SENTIDO COMÚN
Gabriel García-Márquez
Los huracanes son colosales monstruos de la naturaleza, que a su paso pueden causar una devastación masiva. A medida que el viento aúlla como un mal presagio y la lluvia cae sin clemencia, comunidades enteras quedan sumidas en la oscuridad y envueltas en el caos. Pero más allá de los estragos visibles, hay un aspecto menos comentado que deja a su paso un huracán, en este caso el Otis, que es un olor a tragedia. Cuando la tormenta se retira y toma otro rumbo, las familias regresan a sus hogares y se encuentran con un mundo devastado, transformado y con un aroma extraño que les asalta los sentidos.
Después del paso de un huracán queda una mezcla inconfundible de olores, una conjunción de destrucción y una desolación tal que provoca un desesperado deseo de recuperación. Llega el penetrante olor a agua estancada, la inundación es uno de los efectos secundarios más comunes de estos fenómenos catastróficos y cuando el agua se acumula y se asienta comienza a emanar un olor fétido que es una combinación de humedad, lodo y descomposición. Es un olor abrumador y desagradable que dura días y a veces semanas.
El lodo y el barro que quedan tras una inundación se mezclan con los restos de la vegetación, productos químicos y otros contaminantes que son arrastrados por el agua, creando un olor fangoso y desagradable, como de pantano estancado. Este es el olor de la tierra destrozada y ensuciada, es como un recordatorio visual y olfativo de la fuerza destructiva de la naturaleza que llega a cobrar los daños ambientales que provoca la humanidad.
EL OLOR DE LA TRAGEDIA PERSONAL
A medida que las familias van regresando a sus hogares devastados, también traen consigo el olor de la tragedia personal. El miedo, la angustia y la tristeza se hacen palpables en el medio ambiente, en el aire que se respira. Es el olor de las lágrimas derramadas y los corazones rotos. Ese olor suele ser más sutil que el de la inundación o el lodo, pero es igual de real y penetrante.
La combinación de estos olores crea una atmósfera conmovedora que puede afectar profundamente a quien la siente. Es un recordatorio de la fragilidad de la vida humana y la resiliencia de los seres humanos cuando están en medio de la adversidad, cualquiera que ésta sea.
Sin embargo, a pesar de la devastación y el dolor, el olor que sigue a un huracán también puede llevar consigo una luz de esperanza ya sea que venga ésta del gobierno, de la sociedad civil o de los propios familiares que están lejos, pero que en estos momentos de destrucción y dolor hacen hasta lo imposible por ayudar a los suyos.
CUANDO LLEGA LA SOLIDARIDAD
A medida que las comunidades se unen para limpiar y reconstruir, se irán encontrando olores frescos y revitalizantes. Ese olor que da la esperanza de la reconstrucción como la madera recién cortada y la pintura fresca que se percibirá mezclado con el aroma de la solidaridad y la determinación del prójimo que siempre está deseoso de ayudar a quien lo necesita. En ese momento está el olor del renacimiento, se siente en el aire cuando las personas trabajan juntas para sanar y reconstruir lo que ha destruido la tormenta. Es un recordatorio de la resiliencia de la humanidad y la capacidad de recuperación que se da en los tiempos de la adversidad.
El olor de la tragedia es un recordatorio de la fuerza destructiva de los fenómenos naturales, que despierta en las comunidades afectadas una determinación por salir adelante. Es un llamado a la acción, es un recordatorio de que la solidaridad es más poderosa que la furia de la naturaleza, pero también es una invitación a unirse y reconstruirlo todo, sacando la fortaleza del espíritu en medio de la desolación.
Solo resta esperar a que los tres niveles de gobierno sean empáticos y se pongan en el lugar de la población afectada, y dejen a un lado sus filiaciones partidistas, para llevar y dejar llevar la ayuda humanitaria a quienes hoy de manera urgente lo necesitan.
El olor que ha dejado a su paso el Huracán Otis es un recordatorio doloroso que da testimonio de la fragilidad humana, que pone a prueba la resiliencia y solidaridad de los mexicanos. Ojalá el gobierno sea un coadyuvante y no un obstáculo como lo han denunciado los afectados.