Yo Campesino / Cada vez peor
• Falta de crecimiento, caprichos presidenciales y desperdicios, crecen deuda
Miguel A. Rocha Valencia
Ya todos sabemos que el pago del servicio de la deuda pública de México será este año de billón 300 mil pesos si se mantiene la actual paridad cambiaria y que junto con los programas sociales gravitarán en el desempeño del gasto y obviamente de la economía. La esperanza es que llegue mucha inversión directa que sustituya la que no podrá hacer el gobierno en obras básicas. No habrá dinero para obras “emblemáticas” o faraónicas, aunque a diferencia de las actuales si tengan viabilidad financiera como negocio o sean de una real utilidad pública.
Tan es así que el propio Fondo Monetario Internacional decidió disminuir la proyección de “crecimiento” para México en este y el siguiente año en el cual no habrá ningún tipo de consolidación fiscal precisamente por el desequilibrio en las finanzas públicas provocado por la voracidad del ganso por el dinero prestado y dejará al país con un adeudo que supera el 52 por ciento del PIB con todo y su bajo crecimiento.
Porque no solo se trata de pagar los intereses de los casi 18 billones de pesos con que cerrará el sexenio del tlatoani tabasqueño sino que existen partidas comprometidas con las pensiones, las institucionales de siempre y el incremento de las del “bienestar” que “alguien” deberá pagar a fondo perdido, es decir, todos los mexicanos quienes a estas alturas debemos per cápita más de 260 mil pesos y contando, porque los intereses crecen todos los días, en especial de la deuda contraída en los dos últimos años a razón del 11 por ciento.
Para cualquier aspirante a gobernar el país, lo que se viene es una auténtica película de terror que va más allá de los 200 mil asesinados que dejará el gobierno del mesías tropical pues no sólo se secaron todas las fuentes posibles de financiamiento, incluyendo los fondos de contingencias sino también dineros privados donde van incluidas afores no reclamadas, fideicomisos y las deudas pendientes de los causantes.
Y como tampoco viene una reforma fiscal, esperemos las presiones que vendrán para quienes ya cotizamos al fisco, se aplicará la operación “exprimir” con “facilidades” pero con la amenaza de recargos y confiscaciones por el no cumplimiento de las obligaciones con el SAT. No hay de otra o mejor dicho si la hay, pero como los de Hacienda trabajan desde el escritorio y se dan vuelo cobrando multas porque son para ellos, será difícil que se metan a una gran cruzada de cobro en la calle a los informales. Recordemos que más de la mitad de la PEA está en una situación irregular incluyendo empresas que decidieron salirse a “la banqueta” para no pagar.
El caso es que mientras no se mueva el peso de manera drástica la situación es muy delicada pero bajo control como diría el secretario de Hacienda Rogelio Ramírez de la O quien en sus precriterios económicos para el año próximo año recomienda disminuir, recortar en casi 800 mil millones de pesos el presupuesto de egresos dado que según él ya no estarán los gastos de los caprichos presidenciales como el Tren Maya, Dos Bocas, el AIFA y Mexicana, aunque sí los subsidios para mantenimiento, renta y nómina que sumarán varios miles de millones.
Desde luego no hay que olvidar los gastos obligados como los de pago de nóminas a burocracia, las quitas fiscales a Pemex cuya contribución a la bolsa de ingresos bajará en 50 por ciento, pero sí se le dará dinero fiscal para pagar proveedores y algo de los 106 mil millones de dólares que debe. Igual con CFE donde ya se determinó privilegiar la generación de energía con combustibles fósiles.
Tal vez por ese panorama tan difícil que dejará el caudillo de Macuspana a quien le suceda es que el FMI prevé un camino alcista en el endeudamiento de México. Ni los 40 mil millones de las afores serán paliativo porque estamos hablando de mucho dinero solo para que el gobierno se mueva y cumpla con los programas clientelares que en vez de frenarse o reducirse van a crecer porque como son derechos deben ser “progresivos” y aumentarán y ampliarán como es el caso de las pensiones del bienestar.
De tal suerte que la deuda neta pasará del 47.9 del PIB al 50.3 por ciento y alcanzará en 2029 más del 50.8 por ciento, aunque en pesos y centavos o dólares, las cifras se vuelvan astronómicas. Y eso si en realidad se disminuye el déficit fiscal de casi seis por ciento que deja de herencia el actual machuchón de Palacio Nacional. Difícil sin duda independientemente del proyecto de traiga quien llegue a la Presidencia. Le dejan una mesa de opciones muy raquítica y muchos problemas económico-financieros bajo la alfombra. Veremos.