El reciente periodo de campañas electorales puso sobre la mesa infinidad de temas que naturalmente desembocaron en polémica, la grave asignatura de la seguridad pública y el destino de la Guardia Nacional (GN), así como la propuesta de que se integre bajo el mando de la SEDENA, no fueron la excepción. Los detractores aducen a una militarización de la vida pública en México, así como a que las fuerzas armadas invaden espacios que corresponden a la esfera civil.
Ahora que la presidenta electa ha confirmado la transferencia de la Guardia Nacional a la SEDENA, es oportuno reflexionar sobre su origen y destino.
Los intentos previos de organizar un cuerpo similar derivaron en estrepitosos fracasos, la Policía Federal de Felipe Calderón, a pesar de los incontables recursos humanos, financieros y materiales con que fue dotada, no prosperó, sus mandos no estuvieron a la altura del reto, se les acusó de corromperse y no pocos de ellos, incluyendo a su titular se encuentran en prisión.
El presidente Peña Nieto a su vez, intento echar a andar la Gendarmería, siguiendo el modelo francés, pero este esfuerzo tampoco tuvo éxito. Es durante la actual administración que se ordenó la integración de la Guardia Nacional, que si bien como señalan diversos expertos tuvo un nacimiento atropellado, también es cierto que es el más sólido modelo en la materia y que se ha llegado a constituir con un formidable estado de fuerza, por ello, señalan los mismos expertos ahora es obligado robustecerla, fortalecerla y que se consolide para bien de todos los mexicanos.
Para comprender la presencia de la Guardia Nacional en la sociedad mexicana, es necesario remontarnos al pasado. A lo largo de los trescientos años del virreinato de la Nueva España, existió siempre el amago de que los enemigos de España invadieran lo que hoy es México, sin embargo, la corona siempre desconfió, de mantener un ejército numeroso en la Nueva España que pudiera ser cooptado por ánimos independentistas, particularmente de los criollos, y en el actual territorio mexicano, por increíble que parezca nunca hubo más de 8000 soldados del rey. Las necesidades de coadyuvar con las tropas permanentes y dotar de seguridad a los caminos y distintas regiones derivaron en la creación de milicias provinciales de voluntarios, ahí surge el antecedente más antiguo de la Guardia Nacional en nuestro país.
Tras la independencia, se formó la Guardia Nacional, y sus efectivos no solo continuaron con las tareas de seguridad interior de las milicias provinciales, sino que se batieron con extraordinario valor durante la invasión norteamericana, posteriormente al estallar la Guerra de Reforma, los guardias nacionales constituyeron en grueso del ejército juarista, al unirse la mayoría del ejército profesional al bando conservador. Probablemente su momento más recordado fue su brillante actuación en la batalla del cinco de mayo de 1862. En un México donde las tropas tuvieron su origen en la leva, los guardias nacionales destacaron por ser voluntarios. Porfirio Díaz suprimió a la Guardia Nacional y en cambio formó los cuerpos de rurales que dependieron de la secretaria de gobernación.
La revolución dio origen a otras corporaciones como las Defensas Rurales, pero la Guardia Nacional no fue restablecida hasta la presente administración a pesar de estar contemplada en la Constitución. Ya pocos lo recuerdan, pero durante el debate presidencial de 1994, Diego Fernández de Cevallos, candidato del PAN, propuso la rehabilitación de la Guardia Nacional, es importante recordar también que, durante pasadas administraciones, brigadas enteras de policías militares fueron comisionadas a labores de seguridad pública lo cual para efectos prácticos se puede considerar como el embrión de la Guardia Nacional.
Es del dominio público que las policías en México, están generalmente corrompidas, que sus elementos no cubren los perfiles adecuados, que no cumplen con los exámenes de control y de confianza, que su condición física tampoco es óptima, aunado a lo anterior no cuentan con el adiestramiento, equipo y lo más importante con los valores, espíritu de cuerpo y compromiso de los hombres y mujeres que integran a las fuerzas armadas. Aquí también surge una pregunta obligada: sin importar la filiación partidista, ¿a qué político se le pueden confiar 120,000 fusiles? Ya tenemos el antecedente de Genaro García Luna.
Por ende, la institución con capacidad para mandar y operar a la Guardia Nacional es la SEDENA con el apoyo de la Armada. Si bien es cierto que la proximidad social es una prioridad, solo los mandos militares pueden garantizar el desempeño estratégico, táctico, logístico y orgánico que garantice el éxito de la Guardia Nacional. De igual manera la seguridad social militar tiene sin ningún problema la capacidad de cubrir los derechos y necesidades de los guardias nacionales, rubro que dotara de mejor calidad de vida para ellos y sus familias.
A todo lo anterior se añade algo fundamental y que sin duda alguna coronará el éxito del proyecto de la Guardia Nacional, ahora los jóvenes hombres y mujeres que serán oficiales de la GN, se están formando en el Heroico Colegio Militar, bajo mismo eje académico, filosófico y militar que sus pares del ejército, evidentemente con un acento especifico en su materia, pues egresan como Licenciados en Seguridad Pública y no como Licenciados en Administración Militar como sus compañeros del ejército.
Por todo lo anterior, los mexicanos debemos congratularnos de que la Guardia Nacional forme parte de la SEDENA, se debe añadir que la Guardia Nacional no es un invento nuevo, ha estado presente de manera preponderante en los momentos graves de nuestra historia y es un modelo probado de éxito, no en vano la Guardia Civil española, la Gendarmería francesa y los Carabinieris italianos son ramas de las fuerzas armadas de sus respectivos países.