Claudia Rodríguez
Uno de los principales rubros de la reciente reforma laboral, es el reconocimiento de derechos de seguridad social a quienes de forma remunerada prestan un servicio para los quehaceres domésticos de los hogares, y que claro, comúnmente no se trata de ningún miembro de la misma familia para la que se trabaja. El lado positivo para el Estado, es que está en búsqueda de más contribuyentes cautivos, casi sin importar que el tributo se convierta en una verdadera carga para quienes devengan los impuestos.
En la agenda política, aunque no se ha permitido que se visibilice como debiera, también se encuentra el movimiento de quienes abogan para que el trabajo de las amas de casa u hombres al frente de un hogar con dependientes también sea retribuido económicamente, con la consecuencia infaltable de tener un carácter retributivo y también acceso a la seguridad social.
Como trabajo no remunerado en los hogares, es que ha denominado el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), este trabajo que se hace en los hogares, que no se paga y que se convierte en soporte del desarrollo y las actividades de otros miembros de dicha familia.
Existe el trabajo no remunerado de ocupación total y lo que se llama a medio tiempo, lo cual en el segundo caso, repercute en las condiciones pactadas del trabajo remunerado.
De acuerdo al mismo INEGI, con cifras y datos a diciembre de 2018, este trabajo que no se contabiliza pero es de mucho peso, representa el 23.3% del PIB anual, lo que en pesos se traduce en un total de 5.1 billones en nuestro país.
Las asistencias económicas que entregan los Gobiernos no a todas las amas de casa, no representan ni el 1% de su trabajo en pesos y valor social y a la economía. Se tasa por arriba de los 60 mil pesos anuales los tiempos completos de labores no remuneradas en el hogar.
El trabajo en casa tiene una construcción social de que se toma como una responsabilidad personal –sin preguntarle la mayor parte de las veces si se quiere la carga o no–, así que si se le diera un valor económico al trabajo no remunerado de millones de personas, en especial de mujeres, abrevaría al consumo e incluso el bienestar de muchos más.
En países como Finlandia y Holanda en donde se paga hasta por no hacer nada, ya iniciaron desde 2017, con el pago a las amas de casa y a quienes atienden a sus hijos aún con un trabajo remunerado, en otras naciones se empieza a pagar a quienes procrearon hijos –aunque más por un tema demográfico. En México estamos muy lejos de estos escenarios, quizá en primerísimo lugar, por cuestiones culturales.
Acta Divina…En febrero del año 2006, el entonces presidente Vicente Fox, señaló que “el 75% de los hogares de México tienen una lavadora, y no de dos patas o de dos piernas, una lavadora metálica”, haciendo referencia a las mujeres.
Para advertir… No hay valor que marque lo que debe pagarse por una jornada de 18 horas sin tregua y que a la larga no comprometa ninguna contraprestación.
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