Por: José Murat
En las elecciones presidenciales más competidas de Estados Unidos, en la historia moderna de ese país, el creciente voto latino será determinante, el martes de la próxima semana, para inclinar el fiel de la balanza entre la candidata Kamala Harris, del Partido Demócrata, y Donald Trump, del Partido Republicano, quien busca la reelección diferida.
La composición étnica de ese país se puede dividir entre un 60 % de población de origen europeo y un 40 % resultado de mezclas étnicas de diferentes orígenes. Dentro de estos segundos se encuentra la población hispana, que representa un 18,5 % de la población de Estados Unidos, casi la quinta parte del total, y que según las proyecciones pronto será la cuarta.
Por eso el peso específico de la población latina en las elecciones de Estados Unidos es significativo y cada vez en mayor escala, con un impacto cada vez mayor en los resultados electorales y las estrategias de campaña. Su influencia es particularmente fuerte en estados clave como Florida, Texas, Arizona, Nevada y California, donde existe una gran concentración de votantes hispanos.
Históricamente los votantes hispanos se han inclinado por los candidatos del Partido Demócrata, en las elecciones presidenciales y legislativas, pero esta preferencia no es uniforme y puede variar según el subgrupo étnico y la región. Esta vez los estudios de opinión apuntan en el mismo sentido, pero el porcentaje de participación podría variar, y ahí estaría la clave para determinar el resultado en estados de votación muy cerrada e incierta: con la designación de Kamala Harris como candidata del Partido Demócrata se detectó un aumento de registros de posibles votantes de origen hispano. La organización Voto Latino, dedicada a impulsar el voto entre los hispanos, ha percibido un aumento del 200 % en el registro de nuevos electores desde que se dio el relevo en la candidatura del Partido Demócrata.
El resultado importa mucho a México, por razones geográficas, comerciales, de seguridad continental, y de derechos humanos, por la suerte de más de 25 millones de mexicanos, de primera y segunda generación que viven, estudian y trabajan, siempre en términos de una lógica de balance positivo para el país anfitrión y sin una correspondencia recíproca para los inmigrantes y sus descendientes, hasta ahora.
Está pendiente una reforma migratoria que planteó la administración feneciente, como oferta de campaña y aún como iniciativa gubernamental al inicio de la gestión, y nada mejor sería para ambas partes de la ecuación, país anfitrión- población inmigrante, que un amplio programa de regularización fuera el sello del gobierno que emergerá de las urnas en esta ocasión, de resultado tan incierto.
Desafortunadamente, las presiones de los sectores de ultraderecha del país vecino hicieron que, a lo largo de la campaña, en distinto grado, el mensaje antiinmigrante predominara en ambos contendientes. Esperemos que, recibido el mandato, la legislación, las políticas públicas y las acciones gubernamentales, sean en la dirección que marcan la racionalidad y la justicia, para quienes no han hecho más que contribuir a la prosperidad económica y la diversidad cultural de la mayor potencia comercial, tecnológica y de innovación en el mundo.
En materia comercial, el resultado electoral importa mucho también, según ganen las posturas a favor del libre comercial entre los países del bloque de América del Norte, o el proteccionismo de la derecha de Estados Unidos se imponga y se restrinjan los términos del actual T-MEC.
De acuerdo con cifras oficiales del Banco de México, el intercambio comercial (exportaciones e importaciones) de México con Estados Unidos y Canadá cerró en 776,754 millones de dólares en el 2023, y la dinámica al alza se mantiene este año, pues México en los primeros siete meses de 2024 se consolidó como el primer socio comercial de Estados Unidos, superando a Canadá y China, con un intercambio con valor de más de 486 mil millones, según datos divulgados por la Oficina del Censo de Estados Unidos, y citados por este medio nacional que nos permite un espacio para hacer estas reflexiones.
El país de mayor peso en este intercambio es Estados Unidos, pues el comercio bilateral de México-Estados Unidos fue de 745,623 millones de dólares el año pasado. Las exportaciones de México al país vecino se ubicaron en 490,183 millones de dólares y las importaciones en 255,439 millones.
Lo anterior significa que la relación comercial es cuantitativamente favorable México, con un superávit anual de 234,744 millones de dólares y de 135 mil millones de dólares en los primeros siete meses de este año, pero con sectores económicos y sociales muy afectados en nuestro país, como el del campo, y especialmente la producción de granos básicos, como hemos apuntado siempre.
En suma, la próxima semana se decide el destino político y económico de Estados Unidos, con un impacto significativo en México por la relación geográfica, comercial y cultural de nuestros países. De manera particular, mis mejores deseos de un mejor trato, laboral, migratorio y humano para los millones de mexicanos y ciudadanos de origen mexicano que dan lo mejor de sí en cualquier lugar en se encuentran.