A un día de las elecciones de medio término, el 4 de noviembre, La Gran Manzana se engalana con la inauguración de la Torre de la Libertad en el Centro Mundial de Comercio, One World Trade Center. Después de trece años de los ataques terroristas del 9/11, el horizonte del Bajo Manhattan se enseñorea con esta nueva silueta de 104 pisos y un costo de 3,900 millones de dólares.
La apertura de la torre, marca un hito emocional para muchos neoyorquinos que vivieron el horror y la angustia de los atentados del 9/11 – y que desde entonces les causaba pesadumbre por la ausencia de las Torres Gemelas que durante más de un cuarto de siglo fueron la divisa de la ciudad.
El gobernador Andrew Cuomo expresó en un comunicado que: “El One World Trade Center sirve como un símbolo de la resistencia de la gente de Nueva York, hoy en día, ya que abrimos sus puertas por primera vez, recordamos que la fuerza y el coraje siempre conquistarán la debilidad y la cobardía, y que el espíritu estadounidense, defendida por orgullosos neoyorquinos, no serán derrotados.”
Se necesitaron ocho años para construir la torre – un proyecto que casi se descarriló por las luchas políticas internas y disputas legales. La altura es de 1.776 pies y, su arquitecto T.J. Gottesdiener dijo que: “la Torre de la Libertad tiene algo que debería tranquilizar a sus nuevos inquilinos – hormigón reforzado con acero que la hace invulnerable a ataques terroristas”.
Entre las corporaciones y oficinas de gobierno que a partir del Lunes 3 empezaron a mudarse se incluyen, la prestigiosa compañía editora Conde Nast, la firma de publicidad Kids Creative, el grupo inversor BMB, el operador de estadios Legends Hospitality, los Servicios Generales de Administración del gobierno y el centro comercial y cultural de China entre otros.
Mientras Nueva York esta de plácemes con la inauguración de la Torre de la Libertad, a todo lo largo y ancho del país se han instalado las urnas electorales para que los ciudadanos voten por los 435 miembros de la Cámara de Representantes, actualmente de mayoría republicana y, 36 escaños de la Cámara de Senadores del total de 100, de mayoría demócrata.
Este ejercicio es de suma importancia, es como un referéndum para evaluar la gestión del presidente en funciones. Históricamente el partido en el poder, pierde en estas elecciones intermedias, al menos así ha sucedido los últimos 100 años, con excepción de los presidentes: Roosevelt y George W. Bush.
El panorama para los demócratas no se aprecia fácil, las últimas encuestas y pronósticos son muy parejos, pero quien menos asiste favorablemente a su partido, es el propio presidente Obama, de quien muchos de sus correligionarios han preferido distanciarse a que les respalde públicamente.
Con tan solo 43% de aprobación de los electores por el desempeño del ejecutivo, además de la falta de liderazgo y la creciente impopularidad, podría suceder que el nuevo congreso que iniciaría el 01 de Enero del 2015, fuese tanto en la Cámara Alta, como en la Baja, de mayoría republicana, entorpeciendo cualquier iniciativa del presidente, lo cual lo ataría de manos en detrimento de su administración. Aunque cuenta con el recurso de decisiones ejecutivas lo único que haría es agitar más el descontento ciudadano.
Las asignaturas que la población más le reclama al presidente Obama son: La política exterior, en particular, la tibia campaña contra el grupo radical Estado Islámico, que ocupa territorios en Iraq y Siria, el fallido proyecto de ley de inmigración y, el “desatinado” manejo del Ébola, entre otras más.
El electorado se aprecia apático, desencantado de la gestión de Barack Obama, por lo que se espera un gran abstencionismo que enfilará sin condición a los republicanos a ganar estas elecciones intermedias.