La llegada del Islam a tierras cristianas
(segunda parte)
Por María Manuela de la Rosa Aguilar
Históricamente América Latina se ha caracterizado por ser un continente mayoritariamente cristiano, desde el siglo XVI con la conquista española los pueblos latinoamericanos, y sobre todo hispánicos se convirtieron al catolicismo, posteriormente, entre los siglos XVIII y XIX el protestantismo ha ido introduciéndose en el continente, principalmente por la influencia norteamericana.
Sin embargo, la dinámica social ha ido cambiando desde los años sesenta con la revolución hippie, las nuevas ideologías de la Nueva Era, pero también con la expansión del narcotráfico, que ha permeado de una manera exponencial, en gran medida debido a la corrupción que genera por las ganancias multimillonarias que este ilícito y lucrativo negocio, aumentando la corrupción y hasta la colusión de los gobiernos, la mayoría de izquierda, cuya ideología, como hemos dicho, ha ido ganando terreno en todo el continente, trayendo consigo la imposición de regímenes totalitarios, que han llegado para quedarse, restringiendo las libertades y la democracia, pero además, dejando a los pueblos sin medios de subsistencia, porque la polarización social y la pobreza generalizada es sintomática de países como Cuba, Venezuela o Nicaragua, comenzando con Rusia, que a sido el ejemplo a seguir, donde, aún siendo una gran potencia, la riqueza se encuentra concentrada en las manos de los oligarcas y gobernantes, mientras que una mayoría vive hacinada, en espacios reducidos y de manera precaria.
Lo hemos visto ya en Venezuela, donde la clase media ha desaparecido y hemos podido observar a través de los medios cómo la gente ha tenido que buscar con desesperación comida en los contenedores de basura, mientras que el gobierno goza de todos los privilegios. Y traduciendo en mensaje discordante de su propaganda política: “gobierno rico con pueblo pobre”, que en realidad es el fondo de las políticas de izquierda.
Pero más allá de esta izquierda rusa que se ha exportado hacia América latina, pero también a una buena parte de Europa, está la izquierda islámica, mucho más radical que la izquierda tradicional, porque ese odio hacia el éxito y la fortuna que caracteriza a la ideología de izquierda, combinada con el islam, se ha convertido en una izquierda terrorista que ya tiene sumido a buena parte del continente africano en una guerra permanente, como hemos visto en anteriores entregas.
Una izquierda que llega no para convencer, sino para obligar y someter. La izquierda tradicional se introdujo en las universidades con una estrategia de razonamiento propagandístico con silogismos falaces, transformando o deformando el lenguaje para cambiar la estructura mental, induciendo al odio para generar revoluciones, motivadas por el resentimiento.
Ahora se trata de una imposición de ideas de izquierda con postulados religiosos que no aceptan ningún diálogo y plantan la semilla de la rebelión más intransigente que se haya dado con miras a cambiar no sólo el sistema económico, sino social en el sentido más amplio, para imponer nuevas costumbres y una nueva idiosincrasia.
Y tal vez nuestros amables lectores puedan pensar que este fenómeno se está dando muy lejos, del otro lado del Océano, pero no, porque los tentáculos de Irán y Hezbolá ya se están extendiendo hacia América Latina, como lo advertimos no hace mucho.
En los últimos años Irán ha ido aumentando poco a poco aumentando su presencia en este continente, de hecho, aunque aislados todos hemos visto personas con indumentaria musulmana por la calle o en los centros comerciales, pero esta presencia aumenta de manera casi imperceptible y la presencia del gobierno iraní se ha notado, como bien lo ha hecho ver Lucía Anahí Brogiolo, analista del LISA Institute.
En junio del 2023, el presidente Ebrahim Raisi, visitó a sus principales aliados aquí, Venezuela, Nicaragua y Cuba, países con los que tiene diferentes acuerdos en materia petrolera, energía, defensa, gas, refinería o del sector petroquímico. Pero no sólo eso, porque Irán apoya militarmente a Venezuela, entrenando a fuerzas especiales del ejército venezolano, igualmente que a Nicaragua, donde los entrena también para el manejo de drones, en la guerra asimétrica utilizando esta tecnología drones, que es lo último de la guerra moderna, como hemos visto no sólo en el conflicto de Ucrania, sino en el Medio Oriente, que además es un recurso muy utilizado por os narcotraficantes.
El 7 de octubre del 2023, que Bolivia rompió relaciones diplomáticas con Israel debido a la ofensiva de Hamás contra objetivos israelíes y la posterior respuesta de Israel. Dicha postura de Bolivia en el conflicto fue a razón de la firma de un tratado de seguridad y defensa entre La Paz y Teherán, en julio de ese año, que incluye la asistencia militar iraní a la defensa boliviana y la “entrega” de material bélico.
Por otra parte han ido estrechándose las relaciones de Irán con Brasil, un indicio de este notable acercamiento fueron los dos barcos militares iraníes que permanecieron anclados en el puerto de San Pablo en febrero del 2024, navíos incluidos en las sanciones estadounidenses por pertenecer a la empresa iraní, Parava Pars, acusada de producir y probar drones para la Guardia Revolucionaria, considerada una organización terrorista en Estados Unidos. Sin embargo, dichas embarcaciones permanecieron anclados a pesar de las advertencias de la embajadora estadounidense en Brasil, Elizabeth Bagley, quien denunció que habrían facilitado el comercio ilegal y actividades terroristas en el pasado.
Irán tiene puesta la mira en América Latina, de un gran valor estratégico que ya han sido externados de manera formal en una declaración del Ministerio de Exteriores de Irán, en la firma del tratado de defensa con Bolivia, en cuyo comunicado destacó que para Irán, las relacionadas con América Latina son «estratégicas y muy valiosas» en su lucha contra el capitalismo y el sistema global, así como una salida al aislamiento internacional y comercial como consecuencia de su programa nuclear. Así de claro. Incluso el ministro de Defensa iraní, Mohammed Reza Ashtiani, aseguró en una entrevista que “los países de América del Sur tienen un lugar especial en la política exterior y de defensa de Irán por estar ubicados en una zona muy sensible”.
El gobierno de Teherán ha cultivado las relaciones bilaterales con los países latinoamericanos, dando a cada uno una atención muy especial, atendiendo a las particularidades de cada Estado, lo que refleja no sólo lo cuidado de su estrategia, sino la planificación y la importancia que para Irán tiene este continente en donde claramente quiere tener una participación determinante.
Por lo que toca a su relación con Cuba y Nicaragua, ha enfatizado la parte ideológica, estableciendo una asociación revolucionaria, desarrollando vínculos de cooperación en materia militar, científica, y económica, incluyendo por supuesto su visión religiosa de una manera muy sutil.
Con Venezuela, ésta es una asociación más franca y avanzada, donde ha establecido vuelos directos para facilitar el ingreso de iraníes en la región, que de ahí se están expandiendo hacia Ecuador y Bolivia. Su relación con Argentina, Brasil y México es más bien de tipo económico y cultural, ya que, su principal objetivo es influir culturalmente y permear hacia la sociedad a través de supuestos institutos culturales, que son manejados subrepticiamente por la Guardia Revolucionaria, que además de sus actividades terroristas, tiene una gran estructura para el adoctrinamiento. Este tema ya lo hemos tratado con anterioridad.
En México, sobre todo en el Oriente de la capital, se pueden observar anuncios “publicitarios” para atraer a jóvenes y sobre todo mujeres, para la práctica de diversos deportes, donde se observa la vestimenta tradicional de las mujeres musulmanas, mostrando imágenes de mujeres empoderadas, con el fin de atraer a mujeres hacia sus filas. La estrategia ha estado dando buenos resultados, ya que atiende muy diversas vertientes para que Irán se posicione en el continente, pero AL tiene que enfrentar más desafíos, porque otras potencias del eje trabajan paralelamente en este mismo objetivo, que analizaremos posteriormente.