José Luis Parra
Cuando en Palacio Nacional hablan de remesas, no lo hacen pensando en las lágrimas del migrante que manda lo que puede desde el otro lado, ni en la abuelita que cobra en Oxxo, ni en los niños que comen gracias al Western Union. No. Para el Gobierno mexicano, las remesas ahora son trincheras geopolíticas, municiones diplomáticas y, si las cosas se tuercen, monedas de cambio en la renegociación del T-MEC.
Resulta que en el Capitolio, unos cuantos halcones republicanos quieren imponer un impuesto del 3.5% a las remesas hacia México. Una idea absurda, retrógrada y de consecuencias sísmicas. Porque, aunque en apariencia es solo una embestida contra el bolsillo migrante, en realidad es una bofetada a la cara del T-MEC. Una provocación que, de aprobarse, desataría una tormenta comercial.
En Palacio ya lo entendieron. Por eso el cabildeo mexicano ahora apunta al Senado gringo. Pero ese cambio de estrategia trae consigo otro aún más profundo: un enroque diplomático de alto voltaje.
Adiós Moctezuma, hola De la Fuente
Esteban Moctezuma, actual embajador en Washington, ya tiene las maletas listas. No por voluntad propia, sino porque en la 4T ya le pusieron la etiqueta de “negociador fallido”. Las remesas no se defienden con discursos pedagógicos. Se defienden con política brava. Y ahí es donde entra Juan Ramón de la Fuente, el filósofo-canciller, el diplomático con pretensiones de ajedrecista.
En la Cancillería ya es voz corriente que De la Fuente irá a la embajada en Washington. El único detalle es que alguien olvidó avisarle a los senadores que no están nada contentos con la lista de cónsules que él mismo les hizo llegar. Ni con el tono académico, ni con el tufillo tecnócrata. Pero, como siempre, el dedazo presidencial pesa más que el berrinche parlamentario.
Alarcón, Velasco y el musical de las sillas
Si De la Fuente vuela a DC, el sillón de la SRE queda vacante. Y ahí empieza otra danza de nombres. Diana Alarcón, ex jefa de relaciones internacionales del Gobierno de la CDMX y ahora bien acomodada en el Banco Mundial, suena fuerte para ocupar la oficina de Tlatelolco. Es el guiño de Claudia Sheinbaum a su pasado capitalino.
Pero en el camino también se atraviesa Roberto Velasco, el joven lobo que lleva años afilando colmillos en la política exterior. Empresarios y lobistas lo promueven como el “anti-De la Fuente”. Más pragmático, más flexible, menos académico. El problema es que Velasco ya tiene muchas novias: si no es la SRE, puede ser la embajada en Canadá. Total, en esta obra todos deben quedar bien sentados.
Trump, el elefante en el Salón Orozco
Claro que hay un detalle que todos parecen querer barrer bajo la alfombra: De la Fuente, en sus tiempos libres de intelectual, escribió textos críticos sobre Donald Trump. Textos que hoy podrían ser usados como munición por los republicanos más rencorosos. Porque en Estados Unidos no se olvida ni lo que escribiste en una tesis de licenciatura.
¿Y si Trump regresa al poder?
Pues entonces el embajador mexicano en Washington tendrá que bailar sobre una cuerda floja mientras los tambores del proteccionismo retumban otra vez. Y si ese embajador es De la Fuente, será mejor que vaya ensayando un tono menos filosófico y más bronco.
Diplomacia en modo campaña
Todo este enroque, que parece simple burocracia internacional, en realidad es un movimiento de campaña anticipada. La 4T sabe que el próximo sexenio tendrá que lidiar con un Congreso estadounidense menos amigable y un clima bilateral cargado de tormentas. Por eso mueve sus fichas hoy, antes de que el tablero se sacuda.
La pelea por las remesas es solo el primer round.
Se vienen más.
Y esta vez, México no puede darse el lujo de mandar a un embajador a que hable bonito.
Tiene que pelear.