Por Aurelio Contreras Moreno
En un episodio que difícilmente veremos replicarse en lo que queda del presente sexenio, en la Cámara de Diputados se logró una votación prácticamente unánime para designar a los nuevos cuatro consejeros del Instituto Nacional Electoral.
Luego de las intentonas golpistas del ala más dura del lopezobradorismo, que inicialmente buscó echar abajo todo el proceso de auscultación de aspirantes porque no se incluyó a incondicionales de su proyecto político en las quintetas finalistas, sin duda que alcanzar un acuerdo de esta naturaleza, con apenas cinco votos en contra, es algo digno de reconocer. Aunque tampoco como para echar campanas a vuelo.
Si a fin de cuentas el “Bronx” morenista echó para atrás su embestida no fue porque repentinamente reflexionaran sobre la importancia de la pluralidad y la diversidad de voces e ideas para fortalecer a la democracia, sino porque de haberse empecinado en reventar el proceso, habrían dejado la decisión de elegir consejeros en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en donde habría sido mucho más complicado intervenir en favor de sus intereses políticos-partidistas.
Así que a la voz “de lo perdido, lo que aparezca”, todas las fracciones parlamentarias en la Cámara de Diputados avalaron las propuestas negociadas en la Junta de Coordinación Política, mismas que no están exentas de llevar “jiribilla”.
Al menos las dos consejeras mujeres, Norma Irene de la Cruz Magaña y Carla Humphrey Jordán, tienen nexos públicos con dos políticos del actual régimen: la primera fue asesora del hoy gobernador morenista de Chiapas, Rutilio Escandón, mientras que la segunda fungió hasta hace poco como directora general adjunta de Asuntos Internacionales de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, organismo que encabeza Santiago Nieto, el encargado de “convencer” a políticos y ex funcionarios de gobiernos anteriores de “cooperar” con la “4t”, vía el congelamiento de sus cuentas bancarias y otras “técnicas” de “persuasión”.
A su vez, el consejero Ucc-Kib Espadas Ancona viene de la vieja izquierda comunista y fue diputado federal del PRD, así que tampoco puede hablarse de que esté desligado de influencia partidista o ideológica, como sí parece ser el caso de José Martín Fernando Faz Zamora, quien aparentemente no tiene apadrinamiento de parte de algún partido y sí procedería genuinamente de la sociedad civil. Perfil que, en un escenario de idoneidad, debería privilegiarse en todos los casos.
Salvo Espadas Ancona, los demás consejeros tienen cartas credenciales en materia de experiencia en temas electorales, lo cual por lo menos brinda alguna certeza sobre el trabajo de orden técnico que desempeñarán. Aunque sin asomo de duda, todos se encontrarán desde ahora bajo el acecho de quienes buscan hacer del INE un organismo a modo de intereses políticos particulares.
Quienes acuden sistemáticamente a la “pataleta” de que el IFE y el INE no han servido para nada desde su creación como el organismo autónomo ciudadanizado que sustituyó a la Comisión Federal Electoral que sacaba los resultados que le dictaba el gobierno, solo exhiben miopía, supina ignorancia o de plano una pavorosa ausencia de honestidad. Gracias a la existencia de ese organismo se derrumbó la hegemonía del PRI en el Congreso de la Unión a partir de 1997 para después entregar la Presidencia de la República en el año 2000, tras de lo cual se han sucedido otras dos alternancias partidistas más a nivel federal, así como una gran cantidad en los estados y los municipios. Algo impensable antes de su concepción.
No es perfecto, definitivamente. Pero sí mucho mejor que volverlo el remedo que querían los nostálgicos del autoritarismo neoecheverrista. Y es lo que hay.
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