Eduardo Sadot
La diferencia entre dialogar e imponer. Con el tema de la ley de las reformas a la ley de comunicaciones la llamada ley censura, parece hecha para fortalecer una dictadura, para no enriquecer la crítica y el diálogo. Llama la atención la importancia del diálogo, pero el diálogo a su vez tiene dos opciones. Dialogar para enriquecer una iniciativa, para modificar la intención original o dialogar para engañar a los demás y simular que se escuchan opiniones, pero al final un diálogo de sordos para imponer el propósito original.
Para que al final, se haga a rajatabla lo que dicten los caprichos del poder. Esa es la gran diferencia. Los legisladores del gobierno actual creen que los ciudadanos somos tontos y que el hecho de decir “no vamos a aprobar la ley”, que van a escuchar a todos, es solo cumplir con un requisito. Pues sí, una cosa es escuchar y enriquecer un postulado con las opiniones diversas, incluso modificarlo.
Y otra cosa es escuchar con oído de sordos, aparentar que se toman en cuenta opiniones y al final de cuentas hacer lo que se les pega la gana. Creo que en esa postura estamos y creo que esa es la postura de cualquier dictadura en la que “sí te escucho”. “Con escuchar no pierdo nada”. Lo que realmente enriquece el conocimiento es asimilar las aportaciones y los elementos fruto del debate de altura.
Pero eso no sucederá nunca por obvias razones. No es nada más escuchar. Parece que están entendiendo o parece que tienen una visión perversa, el decir: sí abrimos el diálogo para después legitimar o justificar las imposiciones unilaterales de un capricho en materia legislativa. Vámonos al centro y vámonos al fondo de la realidad y al fondo del problema.
La desaparición del Poder Judicial no responde a una reforma que necesita el país, responde al capricho, necedad e intento de evitar lo que siempre hizo en el sexenio pasado el Poder Judicial, interpretar la ley y aplicar el derecho, corregirle la plana al Poder Ejecutivo aplicando la ley y al no aceptarlo en su terquedad, decide desaparecer al Poder Judicial teniendo la mayoría, una mayoría por cierto obtenida de manera perversa a través de chantajes y amenazas, no a través del voto del pueblo. Y luego de hacerlo de esta manera, la única forma de garantizar impunidad es de desaparecer a quien los juzgaría también eso provocó la desaparición de organismos autónomos.
Vamos en una franca dirección de imposición intolerante, dictar órdenes, al fin dictadura y lo más grave, ostentar aún, una voluntad indiscutible, para poder hacer lo que se ordene desde el poder y castigar a quien no se repliega a sus dictados. Pero no nos confundamos, no viene de Palacio Nacional, tampoco de la presidenta, viene directamente de Palenque, si no viene de Palenque, le harán creer a Sheinbaum que la orden viene de allá, para dejar abierta la excusa de “yo no lo sabía” porque se repite el sexenio de simulación e encubrimiento, como siempre.
Ahora lo que sigue y es lo que están haciendo, desaparecer libertades o construir argumentos, para poder censurar cualquier crítica, igual que una dictadura. Este es el descaro y esta es la manera de demostrar que estamos ahora sí, frente a una dictadura franca que va a destruir todo lo que se le oponga incluida la institución presidencial que como dijera el doctor Mengele del #reydelfentanilo que gobernara el sexenio anterior la censura “sirve para lo que sirve y no sirve para lo que no sirve”. Si no lo vemos, si los ciudadanos no lo ven, entonces pasarán muchos años para que México recupere su democracia y recupere la pluralidad de pensamiento.
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