Yo Campesino / Miseria cuatrotera
• Hay 35 millones sin ingreso suficiente y 34 millones carecen de seguridad social
Miguel A. Rocha Valencia
Los datos del Inegi y Acción Ciudadana Frente a la Pobreza colocan a México como la “República de la precariedad”, lo cual indica que la 4T logró el objetivo de convertir a nuestro país en una nación de pobres laborales y en salud.
Pero además en ese grupo de 69 millones de personas que significan casi la mitad de la población, se ubican el mayor índice de enfermedades “de pobreza” como la desnutrición que se calcula alcanza a 11 millones de mexicanos, con sus consecuentes secuelas en salud, aprendizaje y menores capacidades para mejorar sus niveles de sobrevivencia.
Es en ese segmento donde se concentra la caída en la esperanza de vida que en los últimos tres años pasó de 75 años a 71 años. La región sursureste concentra a casi 11 millones de personas en pobreza laboral y un número similar sin servicios de salud.
Uno de los factores determinantes es la indefensión laboral, ya que a nivel nacional, según datos estadísticos, existen más de 18 millones de personas con salarios fijo, pero carentes de contrato, en tanto que hay 31 millones de trabajadores, 87 por ciento de la planta “formal” que no cuentan con una organización gremial que defienda sus intereses, a lo cual se suma la lentitud de los procedimientos de reclamo ante las juntas locales de Conciliación y Arbitraje, incluyendo a las respectivas Secretaría de Trabajo estatales y federal.
De ese universo, en la zona centro de concentran cerca de cinco millones de personas que con todo y tener trabajo fijo, carecen de contrato y ocho millones más, no tienen filiación sindical. El Estado de México ocupa el “primer lugar” con cinco y cuatro millones respectivamente.
Es decir que, pese al discurso del mesías tropical de primero los pobres y la defensa del trabajo, la realidad indica que la miseria se extiende no sólo en los deciles acostumbrados al desempleo y marginación social, sino que se acentúan incluso en quienes sí tienen una ocupación fija.
Tan es así que, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, los programas sociales no sólo mejoraron la situación de los mexicanos sino la empeoraron y se le añadió un factor de improductividad creciente en los dos últimos años.
Tan es así que, en su medición de la política social y la pobreza, Coneval establece que de 2018 a 2020, el porcentaje de población empobrecida pasó de 41.9 a 43.9 lo cual representa un aumento de 3.8 millones de personas que pasaron de 51.9 a 55.7 millones de personas en miseria, en sólo dos años.
Lo peor y como reflejo de los programas sociales, en el mismo periodo la población en pobreza extrema pasó de siete a 8.5 por ciento.
Por eso cuando el mesías tropical presume “logros”, se ha de referir al incremento de su clientela laboral, que aumenta conforme se extiende la pobreza. De hecho, a pesar de repartir dinero gratis, la línea de pobreza se hace cada vez más grande tanto que a enero de este año tenía una variación mayor que alcanzó 13.9 por ciento en el sector rural y 12.8 en el urbano.
Si eso es un “logro”, la verdad es que el machuchón tabasqueño es todo un genio pues su intención obvia de hacer depender al mayor número de mexicanos de las dádivas institucionales a fondo perdido y con lo cual se sacrifican las posibles inversiones públicas generadoras de empleo, crecimiento y desarrollo, resulta efectivísima aunque en los “otros datos” intente cambiar los conceptos económicos por conceptuales de “felicidad” con la que intenta convencernos de que con la austeridad republicana y / o franciscana, estaremos mejor.
Concepto que además, sólo aplica en los “bueyes de mi compadre” pero no en la familia presidencial donde el uso de los recursos públicos y del poder, se vuelve evidente y hasta cínico, magnificándose ese hecho entre los cercanos donde el dinero presupuestal se emplea para campañas, fomentar el culto a la personalidad, pagos millonarios a asesores para golpear al contrario o competidor y desde luego, para cambiarse hasta el “modito de andar” como sucede con la corcholata preferida del caudillo de Tepetitán.
En cambio, ni con las dádivas oficiales que incluyen becas, pensiones, ayudas y demás, disminuyen los niveles de miseria, como lo muestran los resultados de Inegi, Coneval y el coordinador de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, Rogelio Gómez Hermosillo, donde la precariedad aumenta lo mismo que la incapacidad de adquirir la canasta básica y servicios de salud.
Si ese es el México que quiere el Profeta de la 4T, lo está logrando. Yo, no lo acepto.
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