Distopía; Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana (DRAE).
Muy adecuado el termino para la realidad de la sociedad que sufrimos en México y en el mundo ¿o no?..
La novelas distópicas, de las cuales soy fanático, nos llevan a mundos imaginarios que cada día, para nuestra desgracia, parecen más apegados a la realidad.
Desde la dogmatización, supremacía racial y pérdida de la individualidad en “Un mundo feliz” de Aldoux Huxley, pasando por la invasión total de la intimidad y el totalitarismo en “1984” de George Orwell, y terminando en la criminalización del aprendizaje en Fahrenheit 451 de Ray Bradburry, estas y otras tantas maravillosas novelas de ¿ficción?, algunas no tan conocidas, nos han acercado bastante a la realidad que atestiguamos. La mayoría de los autores refieren un estado fascista que enmarca sus textos, en muchos casos la perdida de la individualidad y un sentido falso de felicidad juegan un protagonismo incesante, lo más interesante en estas historias; el concepto de alegría y satisfacción ficticia que algunos personajes refieren, seres totalmente inmersos en un sentido de conformidad inducido, que los hace totalmente manipulables.
Es un hecho irrebatible que la tecnología nos ha convertido en seres totalmente dependientes del consumismo, que los poderes mediáticos con regimientos de prostituidos “profesionales” de la comunicación han sido capaces de manipular no sólo la opinión, sino también la condición de millones de seres humanos, y no para bien.
Igualmente reconocido como esa misma tecnificación ha posibilitado a gobiernos para vigilar, estigmatizar, espiar y perseguir según intereses de quienes detentan el poder. La falacia de la libertad ha sido trastocada tantas veces, que pocos entienden el significado de tal termino, lo mismo pasa con otros conceptos como fe, esperanza, amor, violencia, paz, etc.
Acudimos a una distopía mexicana, y desde luego global, ya que la alienación humana es una epidemia que esta presente en nuestra realidad, sólo hace falta mirar a nuestro alrededor, cientos de miles obnubilados por una serie de celebraciones que disfrazan una abominable realidad que no descansa, millones inmersos en la búsqueda de una felicidad inserta falsamente en la psique social, comunal, millones más con la fe puesta en un ser que de existir merecería más repudio que adoración, centenas de individuos que medran con la miseria de millones, mares de riqueza expuestos y presumidos ante millones de bocas hambrientas y millones más anhelantes de justicia, sin mencionar la insultante egolatría de quienes acusan con dedo flamígero el pesimismo, carga negativa, mala vibra, toxicidad, de quienes nos atrevemos a ir contracorriente de esta monumental y estulta alienación social.
La sociedad futura que refiere la definición de distopía ha sido alcanzada, incluso sobrepasada en muchos casos, para algunos autores de novelas distópicas como “Yo Robot” de Isacc Asimov, la verdadera respuesta a la extinta humanización del hombre es la alternante humanización de las maquinas. En otras obras literarias como la serie “Silo” de Huhg Howey, el autor plantea situaciones más allá de lo presente, pero muy cercano a la realidad, como la supervivencia de pequeños grupos sociales, simplemente bajo los mismos términos de adoctrinamiento que terminan por sucumbir ante la búsqueda de la verdad de unos pocos conscientes.
Novelas de corte más juvenil, como la serie “Laberinto” de James Dasher o “la serie “Divergente” de Veronica Roth logran, para las generaciones jóvenes, dar un certero entendimiento de consciencia ante la sociedad que enfrentan ¿ficción o casi ficción?, no importa, lo que resulta interesante es que en los adolescentes, mi hija entre ellos, despiertan en una cierta incomodidad e inconformidad por la supuesta moral y ética de nuestra corrupta sociedad, y de ello una serie de inquietudes que les motivan hacer las preguntas correctas sobre su existencia y papel social.
La distopía mexicana, como la distopía global, ya está presente, pero no evidente para millones y millones que no le reconocen, aunque hace ya decenas de años autores la hayan anunciado casi como una profecía que se cumple diaria y acertadamente.
Que bueno sería que cada adolescente leyera al menos una de estas obras distópicas… Que bueno sería que al menos leyeran.
-Victor Roccas