Así tituló con justicia, Don Martín Luis Guzmán la soberbia biografía que publicó en 1932 sobre Francisco Xavier Mina, aquel formidable joven y guerrero navarro que vertió su sangre por las independencias de España y de México. La cruenta y larga guerra de independencia, llegó a manifestar visos de una contienda civil, esto porque a pesar del marcado sistema de castas y la preponderancia de los peninsulares sobre los americanos, los trescientos años del virreinato lograron afianzar solidos vasos de comunicación e identidad entre los muy diversos súbditos del Rey de España. Por lo tanto, no fue extraño tener al Cura Hidalgo vitoreando a Fernando VII o a americanos peleando bajo el estandarte de la Cruz de Borgoña. Caso distinto fue el de Mina, pues previamente ningún lazo lo unió con la Nueva España, sus motivaciones correspondieron a la congruencia de sus principios y a sus ideales de libertad.
La participación de Mina en la lucha de independencia de México fue breve. Apenas poco más de medio año, pero no por ello dejó de entrañar un momento de primer orden para la causa de la independencia, el guerrillero español dio a los insurgentes una bocanada de oxígeno y afianzó la moral cuando todo parecía perdido, su presencia fue sin lugar a duda un momento decisivo en el Periodo de la Resistencia de la Guerra de Independencia.
Es importante recordar que la primera etapa de la lucha representó un incendio en una pradera, pero fue un periodo breve que corrió de septiembre de 1810 a la derrota de las huestes de Hidalgo en Puente de Calderón en enero de 1811, de ahí a su captura en Acatita de Baján y posterior fusilamiento en Chihuahua el 30 de julio de 1811.El Generalísimo Morelos tomó la bandera de la insurgencia y convertido en el “Rayo del Sur” llevó a cabo cuatro magnificas campañas militares, en su faceta de estadista encarnó los cimientos del Estado Mexicano, al convocar al Congreso de Anáhuac en Chilpancingo donde leyó los “Sentimientos de la Nación” y proclamó la Independencia de la América Septentrional, posteriormente se promulgó la Constitución de Apatzingán. Esta gloriosa segunda etapa concluyó con la captura de Morelos el 5 de noviembre de 1815 y su dramático fusilamiento el 22 de diciembre de ese mismo año en San Cristóbal Ecatepec.
La muerte de Morelos, significó el más duro revés para la insurgencia, la lucha entró en un periodo de impasse, en el cual España parecía tener otra vez a la joya de su corona bajo control, infinidad de insurgentes se acogieron a la amnistía del virrey y los rescoldos de la guerra fueron avivados apenas por Vicente Guerrero que hizo de las montañas del sur su reducto inexpugnable y Guadalupe Victoria, quien combatió en Veracruz, cuando fue cercado y derrotado se internó en la selva desde donde resistió como un Robinson Crusoe, a este periodo se le conoce como el de la Resistencia.
Es aquí cuando entra en escena Francisco Xavier Mina, quien nació el 1 de julio de 1789 en el entorno de una familia de agricultores acomodados originarios de Otano en Navarra, fue a su vez sobrino del también Guerrillero Francisco Espoz y Mina con quien combatió años más tarde. La posición de sus padres permitió que lo enviaran a estudiar a Pamplona donde conoció al entonces Coronel Aréizaga quien organizaba una tertulia donde explicaba a un grupo de jóvenes el curso de las guerras napoleónicas. Mina era un asiduo a dichas tertulias y de ahí pasó a Zaragoza a estudiar Derecho, donde lo sorprendió la invasión napoleónica a España. Mina entonces se unió a su mentor para combatir a los franceses sirviendo bajo su mando hasta que, al año siguiente, Aréizaga le encomendó formar el legendario Corso Terrestre de Navarra.
Aquí es donde el joven estudiante de Derecho muta en un militar probado y sus estrategias y tácticas destacan como un referente del concepto moderno de la guerra de Guerrillas. Su popularidad se convierte en un activo para la causa española y en un dolor de cabeza para los franceses que destinan hombres y medios para combatirlo. A mediados de 1810, Mina con una pequeña escolta es sorprendido por el enemigo, trabaron combate, pero fue herido y hecho prisionero. Los franceses lo enviaron prisionero al famoso Castillo de Vincennes, pero no perdió el tiempo, se hizo pupilo del General Víctor de Lahorie, preso político y quien le dio lecciones del arte de la guerra.
La derrota de Napoleón supuso su libertad y vuelta a España, paradójicamente a pesar de ser un héroe de guerra, su presencia en su tierra se volvió incompatible con el talante absolutista de Fernando VII, Mina fue fiel y congruente con sus principios de libertad, el monarca lo persiguió y Mina debió huir exiliado a Londres. En la capital británica conoció al novohispano Servando Teresa de Mier, exiliado también y activo insurgente. Fray Servando lo convenció de unirse a la causa insurgente y organizaron una expedición para ir a luchar a México. Desembarcaron en abril de 1817 en Soto la Marina, donde dejó una pequeña guarnición y a Fray Servando. También lanzó un manifiesto aclarando que no combatía a España sino al tirano. Se internó a territorio mexicano combatiendo a los realistas en territorio potosino, Zacatecas y el Bajío.
Se unió después al insurgente Pedro Moreno y defendieron el Fuerte del Sombrero cercano al actual Lagos de Moreno del ataque realista. Mina y Moreno lograron romper el cerco y avanzaron hacia Guanajuato con el objetivo de tomar la ciudad minera. No lograron entrar en Guanajuato refugiándose en el Rancho de El Venadito, donde las tropas realistas los sorprendieron el 27 de octubre de 1817. Moreno fue muerto en la acción y Mina hecho prisionero, los españoles lo pasearon como trofeo hasta que el 11 de noviembre de ese mismo año lo fusilaron por la espalda en Pénjamo.
El destino de quienes quedaron en Soto de la Marina, no fue mejor, fueron hechos prisioneros, Fray Servando continuó con su vida de sacrificios por su patria, pero esa es otra historia. Mina con su sangre avivó, como atinadamente se dice, la llama de la Independencia de México en el periodo de la Resistencia, hoy con justicia y honor sus restos descansan en el mejor sitio posible, la Columna de la Independencia en el Paseo de la Reforma.