Ricardo Del Muro / Austral
El doctor Julio Berdegué Sacristán, próximo titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), ha delineado las prioridades de la política agropecuaria del próximo gobierno que encabezará la presidenta Claudia Sheinbaum, que son: el bienestar de la gente del campo, el manejo del agua y la soberanía alimentaria, apoyando fundamentalmente la maíz.
De acuerdo al panorama planteado el doctor Berdegué en las entrevistas que se le han hecho en diferentes medios informativos, es previsible – o así debería ser – que una de las entidades prioritarias en el proyecto agropecuario del próximo gobierno sea Chiapas, alguna vez señalada como “el granero” del país, pero que actualmente conjuga los tres elementos (pobreza, agricultura maicera de autoconsumo y agua) planteados por el nuevo secretario de Agricultura, además de ser una entidad estratégica por sus recursos naturales, donde está la selva Lacandona, y por ser la principal frontera del sur del país.
A Chiapas se le considera como la gran reserva del futuro del agua, ya que abastece al 30% del país. Una alta pluviosidad (unos 1.000 mm de media anual), cinco lagunas y 47 ríos, entre ellos el Grijalva y el Usumacinta, dos de los más caudalosos del país, le dan una disponibilidad de aguas superficiales de 92 mil hectómetros cúbicos. Además, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la reserva de agua subterránea de Chiapas es una de las diez mayores del mundo.
Pese a su riqueza hídrica, según el censo de Inegi de 2020, casi 700 mil chiapanecos no tienen acceso directo al agua potable. En la mitad de los municipios hay problemas en la red de suministro, especialmente en las zonas rurales, y solamente en nueve de los 124 municipios del estado se tratan las aguas residuales, por lo que la mayoría de los ríos están contaminados.
Una tierra rica con gente pobre, como señaló en su momento Thomas Benjamin, en su clásico libro en donde explicó los orígenes del movimiento del EZLN en 1994. Chiapas, pese a la reducción en marginación que, según Coneval, se logró en este sexenio, se mantiene como una de las entidades más pobres del país, situación que afecta a 67.4 %, las dos terceras partes de su población (unos 3.8 millones de personas).
La mayor parte de la población de Chiapas es rural (51%) pero está dispersa en 21 mil localidades, donde la mayoría de los campesinos se dedicaban al cultivo de maíz y café, además de la ganadería, que ha generado la destrucción del 55% de los bosques originales de la entidad, según estimaciones de la organización We are Water.
A pesar de esto, los campesinos chiapanecos mantienen su tradición de cultivar maíz, base de su alimentación, por lo que, Chiapas ocupa el primer lugar en superficie cosechada de maíz con 682 mil 974 (9.7%) hectáreas en promedio para el periodo comprendido entre 2010 a 2021. Sin embargo, ha presentado una tasa de crecimiento media anual de 0.03%, es decir, un crecimiento prácticamente nulo.
Al examinar el volumen de producción, la entidad se ubicó en el sexto lugar con 1.3 millones de toneladas, reflejando solamente el 5.2% de la producción nacional; un elemento importante que incide en esta variable es el rendimiento que se tuvo en promedio de 1.9 toneladas por hectárea, muy por debajo de la principal entidad productora de maíz que es Sinaloa, cuyo rendimiento promedio por hectárea es de 10.1 toneladas.
Durante el año pasado, de acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), se registró una superficie sembrada de 688 mil 80 hectáreas de maíz, de las cuales se cosecharon poco más de 525 mil 800, obteniendo una producción de 863 mil 733 toneladas.
Esto, según se informó, se debió a los apoyos federales de Fertilizantes para el Bienestar y Sembrando Vida, que en Chiapas apoya a 339 mil 495 productores, pero las autoridades del sector admiten que gran parte de los suelos agrícolas están dañados por prácticas abrasivas y, después de la caída de los precios del café, muchos jóvenes campesinos han abandonado las parcelas para migrar hacia Estados Unidos. RDM