RODOLFO VILLARREAL RÍOS
Vivimos los días en que el orden económico-político internacional está sujeto a un reordenamiento y todos sabemos que cuando eso acontece, los movimientos telúricos aparecen por todos lados y ni que decir de los expertos ‘desinteresados” quienes, al tiempo que se asumen como almas puras y castas, claman: “El cielo se está cayendo…” En ese contexto, proceden a pintar panoramas apocalípticos y convertir a quienes no comparten su perspectiva en criaturas del averno.
Ante ese panorama, decidimos dar nuestro punto de vista sobre los sucesos que acontecen estando conscientes de que en todo esto no hay ángeles, ni demonios, pero si un montón de intereses en pos de definir que nación y su líder han de ejercer el dominio mundial. Procedamos bajo la premisa de que esto es una invitación a la reflexión.
Ante el anuncio del presidente Donald J. Trump de que impondrían tarifas reciprocas a los bienes que se importen a los EUA, la escandalera se desató en todo el mundo. Al parecer eso del libre comercio es considerado un asunto de una solo vía en el cual todos pueden imponer aranceles, excepto los EUA. Cuando este lo hace es provocado por la mala fe y el abuso. En ese entorno fueron múltiples las voces criticando las medidas tomadas, al tiempo que gritaban: “El cielo se está cayendo…”.
Respecto a lo anterior, nunca estará de más precisar los orígenes de esos sonidos discordantes. Cuando se lean o escuchen criticas emitidas por diversos personajes o medios de comunicación del mundo acerca de las tarifas impuestas por el presidente Trump, debemos de tener en cuenta lo siguiente: Si quienes las emiten son lideres europeos como Macron, Zelenskyy o cualquier otro, acuérdese de los banqueros Rothschild; en caso de que las palabras o las protestas provengan de los lideres de la izquierda en el mundo, los liberales estadunidenses o los Demócratas en ese país, no olvide el nombre de George Soros; cuando las criticas surjan a través de alguna cadena televisiva especializada en asuntos económicos o algún diario mexicano asociado con la misma, recuerde el nombre de Richard Bloomberg; y si las predicciones apocalípticas emanan de los rumbos de Wall Street, rememore al Grupo BlackRock. Asimismo, no deje de lado que al momento de leer o escuchar alabanzas a China tenga presente que el emisor o desconoce la historia o es un fanático de la esclavitud. Todos tienen algo en común son amantes de que la globalización permanezca de manera desordenada. Nada de esto mencionan las almas puras quienes vociferan: “El cielo se está cayendo…”
Lo que ninguno de los disgustados quiere aceptar es que el modelo de globalización, que en ningún sentido descalificamos siempre que se realice bajo piso parejo y que todos cumplan con las reglas del juego, ha concluido. Desafortunadamente, en la práctica, todos se dieron a la tarea de sacar ventajas sin pagar los costos que eran cubiertos por la fortaleza del mercado en los EUA. El país que mayores beneficios obtuvo de todo esto fue China quien hoy busca presentarse como el adalid del libre mercado y hasta amenaza con denunciar a los EUA ante la Organización Mundial de Comercio. Vaya, vaya, los campeones del dumping, del contrabando, los que han hecho del engaño una forma de exportar vía terceros (México incluido entre estos) para evitar el pago de aranceles, los productores de artículos basura, los que se apropian de patentes en forma ilegal, los que más generan productos piratas, ahora nos salen con que son la versión Siglo XXI de una cruza entre Francisco de Asís y Teresa de Calcuta. Ante ello, claman sin rubor alguno que debido a las tarifas arancelarias: “El cielo se está cayendo…”.
Demos un repaso breve a la situación comercial entre los EUA y China. Para finales de 2024, el primero le vendía bienes al segundo por un valor de 143,545.7 millones de dólares, mientras que las exportaciones chinas hacia los EUA totalizaron 438,947.4 millones de dólares generando un déficit para nuestros vecinos del norte de 295.4 mil millones de dólares. Esta diferencia representó un incremento de 5.8 porciento (16.3 mil millones de dólares respecto a 2023. En ese contexto, durante los dos primeros meses de 2025, el déficit comercial estadunidense con el país asiático alcanzó un total de 52,911 millones de dólares.
En cuanto al tipo de productos que se intercambian, los EUA les venden principalmente soya, petróleo y farmacéuticos, mientras que les compran electrónicos, computadoras, juguetes y baterías para los autos eléctricos. El bien que más importan los EUA de China son los “smartphones”, la mayor parte generados por Apple, que representan el nueve por ciento del total. De las importaciones estadunidenses, el 13 por ciento provienen de China, esto es una reducción significativa respecto al 26 por ciento que representaba en 2016. Eso no fue un acto de generación espontanea sino de las barreras arancelarias que se impusieron durante el primer gobierno del presidente Trump y que se mantuvieron durante la administración del presidente Biden. ¿Funcionan o no los aranceles? No obstante, las exportaciones chinas hacia los EUA representan alrededor de la cuarta parte de todo lo que exportan legalmente. Debido lo descrito, los chinos y sus acólitos claman: “El cielo se está cayendo…”.
La reacción mundial ante la imposición de tarifas arancelarias fue variada. Se movió en la escena patética en donde el españolito Pedrito Sánchez corrió a postrarse de hinojos ante el mandarín Xi Ping. Hasta nos hizo recordar una leyenda sobre algo ocurrido, hace muchos años, entre un dramaturgo mexicano y un joven que se convertiría en un político mexicano muy importante, pero que es muy grotesca para describirla aquí. La Unión Europea salió muy arrojada a entrarle a una guerra tarifaria, al tiempo que algunos de sus miembros buscaban, “submecatum”, entrar en negociaciones con los EUA.
No olvidemos que las naciones europeas no pasan por sus mejores momentos económicos y pocas son sus posibilidades de éxito en una guerra comercial. Como dato curioso, países asiáticos como Japón, Corea del Sur, Indonesia, Malasia y Vietnam, ademas de la India, pronto entendieron que era mejor ver como negociaban con los EUA pues no iban a postrarse ante China. Ellos conocen la historia de primera mano y mucho les ha costado no estar en condición de lacayos ante los chinos. Rusia sin hace mucho ruido, también, inició platicas para negociar tarifas.
Acorde con los datos emitidos por la Casa Blanca, 75 países están dispuestos a negociar y evitar engancharse en una guerra tarifaria. En ese contexto, el miércoles, el presidente Trump anunció que se ponía en pausa la aplicación de los aranceles para todos, excepto para China al que le enjaretó tarifas que ya van en 145 por ciento. Para sus partidarios, eso era parte de la estrategia. Para los Demócratas y globalistas amantes del suelo disparejo, Trump había tenido que ceder ante la caída de las Bolsas que, entre otras cosas, dicen, se contraen debido a que los países poseedores de bonos estadunidenses han decidido venderlos y con ello presionar al gobierno de ese país para que se olvide de las tarifas. A la par, mientras lo acusaban de manipular los Mercados Bursátiles, continúan clamando: “El cielo se está cayendo…”.
En todo esto hay algo que nuestros analistas expertos poco mencionan. Antes de que se adoptarán las medidas que hoy generan preocupación en todos, la situación de la economía estadunidense era realmente precaria. Su deuda alcanza los treinta y seis mil millones de dólares y el servicio que implica es para poner en peligro cualquier viabilidad económica en el futuro. Ante eso, era requerida una sacudida al orden mundial. El mercado de los EUA no podía continuar sumergido en esa espiral descendente especialmente cuando durante los cuatro años anteriores la actuación de sus gobernantes lo llevó a las puertas de un desastre económico-social-político.
Todos miraban complacidos como cada día más empresas abandonaban los EUA para irse a China en donde elaboraban hasta los productos más nimios que fácilmente podrían generarse en el suelo estadunidense en donde a un número considerable de sus habitantes, al parecer, no les importa comprar bienes de calidad ínfima.
En ese contexto, era necesario tratar de poner orden. Por supuesto que los miembros del Partido Demócrata se pronuncian en contra de todo esto. Sin embargo, hay algo que olvidan, hace unos años tres figuras prominentes de ese instituto político, la ex líder de la Cámara de Representantes, Nancy Patricia D’Alesandro Pelosi; el senador por Vermont, Bernard Sanders; y el líder de la minoría en el Senado, Charles Ellis Schumer, eran apartidarios ardientes de que se impusieran sanciones a China para detener su influencia en la economía estadounidense. Las pruebas de lo anterior están en videos, pero al parecer, la memoria ya les falla o simplemente son vociferantes y, hoy, alarmados lanzan voces advirtiendo: “El cielo se está cayendo…”
Para nadie es un secreto que con eso de la globalización China se ha introducido como la humedad por todas partes al grado de que su presencia en América Latina llega a ser preocupante, ejemplo de ello es el Canal de Panamá, Cuba, Venezuela, Perú, Brasil e inclusive México. Esto implica que muchas conciencias puras se muestren complacientes ante los chinos creyendo que si los apoyan van a derrotar a los estadunidenses malvados y se cobraran afrentas viejas. Aquí, sin embargo, olvidan que China tiene raíces imperiales muy profundas que la lleva a comportarse en forma tal que, si la comparamos con lo vivido durante tres siglos en nuestro país, esto último resulta un acto de benevolencia. Nada de eso toman en cuenta los especialistas cuando advierten: “El cielo se está cayendo…”.
Mucho se habla del milagro chino y su capacidad exportadora, pero poco se menciona que aparte de la que se hace por la vía legal existe una gran cantidad que se realiza de manera ilegal e indirecta sin cubrir las leyes y en eso participan varios países, México incluido. Hoy, el país está inundado de productos basura de origen chino ante la complacencia de nuestras autoridades que anuncian grandes acciones de decomisos de productos basura y piratas, pero que a los dos días inclinan la cerviz y van a pedirles perdón por haberlos molestado en su negocio más que lucrativo.
Y en ese sentido, aún no sabemos que tanto contenían aquellos aviones que venían provenientes de China en los cuales oficilamente venían respiradores durante la crisis del Covid-19, además de los vuelos directos Beijing-Tijuana que de pronto se volvieron de necesidad primaria, entonces ninguno de los adalides de la libre expresión invocó: “El cielo se está cayendo…”.
En el caso de nuestro país, no tendríamos por qué andar en problemas en este proceso de reordenamiento mundial si se hubieran cumplido con las reglas establecidas tanto en el TLC como en el TMEC.
Ahí, se instauraba claramente que las partes y componentes de los productos que se ensamblaran o fabricaran en Mexico deberían de cumplir con las reglas de origen y haber sido generadas en el área de los EUA, Canadá y/o Mexico. Sin embargo, a nuestros hombres de negocios les ganó su espíritu de comerciantes y no quisieron arriesgarse a ser empresarios. Optaron por estar pegados al teléfono para realizar transacciones de importaciones de todo tipo de bienes y olvidaron crear las cadenas productivas de abastecimiento para los productos finales. En ese mismo tenor, dado que producir acero y aluminio implicaba muchos problemas, optaron por importarlo con todo y el sello “Made in Mexico”, al cabo que ni cuenta se van a dar los vecinos a quienes les incorporaban un calificativo nada agradable. A ello, debemos de agregar que en los veinticinco años que llevamos de este siglo, el país ha sufrido gobernantes cuya calidad deja mucho que desear.
Sin importar el partido al que pertenezcan, todos optaron por solapar las irregularidades en el cumplimiento de los tratados comerciales y pagamos las consecuencias. Hoy, vivimos expectantes a la buena voluntad el presidente Trump y es de pena ajena ver las genuflexiones y marometas que realizan nuestros funcionarios para arrancarle una sonrisa a su contraparte estadunidense. Mientras tanto, se anuncian planes fantásticos que nos resolverán los problemas, salvo que hay algunos pequeños problemillas: el gobierno mexicano esta desfalcado, nadie quiere invertir en Mexico porque no hay certeza jurídica y la inseguridad, pues que le vamos a contar. Estamos ya inmersos en plena recesión económica y son muy pocos quienes se atreven a mencionar que aquí: “El cielo se está cayendo”.
Estamos ciertos de que todo lo escrito líneas arriba podrá generarnos criticas adversas. Ello, sin embargo, no nos impide concluir con una serie de preguntas a quienes consideren que estamos errados en nuestra percepción. ¿Alguien puede asegurar que el sistema globalizado opera correctamente bajo reglas parejas para todos? ¿Existe quien niegue que la economía estadunidense enfrenta momentos difíciles que hacen necesarias las correcciones? ¿Acaso es negativo que quien se encuentra al frente de una nación tome medidas encaminadas para hacer que su país vuelva a tener una economía sustentada en la producción generada dentro de su territorio y cree empleos para sus habitantes?
¿Alguien duda que entrarle a un reordenamiento económico-político tendrá costos altos por cubrirse, los cuales se derivan de la complacencia que adoptaron quienes no querían ver dañada su imagen y perder votos? ¿En verdad creemos que Mexico no necesita corregir diferencias y actuar a partir de reconocer nuestras potencialidades y debilidades con respecto a los EUA? ¿Alguien en su sano juicio puede esperar que el mundo marchará mejor si se impone el imperialismo de China? Esta es nuestra invitación a la reflexión en la cual no atendemos los clamores de quienes dicen: “El cielo se está cayendo…”. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (25.15.55) Justo cuando el sistema globalizado se encuentra en su etapa postrera al tiempo que se debate con que será sustituido, nuestro país ha decidido no quedarse atrás y aportar su contribución hacia el futuro. En ese contexto, se habrán de fabricar un millón de estufas de leña. Que no nos provoquen porque iniciamos la producción en serie de trapiches movidos por acémilas y ni quien se vaya a preocupar por falta de tracción animal, nuestros gobernantes saben que, en ese renglón, tienen una oferta basta a su disposición. Faltaba más, nada de que vamos a permanecer impávidos y rezagarnos en eso de aportar tecnología de punta durante el Siglo XXI.
Añadido (25.15.56) Cuando alguien toma la responsabilidad de poner orden, en cualquier actividad y al nivel que sea, se encuentran resistencias múltiples de los intereses creados y no necesariamente quien lo hace se convierte en el tipo más popular. Conste, no hablamos de memoria.
Añadido (25.1.57) Apenas salió a tratar de convertirse en adalid de las naciones latinoamericanas y que le cae un cubetazo de agua helada para recordarle en dónde está parada.