizó en México se reveló a principios de octubre de 2022 al darse a conocer millones de comunicaciones electrónicas de la Secretaría de la Defensa Nacional, lo que se conoció con el nombre de Guacamaya Leaks y que fue atribuido a un supuesto grupo de hacktivistas, pero que en realidad fue llevado a cabo por la CIA, como se lo di a conocer en este espacio.
Ahí no’más para que el gobiernito de Andrés Manuel López Obrador fuera “calando” a su vecino del norte.
EyeNet
Otro escándalo de espionaje de EU a políticos mexicanos, en este caso a la corrupta banda de ladrones que por aquel entonces encabezaba Enrique Peña Nieto, se conoció en octubre de 2013, gracias a que Edward Snowden filtró a los medios centenares de registros de la Agencia Nacional de Seguridad o NSA, por sus siglas en inglés.
Hubo entonces sospechas, que en este Índice Político fueron confirmadas como realidades, de que en esa operación participaron mexicanos, quizá chantajeados porque la NSA había descubierto que desde México esos colaboracionistas también espiaban en territorio estadounidense.
Aquí pregunté entonces, bajo el título Espías sin conflicto, si ¿de verdad quiere el gobierno peñista encontrar a los corresponsables mexicanos del espionaje de la NSA a funcionarios de primer nivel de ésta y la anterior Administración?
Debería, primero, localizar los equipos a través de los cuales se facilitó a los estadounidenses escuchar, grabar y analizar conversaciones telefónicas, tanto como entrometerse en las comunicaciones electrónicas desde y hacia Los Pinos.
Voy a dar una ayudadita a los investigadores dependientes de Miguel Ángel Osorio Chong, a quien el propio Presidente encargó la tarea. Así que, señores, tomen sus vehículos y diríjanse hacia la avenida de la capitalina avenida de los Constituyentes, donde se ubican las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública Federal.
¿Ya están ahí? Pues ahora vayan derechito a los sótanos donde se acumulan todo tipo de equipos electrónicos para dizque dar seguimiento a “los malos de Malolandia”.
Se encontrarán muchísimas cajas negras, del tamaño de un reproductor de DVD’s, pero los que deben interesarles están más o menos escondidos, confundidos con los demás equipos, en uno de los rincones de la amplia sala.
Los equipos que tienen que buscar se llaman EyeNet. Recolectan y reconstruyen –de acuerdo con la página de internet de sus fabricantes– todo el tráfico de redes, incluidas, claro, aquellas que en Los Pinos y/o en los cuarteles del entonces candidato presidencial priísta adquirieron como “encriptadas”.
No lo eran. Las compró, en su momento, el inefable Genaro García Luna. Las utilizó durante un buen tiempo. Diferentes objetivos: su jefe Felipe Calderón, para empezar. La candidata del PAN, Josefina. El del PRI, Peña Nieto. Y varios más.
Pero la noche del 30 de noviembre del 2012, las apagó. Ahí están, sin funcionar.
Si vuelven a encenderlas –primero tendrán que encontrarlas, claro–, muy probablemente los investigadores del señor Osorio Chong hallarán ahí rastros de todo aquello que mandó a intervenir, grabar y “analizar” García Luna. Sólo que necesitan actualizarles el software.
No esperen, eso sí, que en la tarea de localizar los EyeNet vaya a ayudarles el nuevo encargado de los asuntos cibernéticos de la SSP federal, quien es un viejo empleado de la misma dependencia: Ramón Eduardo Pequeño García.
Usted lo recuerda. Escaló casi todos los puestos en la SSP federal de la mano de García Luna. Y ahí está. Se quedó. Hasta pareciera que García Luna lo dejó “sembrado”, para que sus muchas tropelías queden impunes, ¿no cree usted? Para que él y los suyo sean espías sin conflicto.
Ojo en la red
Vea usted lo que hace el aparatito que deben buscar para encontrar a los cómplices del espionaje estadounidense: “EyeNet graba e inmediatamente reconstruye el tráfico de las redes (electrónicas), que se recoge para que su contenido pueda ser visto y analizado. Es una infraestructura altamente escalable que permite a los usuarios monitorear datos para un país entero o una corporación desde una única ubicación.
“Es una potente solución que permite a los usuarios ver, analizar, investigar, supervisar, alertar e Informar sobre alguna actividad o criterios preocupantes…”
Muy posiblemente, también escondidos, ahí en los sótanos del edificio de Constituyentes también encuentren uno que otro aparatejo de la empresa SS8 y cuyos fabricantes recomiendan para “agencias policiales que requieren una solución de monitoreo y análisis que no deja ningún paquete sin remover, almacenando el tráfico basado en estándares de intercepción, construyendo relaciones entre objetivos y asociados, planear actividades objetivo, asignación de ubicaciones y generar informes probatorios y medios de comunicación.
“SS8 proporciona a las fuerzas del orden las capacidades para correlacionar la inteligencia de comunicaciones pertinentes de registros de detalle de llamadas a los registros de datos IP, webmail y búsqueda en la web para uso de los medios de comunicación social –todos ellos diseñados específicamente para la aplicación de la ley”, aclaran pertinentemente.
Y ¿qué hacen? Vea usted:
“Cyber monitoreo. SS8 permite la monitorización proactiva de comportamiento específico dentro de cyber comunicaciones que coinciden con los requisitos LEA –o inteligencia dirigida. Estas capacidades pueden servir las necesidades del centro de monitoreo o las más amplias necesidades de inteligencia de datos IP y equipos de análisis de cumplimiento de la ley;
“Visualización y reconstrucción. SS8 proporciona la reconstrucción exacta de voz, texto y la actividad de Internet interceptadas, tales como las redes sociales, microblogging y chat, webmail, exactamente como fueron creados –en tiempo real;
“Análisis. SS8 permite la correlación de la inteligencia de registros de datos de protocolo de Internet (IPDR) y registros de detalles de llamada (CDRs) al completo el contenido de las comunicaciones”
Ahí están los datos, señores investigadores. Sólo falta que encuentren los equipos y, claro, a quienes los manejaron en el sexenio de Felipe Calderón.
La pregunta de hoy es si también habrá funcionarios de la 4T, también chantajeados por agencias de EU –tales como la DEA, ICE, ATF y la propia NSA– colaborando con el espionaje a los políticos que el gobierno de Trump pudiera tener pruebas de que son “intolerables aliados” de los cárteles mexicanos.
¿Quién dice “¡yo!”?
Indicios
Genaro García Luna también compró, con dinero de los contribuyentes, una docena de teléfonos encriptados. Todo indica que se los llevó. No aparecen por ningún lado. ¿Dónde están? ¿Quién se los quedó? ¿Tendrá, todavía, uno de ellos Felipe Calderón? * * * Por hoy es todo. Reciba usted mi reconocimiento por haber leído este texto. Le deseo también ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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