Héctor Calderón Hallal
La dialéctica, como una técnica retórica que expone argumentos contrariados entre sí, se materializa por sí sola cuando cada año, al pie de un monumento, de una estatua o en el umbral de un inmueble, algún político o historiador pretende ensalzar explicando o convencer conmoviendo, sobre la grandeza del personaje o las bondades de un sistema… o lo que se quiera homenajear.
Pero resulta ocioso… sale sobrando querer explicarle al mundo o a toda una Nación, sobre la relevancia de algo o alguien, cuando se tiene el corazón ofuscado en la discordia del prejuicio o de la visión parcial de la historia… Inútil tratar de mostrarle la verdad al que prefiere seguir con la venda en los ojos.
En toda discusión o diálogo, así sea el que reseñó magistralmente Maurice Jolly, desde el infierno mismo de los razonamientos sobre el proceder propio con respecto a la moral del deber ser, el pragmatismo termina imponiéndose como una teoría o tendencia filosófica por encima de cualquier criterio humanista o prointelectual… por lo que tampoco significa que triunfe al hacerse el juicio final sobre el valor de las personas y las circunstancias en general.
Para reconocer la importancia del PRI en la consolidación del Estado mexicano moderno, este 4 de marzo de su aniversario, no se necesita evocar un ‘Diálogo desde el Infierno’, sostenido por un Plutarco Elías Calles y un Jesús Reyes Heroles, por ejemplo; por citar a dos de las mentes más preclaras o representativas de las diferentes épocas del hoy Revolucionario Institucional: El origen y la modernidad partidistas; la base y la punta (de la pirámide).
Pues ni siquiera sabemos si ese envidiable “infierno” donde hipotéticamente se encuentran políticos y filósofos fallecidos, sea en realidad un remanso propicio para el florecimiento de las ideas y del auténtico diálogo.
Lo único que nos está dado saber a los mortales, hasta hoy, es reconocer que por ejemplo:
México conoció el Estado del Bienestar, cuando diseñó y operó con éxito, desde gobiernos surgidos del PRI, su Primera Gran Campaña Nacional de Vacunación, luego de ser arrasado durante varios siglos por grandes epidemias.
Nuestro país adaptó magistralmente en su Constitución Política de avanzada (1917) actualmente en vigor, la figura del Representante Social o agente del Ministerio Público, para darle al pueblo (sin dinero y sin influencias o privilegios) la posibilidad de que se defendiese sin dilaciones ni diferencias frente a la ley.
Solo hubo un Estado consolidado en México, cuando al hijo del campesino o del incipiente obrero proletario, le fue garantizado un futuro de luz y de esperanza, a través de un sistema de instrucción pública, gratuita y obligatoria, consagrado en el artículo tercero de la propia Carta Magna, de inspiración revolucionaria y liberal y defendida e impulsada por los gobiernos de extracción priísta, fundamentalmente.
Conoció la población de este país una gran arista de la justicia social, cuando fue beneficiaria del reparto agrario impulsado por gobiernos emanados del PRI.
Encontró la población mexicana en gobiernos del PRI, preocupados por la estabilidad y el bienestar del trabajador, un respaldo jurídico eficaz y definitivo, al organizar su vida sindical y la lucha por la defensa de sus conquistas en el terreno de la seguridad social, la salud, el acceso a la vivienda popular, entre otros.
Y en las postrimerías del siglo XX, ya motejado por la oposición prejuiciosa y resentida, supo adaptarse a través de sus gobiernos, proporcionando estabilidad financiera con gobiernos que ejercieron presupuestos con racionalidad, prudencia, disciplina financiera y sobre todo, evitando gastos faraónicos y sin sentido de oportunidad… por eso fueron llamados gobiernos “neoliberales” por la crítica barata.
El PRI supo ser además, un defensor del Estado de Derecho en todo momento e impulsó la creación de instituciones con un enorme sentido social que defienden en todo momento al consumidor, en la lógica de estar inserto como país, en la dinámica de un sistema de libre mercado: La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y el Instituo Nacioanl del Consumidor (Inco).
El PRI, siendo gobierno, dio lugar a la formación de los órganos reguladores autónomos, tan vilipendidados y agredidos jurídicamente en los últimos meses desde el Gobierno Federal, mostrando su compromiso con el Estado de Derecho y la garantía desde la autoridad misma a consumidores, usuarios y población en general, de que será respetado todo ordenamiento legal vigente en nuestro país.
Porque precisamente, si algo ha hecho falta cuando no hay un gobierno del PRI, como en estos últimos 4 años, es Estado.
Necesitamos más Estado… más consolidación de este concepto tan abstracto pero tan necesario para la vida del país en la actualidad.
Estado que proteja a la población de civiles abusivos y clandestinos.
Estado que defienda el patrimonio de los ciudadanos y todos sus bienes jurídicos tutelados: su vida, su integridad, su salud, su patrimonio, su personalidad jurídica, su nacionalidad… su derecho a aspirar a una condición social y económica mejor.
México requiere hoy también más sociedad, más consciente y más activa… una sociedad más interesada en los asuntos de interés público, es decir, como proclamaba Reyes Heroles: «Requerimos que la sociedad civil se vuelva cada vez más sociedad política, con el objeto de que sea el factor progresista de cambio social verdaderamente revolucionario y ascendente y, al mismo tiempo, se convierta en un valladar o en un muro de contención, frente a los excesos de un Estado dirigido por líderes irresponsables, abolutistas y totalitarios, quienes con un afán populista, trastornado, puedan llevar a la Nación al desastre. Por ello también, se hace indispensable, la insistencia de un PRI renovado en verdad, adecuado a la nueva realidad política económica y social, donde la unidad sea una realidad también, pero donde la ética, los principios morales, la vergüenza, la innovación y la creatividad sean los elementos que prestigien a la organización política a partir de principios y valores morales que escasean hoy en la mente de dirigentes tan desprestigiados.
Urge que haya respeto a la legislación, a los estatutos primigenios y a la dignidad de los militantes.
Ciertamente el PRI ha sido constructor, pero debe evitarse que que se vuelva destructor, como al parecer intentan sus dirigentes actuales.
Que quede claro: el PRI no son sus dirigentes, el PRI no es el Comite Ejecutivo Nacional ni tampoco las dirigencias estatales ni municipales.
El PRI está en el corazón más noble de la sociedad mexicana.
Por eso el PRI, primero tiene que reconciliarse consigo mismo como institución, en sus relaciones al interior… y luego debe salir al reencuentro, directo, franco, humilde, a la reconciliación con su militancia, que no es para nada poca.
Porque los caminos de la lealtad son siempre directos.
Y también porque cuando la batalla se recrudece, se prueba la lealtad del auténtico cuadro dirigente y del genuino militante.
Así que …¡Enhorabuena!…. Una cordial felicitación al PRI y al componente humano que responde por ese instituto en estos momentos. Que el camino de su defensa y reivindicación los mantenga muy unidos.
Y recuérdese siempre, que la lealtad que ha sido comprada con dinero… también puede ser vencida, tarde que temprano por el mismo dinero… no dura mucho.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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