GONZALO GARCIA RAMIREZ
agosto de 2022
Además de investigador de campo, tipo los del INEGI, fui gestor para estudios socioeconómicos. Cuando me aceptaron para esa vacante, honestamente, la palabra gestor únicamente la relacionaba con la palabra “gestión”, pero así se les llama a los representantes de Recursos Humanos (RH) que hacen un reporte del entorno social, económico y profesional de alguien que va a entrar a trabajar. Más bien, debo puntualizar, que esas herramientas a la hora de la contratación eran útiles –que no determinantes– a la hora de darles el “sí va”. Y digo eran, porque con esto de la austeridad republicana de la 4T, hasta la llamada iniciativa privada ha recortado gastos y personal, pues de que lo que se trata es de “ahorrar” ¿o no? Eso se pega. Se contagia, pues.
Si por tu casa, los vecinos de enfrente comienzan una remodelación de su fachada, es muy probable que algún otro vecino, en las semanas subsiguientes, también remodele su vivienda. Luego entonces, si en nuestro país hubo, contados por miles, gobiernos “gastalones”, pues había funcionarios públicos “gastalones”. Si en México veíamos que se anunciaba una mega obra, como un puente para conectar dos barrancas, de unos 200 a 500 metros y se pregonaba que hay muchas de estas obras de infraestructura en otras partes del mundo, esa idea nos hacía creer que íbamos camino a también ser un país del primer mundo. Y respecto a la Cuarta Transformación, si se han suprimido plazas que aún existían hasta 2018 o fideicomisos o direcciones generales adjuntas, es de entenderse que se busca contagiar este “ahorro de gastos” para que estados y municipios hagan lo mismo. Si el gobierno actual lo ha ido haciendo, vemos cómo la IP también ahorra gastos.
Sucedió entonces en algún momento en que la empresa para la que yo trabajaba me dijo que ya no se iban a realizar estudios socioeconómicos. “capuff”, pues. Creo, con riesgo de parecer exagerado, que esa herramienta para las áreas de RH debería regresar a los escritorios. Debieran seguirse costeando esto. No es el equivalente a despilfarrar dinero. Tampoco determinan los socioeconómicos una contratación, pero ayudan, cumplen o cumplían su función.
Corría el año de 2014. Creo lo leí en el Aviso Oportuno de El Universal. Afortunadamente me dieron el trabajo. Lo malo, siempre lo malo son los traslados. Lo bueno, era que a las oficinas iría solo una vez por semana. Mi trabajo lo mandaría vía correo electrónico. Y lo malo eran los traslados porque yo viviendo en el sur –siendo casi, casi vecino de por donde vive la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum—y trasladarse hasta la zona norte, no era agradable. Y luego había que adentrarse hasta Occipaco, en el enorme municipio de Naucalpan, hoy mal gobernado por la gris y antipática de Angélica Moya. Pero para 2014, en esa municipalidad los apellidos Durán Reveles eran el equivalente a familia de prestigio y renombre por haber logrado que ya no siguiera el dominio de los otrora poderosos caciques del PRI, Enrique Jacob Rocha y Mario Ruiz de Chávez, sólo por mencionar a dos de ellos.
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Regresando al tema inicial de esta perorata, les cuento que fui a Morelia por segunda vez en mi vida. Corría la primera mitad de ese 2014. Lo recuerdo casi con precisión porque por esas fechas había fallecido misteriosamente Hugo Sánchez Madrigal, hijo del más grande futbolista que ha dado sueño azteca al mundo, el pentapichichi. El mexicano que era modelo a seguir, ya que de menos había “conquistado” miles de seguidores en España. Al pentapichichi lo vimos crecer y tener una proyección internacional en el equipo de Pumas de la UNAM. Lo vimos en varios mundiales de futbol. Claro está que no ha sido el mejor representante nacional en el exterior –en cuestiones del futbol– pero sí es uno de los que más ha puesto en “alto” el nombre de México.
Para contratar a ese físico matemático me mandaron con todo y viáticos a la hermosísima ciudad de Morelia. Allá vivía él y que se había prospectado para entrar a Grupo México. Como gestor de estudios socioeconómicos también visitamos a los llamados “becarios” (profesionistas apenas egresados de las escuelas de estudios superior) pero esa es harina de otro costal. Visitaba así Morelia. Viajé en uno de esos modernos autobuses, cuyo dueño Roberto Alcántara Rojas, me entero ahora, es nacido en Acambay, cerca del llamado valle de Toluca. De momento, ni voy a hablar de las líneas de camiones de la familia Alcántara, ni ahondaré en cuestiones políticas respecto de la legendaria ciudad de Morelia. Únicamente, diré que durante un tiempo se le llamó Villa Valladolid. No tengo los datos precisos, pero recuerdo que el nombre de José María Morelos y su estancia en lo que hoy conocemos como Morelia, influyó para que se quitara Valladolid y quedará el nombre con el que se conoce en donde se asienta la capital del estado de Michoacán.
Lo que sí sé con certeza es ese físico matemático entró a trabajar para Grupo México y debió cambiar su lugar de residencia. Dejar “la Ciudad de la cantera rosa”, salir del “Jardín de la Nueva España” y venir a radicar a la capirucha. Obviamente, estuvo en la CDMX, pero luego lo han de haber mandado a brindar sus servicios a algún estado del norte, en donde se asientan las mayores de las instalaciones industriales de todo el conglomerado que es GMéxico.
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Yo lo único que sé acerca de Grupo México, es que a uno de sus dueños, Germán Larrea, no es común verlo en eventos públicos. Creo que al gran humanista Lorenzo Servitje, nada menos que fundador de Bimbo, si se le llegaba a ver en público. Me tocó también ver que otro Lorenzo, éste Zambrano, de Cemex, sí era proclive incluso a dar entrevistas, ya fuera medio local, estatal o nacional. Pero de Germán Larrea poco se sabe.
Buscando sobre esta enorme empresa en Google, me sorprendió lee en esta página lo siguiente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Grupo_M%C3%A9xico
“El 9 de julio de 2019, Grupo México fue responsable del derrame de 3 metros cúbicos o 3 mil litros de ácido sulfúrico al Mar de Cortés en Guaymas, Sonora, a casi 5 años del derrame de 40000 metros cúbicos de cobre acidulado en 2014. El 15 de julio, 5 días después de que la empresa hiciera pública su responsabilidad por el derrame, sus acciones en el mercado descendieron 4.41%, que equivalen a 16,900 millones de pesos mexicanos”.
La anterior cita que alude a una tragedia ecológica, sucedió en el estado de Sonora. Giremos un poco el mapa y vayamos a Coahuila. Esa enorme planicie que colinda con Chihuahua, Durango y Zacatecas. Estado gobernado, hasta hace poco por los Moreira. La historia cuenta que respecto a Chihuahua, en tiempos –antes o después—del porfiriato, se conocía por muchos la frase: “¿Creel es de Chihuahua? No, el territorio de Chihuahua es de Creel”. En Chihuahua, a principios del siglo pasado, eso mismo se decía acerca de la famosísima familia de apellido Terrazas. Pero como aquí de lo que se trata es “poner el dedo en la llaga”, podemos hacer el traslape y decir: ¿en qué estado dicen que está la mina siniestrada? Respuesta: en Coahuila, si ese estado de los Moreira.
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Para muchos egresados de las universidades debe ser un verdadero privilegio integrarse a las filas de un corporativo como éste. Pero habría sido útil, a los ojos de la opinión pública, que la experiencia y fortaleza de Grupo México hubiera hecho acto de presencia, ahí en Palacio Nacional, para decirle al jefe del Ejecutivo en turno: “señor presidente, nos ponemos a sus apreciables órdenes” para contribuir con personal o maquinaria y tratar de rescatas a los mineros. Al momento de la tragedia en Coahuila, algunos de ellos lograron salir con vida. Hoy, aún se desconocen datos esperanzadores de ese grupo de trabajadores perdidos en El Pinabete de Sabinas.
No se puede expresar mayor indignación que la ya conocida, al enterarnos que el gobierno de López Obrador tardó en aceptar ayuda de otras partes del mundo para atender esta casi emergencia nacional: ¿dónde están los mineros sepultados? ¿podemos esperar y no perder la esperanza de rescatar sus cuerpos, para la llamada “cristiana sepultura”? ¿Se debe asignar dinero y más personal para iniciar una campaña nacional de revisión de las condiciones de trabajo en las minas de nuestro país? Hasta ahí estas ignoradas interrogantes. Ya habrá tiempo para cuestionar aún más a las autoridades gubernamentales.
GONZALO G IZTAMAZATZIN
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