Aún recuerdo la frustración que como seguidor inveterado de la Selección Nacional de Futbol sufrí durante el mundial de Estados Unidos 1994, cuando quien a la sazón era el director técnico de aquel equipo, Miguel Mejía Barón, no supo —o no quiso— modificar su planteamiento táctico e intentar ganar el partido clave, pese a que tenía en el banquillo nada menos que a Hugo Sánchez, el mejor jugador mexicano de todos los tiempos, quien más allá del aire de suficiencia que lo caracteriza, al menos representaba la esperanza de ganar un partido muy parejo y avanzar por primera vez en la historia, a la ronda de semifinales.
Viene a cuento esta evocación por la necesidad evidente que existe de hacer modificaciones, tanto en la alineación como en el “parado” del equipo de Enrique Peña Nieto, a quien se siente atorado en un trance similar a aquel de Mejía Barón, quien no quiso arriesgar y dejó que su equipo “muriera de nada”.
Parece mentira que mientras Peña Nieto parece estar siendo presa del Síndrome de Mejía Barón, hasta Miguel Mancera, considerado por muchos como un político tibio, ha decidido hacer cambios en el medio tiempo, aun cuando, por más que se diga lo contrario, éstos lucen más bien como un reparto de cuotas, tanto a las tribus perredistas como algún guiño a los de Morena, a organizaciones no gubernamentales, a grupos privados e incluso a la mancuerna PRI – Verde Ecologista, así como un reacomodo entre sus cercanos con miras a la sucesión que tendrá lugar dentro de tres años, tanto en el DF como en el País.
Más allá de las dependencias sujetas al golpeteo constante, como las secretarías de Gobernación y Hacienda, donde, sin duda, los funcionarios del gobierno peñista han quedado a deber, el equipo presidencial tiene asignaturas pendientes en ámbitos como la Educación, la definición de un modelo económico y las medidas necesarias para fomentar la creación y consolidación de empresas, el desarrollo de infraestructura de comunicaciones y transportes (pareciera que lo único que necesita el país es un costoso aeropuerto de primer mundo, el cual tendrá un costo enorme que los mexicanos pagaremos durante generaciones), el aprovechamiento de un recurso tan importante como el petróleo por Pemex, creada para ese fin, más allá de las fallidas y cuestionadas licitaciones o concesiones a particulares en este campo y un interminable etcétera.
Es tiempo ya de dejar atrás actitudes timoratas y de arriesgar para ganar, y ello pasa necesariamente por el cambio de actitudes; el ajuste de las políticas que no están funcionando y, por supuesto, el relevo de los miembros del gabinete que no están a la altura de las exigencias de la coyuntura actual. Sabemos que los Vasconcelos, los Justo Sierra y los Yáñez no se dan en maceta, pero a la Secretaría de Educación le hace falta una buena bocanada de aire fresco, un nuevo equipo que proponga soluciones creativas y consensuadas a este sector fundamental para el avance del país, pues el inmovilismo actual y la falta de una visión negociadora e innovadora mantienen empantanado a este sector. Lo mismo puede decirse de secretarías como las de Economía, Energía y Comunicaciones y Transportes, sólo por citar algunas de las más importantes.
unque, por la complejidad y las aristas que plantea la coyuntura, difícilmente habrá avances espectaculares durante los próximos meses en áreas como Gobernación o Hacienda, bien haría Peña Nieto en evaluar si conviene revisar el “parado” del equipo y qué jugadores de relevo deben saltar a la cancha si no quiere pasar a la historia como émulo de aquel entrenador a quien hasta el entonces presidente Carlos Salinas reclamó veladamente que no hubiera hecho los cambios que propios y extraños, legos y enterados, esperaban.
Mucho se habló en meses recientes del llamado Momento Mexicano y de la formidable palanca que representarían las reformas estructurales impulsadas por el actual gobierno. Sin embargo, a tres años de distancia, las perspectivas son poco alentadoras.
Si se quiere aprovechar este potencial impulso tendrá que haber cambios, y pronto.
Muy buen artículo. Coincido plenamente con el autor. Mejor hacer los cambios ahora antes de perder en los penales.