En un ciclo sin fin y por quinta vez en menos de cuatro años los israelitas se encuentran con un gobierno provisional y en camino a una nueva elección parlamentaria para formar gobierno.
El pasado jueves el parlamento de Israel votó por unanimidad para disolver su gobierno y programar nuevas elecciones en las que el partido que obtenga la mayoría podrá formar gobierno como lo es en cualquier régimen parlamentario.
Pero como usted recordará en este espacio hemos dado seguimiento al tornado político del país de la estrella de David.
Hace apenas un año una coalición de nueve partidos desde la extrema izquierda hasta el centro y la derecha se unieron para evitar que el partido “Likud” encabezado por Benjamín Netanyahu lograse obtener mayoría absoluta, es decir la mitad más uno del parlamento y con ello bloquear su posibilidad de continuar en el cargo de Primer Ministro. En su mayoría sus rivales eran antiguos aliados como su ex ministro de hacienda quien consiguió amalgamar la coalición que ahora deja el poder.
Pero el hecho político es muy interesante. El Primer Ministro saliente Bennett, se sumó a la alianza para derrocar a Netanyahu con un partido muy pequeño pero bajo la condición de ser el que encabezase el gobierno, algo así como si en México MC se sumase a una coalición con todos los partidos de oposición para derrotar a Morena, con la condición de que ellos pusieran al candidato a Presidente de la República. En su momento el segundo partido mayoritario encabezado por Yair Lapid un ex aliado de Netanyahu, aceptó el trato y aceptó una posición como ministro de Defensa en el gabinete de Bennett.
En su momento Yair Lapid teniendo el partido más importante de la coalición pudo haberse aferrado a ser el primer ministro de dicha mega unión, pero decidió ceder ese lugar con el fin de ganar el gobierno a Netanyahu y así fue. Ahora a menos de doce meses de gobierno su alianza multi ideológica es auto disuelta por disfuncional y poco eficiente.
En junio de 2021 Netanyahu y su partido dejaron de tener el gobierno, mismo que habían mantenido durante 12 años consecutivos convirtiendo a Bebi Netanyahu el Primer Ministro con mayor estadía en el cargo en la historia de Israel. Ahora sus rivales parecen haber agotado su capacidad de negociación interna y por ende se enfrentan a una imposibilidad de continuar gobernando en coalición. El país enfrenta una difícil situación económica y también problemas de seguridad pública.
En un régimen parlamentario nadie está fuera hasta que está muerto. Por lo pronto ya se sabe que el aún líder del partido Likud, podrá aspirar a ganar por sí mismo o con alianzas, 61 lugares de Kennesett -parlamento-, y con ello regresar al poder. ¿Será?
Casi todos los países del mundo están enfrentando problemas económicos, unos más que otros pero esto no parece hacerle mella al líder del país más rico del mundo, hace tres días en la cumbre de la OTAN, el presidente de EUA dijo que la gente debería resistir y continuar pagando los precios caros de los combustibles “por el tiempo que fuera necesario” para derrotar a Rusia, el comentario fue secundado por su consejero económico en jefe quien dijo que esta batalla económica vs Rusia era para garantizar el “futuro del orden mundial liberal”. Pero no en todos los países los aliados liberales de Biden están en posibilidades de sobrevivir políticamente a la crisis económica que estamos enfrentando a nivel internacional por las malas políticas del G7 y la posterior invasión a Ucrania.
Como sabemos Bennett fue electo en una coyuntura en la que Netanyahu amigo cercano de Trump tuvo que buscar a Biden quien parece haber hundido al anterior primer ministro y fomentado la alianza en su contra, misma que ahora por la crisis económica se desbarata. En Israel hay una parálisis parlamentaria que se complementa con un decrecimiento económico y una inflación acelerada.
Yair Lapid ha tomado el poder como Primer Ministro temporal hasta el primero de noviembre cuando las elecciones darán rostro al nuevo parlamento y con ello se verá si la apuesta del actual encargado Primer Ministro dio frutos y consigue ganar una mayoría que le permita ahora gobernar como Líder o si su poder y el de sus aliados como Bennett se agotó y el pueblo regresa a Netanyahu al poder.
Pero no todo está escrito, Netanyahu está aún bajo juicio por actos de corrupción mismos que él niega pero que no han sido sentenciados. ¿Será que la justicia le evite llegar al poder por segunda vez o será que su sentencia absolutoria será el mejor anuncio de campaña para regresar al poder?
En la geopolítica como en la política callejera todo se vale y como Biden sabe que la victoria de Netanyahu en Israel en noviembre y la victoria del partido Republicano en EUA en ese mismo mes pueden ser malas noticias globales para su “orden mundial” ha decidido ir a darle un apoyo a la contraparte y confirma que en un par de semanas realizará una gira por Medio Oriente en donde visitará Israel y a su Primer Ministro Temporal, a quien seguro fortalecerá con muchos elogios. Una victoria de la derecha en EUA y en Israel puede ser un mal augurio para el 2024 y el futuro de su agenda global.
Israel es un país cuya economía está apuntalada en la exportación y venta de gas natural, productos que Washington está tratando de sacar del mercado mundial. Lo raro es que Biden va a ir a Arabia Saudita a pedir a los árabes que aumenten su producción diaria de petróleo para poder controlar la crisis económica, pero al mismo tiempo EEUU bloqueó a sus propios productores locales de gas y de petróleo y bloqueó el oleoducto que llevaría gas natural desde Israel hasta Europa lo que ha fortalecido la posición de Rusia al que se supone quiere derrotar.
Si la crisis económica propiciada por el G7 continúa por los próximos dos años, podríamos ver el retorno de Netanyahu y de Trump -entre otros-, quienes fueron artífices de su propia derrota, siendo regresados al poder por los mismos que fueron sus contrincantes quienes habrían cometido los errores suficientes para lograr que los electores de sus países cambiasen de opinión.