Dentro de la incalculable variedad de actitudes políticas de ésta Cuarta Transformación de la República, existen Siervos de la Nación que pretenden perpetuarse en el poder, desconociendo el contenido que radia en nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Jamás han querido ilustrarse con esas luces que emanan de esa Carta Fundamental. Lo que pretenden es el poder: continuar gozando de él y luego ya veremos qué. Para ello o antes de ello tendrían que saber lo que hasta la fecha ignoran y es que nuestra Carta Magna es el primer Código Político Social del mundo y que hay que conocerlo, aplicarlo y respetarlo.
La decisión que adoptan esos Siervos de la Nación, siempre es a la inversa. Primero el poder y luego la Constitución. Esos gobernantes son la clientela al fracaso en las próximas elecciones. Pero insisto, repudian el espíritu de nuestra Ley de Leyes.
El pueblo de México en el devenir de su historia, ha convertido la intolerancia política más agresiva, a la tenue solución de resolver sus problemas con base en el contenido de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Por ello, siempre resulta grato comprobar y ratificar lo que bien se sostiene de manera congruente.
Ahí les va la historia:
La primera Revolución político-social del pasado siglo, fue sin lugar a dudas, la nuestra, la de nuestro México. Proclamó las necesidades y aspiraciones de nosotros el pueblo, hasta plasmar el alma de la Constitución de 1917, en cuya trama se contienen relucientes programas de reformas sociales que hasta la fecha aportan luz a ésta gran Nación.
A diferencia de algún político que dice haber estudiado en nuestra Universidad Nacional Autónoma de México y que insanamente pretende dar continuidad a su poder, muchos de los que si estudiamos —mal o bien— sabemos que la teoría social integrada en nuestra Carta Magna, emerge de documentos histórico nacionales:
Por mencionar, sólo algunos, diremos que resaltan; el Plan del Partido Liberal, del mes de julio de 1906; el Plan de San Luis Potosí, de finales de 1910, el cuál prohíbe la perpetuación en el poder con su enunciado de sufragio efectivo no reelección; el Plan de Ayala, de noviembre de 1911; el Plan Orozquista, de principios de 1912; el Decreto de Adiciones al Plan de Guadalupe, de finales del año 1914; el Pacto celebrado con la Casa del Obrero Mundial de 1915. Estos históricos instrumentos contienen el espíritu de nuestra Revolución. Nos liberaron de la dictadura política; nos protegieron en contra de la arbitrariedad de la autoridad y, en lo general transformaron nuestra vida hacia metas de progreso. Esos postulados fueron nacionales, es evidente ya que no se nota en ellos la influencia de ninguna ideología social extranjera.
La Carta de Carranza reafirmó una declaración de derechos que ahora conocemos como “Garantías Individuales”, desde aquél entonces se consignaron derechos y salvaguardas para la vida eterna de Mexico; es por esto que nuestro Pacto Social es y seguirá siendo la primera y gran Constitución del mundo. En consecuencia, es el primer Código Político-Social del universo y presea convertida en Heraldo de otras Constituciones.
Esa es la importancia de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Por todo ello, la Cuarta Transformación de la República y sus Siervos de la Nación están obligados a respetarla y de no ser así, el pueblo está obligado a hacerla respetar.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal del
Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C..