LOS CAPITALES
Por EDGAR GONZALEZ MARTINEZ
La relación de México con el vecino del norte es muy importante para ambos países, pero ya no estamos asociados con la primera potencia del mundo. La forma como China a respondido a las amenazas del presidente Donald Trump, reacción muy diferente a la del resto de los gobiernos del mundo, nos indica el poderío económico, comercial, político y militar del gigante asiático. Es, indudablemente, un país con un gobierno que no necesita alardear de su poderío. Saben lo que tienen y la contraparte, también lo sabe.
Después del lunes negro, cuando las bolsas del mundo cayeron en “picada”, ante la reacción de China de responder con más aranceles a las amenazas de Trump. Hemos vivido jornadas marcadas por una profunda dislocación de los mercados financieros globales, los operadores e inversionistas enfrentan una nueva fase de volatilidad e incertidumbre, desencadenada por la implementación de aranceles generalizados por parte de la administración del presidente Donald Trump, y la rápida respuesta de China, elevando aún más la tensión geopolítica y comercial. El impacto se ha sentido de forma transversal en los activos de renta variable, renta fija, divisas y materias primas, dejando entrever un panorama global fracturado y un sistema financiero en búsqueda de nuevos puntos de equilibrio ante un entorno cargado de riesgo sistémico.
En Estados Unidos, nos dicen analistas de LATAM, el dólar cayó con fuerza por segundo día consecutivo, hundiéndose frente a la mayoría de sus contrapartes, especialmente el dólar canadiense (USD/CAD por debajo de 1.4200) y el yen japonés, como consecuencia de las crecientes preocupaciones sobre una recesión inminente. La curva de rendimientos del Tesoro estadounidense reflejó el pánico de los inversionistas: el rendimiento del bono a 10 años subió 5 puntos básicos hasta 4,35%, acumulando un alza de más de 40 puntos básicos en la semana, mientras que el bono a 30 años superó momentáneamente el 5%, nivel no visto desde noviembre de 2023. Las ventas masivas también se extendieron a los mercados de deuda del Reino Unido y Japón, con los rendimientos británicos alcanzando máximos desde 1998 y los bonos japoneses a 40 años marcando récords históricos.
El S&P 500 registró una caída superior al 12% para la jornada del martes, el retroceso más abrupto desde que se anunciaron los aranceles globales la semana anterior. El volumen negociado fue igualmente excepcional: más de 23 mil millones de acciones cambiaron de manos en una sola sesión. Paralelamente, los futuros de acciones estadounidenses oscilaron entre ganancias y pérdidas en la mañana del miércoles, reflejando la extrema cautela del mercado. Analistas coinciden en que preservar capital en condiciones de alta incertidumbre es la estrategia más prudente.
A corto plazo, los mercados -no hay duda- seguirán dominados por la volatilidad y el flujo hacia activos defensivos. El desplome de los mercados bursátiles, la caída de gigantes tecnológicos y el incremento de los costos de financiamiento anticipan una desaceleración económica profunda en la segunda mitad del año. A mediano plazo, la combinación de proteccionismo agresivo, pérdida de confianza en la deuda soberana estadounidense y debilitamiento del comercio internacional, podría desembocar en una recesión sincronizada entre las principales economías del mundo.
En este escenario, los inversionistas deberán priorizar estrategias de preservación de capital, rotación sectorial hacia industrias protegidas y una mayor asignación en activos duros, como metales preciosos. La era de los rendimientos fáciles y la globalización como axioma ha llegado a su fin. Comienza una etapa de resiliencia, selección rigurosa de riesgos y profunda reconfiguración del sistema financiero global.
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