Juan Luis Parra
Ya no somos ciudadanos. Somos códigos.
Y ahora, con huella, foto y todos tus datos en una sola credencial.
La nueva CURP biométrica es un salto directo al control total. Un documento obligatorio con tus datos personales, tu cara y tu huella, administrado por Gobernación. Sin eso, no haces trámites, no contratas servicios, no compras nada.
Cada vez que uses esa CURP, quedará registrado. En una plataforma central que almacena tu información de salud, bancos, impuestos, transporte, telecomunicaciones y más. Toda tu vida al alcance de una sola base de datos.
Y esa base podrá ser consultada en tiempo real por el Centro Nacional de Inteligencia. Sin orden judicial. Sin filtros. Sin supervisión. No estamos hablando de seguridad pública, estamos hablando de vigilancia masiva.
La reforma dice que es para ayudar a encontrar desaparecidos. Pero lo que construye es un sistema para rastrear cada movimiento de todos los mexicanos. Un mecanismo de control total, disfrazado de buena intención.
Y eso no es todo. Esa base de datos será un blanco constante. Si hackearon a la SEDENA, ¿qué no podrá pasar con millones de datos biométricos en un mismo lugar? Se vuelve un botín, un riesgo permanente.
También está el absurdo operativo. Administrar los datos de 130 millones de personas no es cosa menor. Implica costos, infraestructura y una coordinación que el gobierno claramente no tiene. Y los negocios deberán integrarse, reportar el uso de la CURP en cada transacción. Nadie sabe cómo.
Para dimensionar el absurdo: se estima que Facebook tiene poco más de 110 millones de usuarios en México. Es decir, la gente que no logra ni hacer bien una carretera pretende manejar mejor que los gigantes tecnológicos una base de datos de proporciones similares. Resulta ridículo pensar que este aparato gubernamental, que reparte contratos entre amigos y opera con total opacidad, pueda administrar algo así de forma limpia y segura.
Por eso estoy seguro de que no estamos ante la modernización. Es un experimento de vigilancia que convierte a cada persona en un archivo accesible y que seguramente saldrá mal.
No hay garantías reales, no hay límites claros.
Hay poder, centralización y silencio.