Jorge Miguel Ramírez Pérez
La soberanía de un país tiene dos componentes, uno interno, que se refiere a los que mandan, lo hagan de manera inequívoca y sin rivalidad; porque es un monopolio de la fuerza legal la que tienen en un estado, dentro de un territorio específico. El otro componente es el externo, afuera le tienen que reconocer ese monopolio de la fuerza legal al grupo que afirma la detenta.
En palabras llanas, debe haber mecanismos legales para que se le otorgue a una persona y a su grupo la autoridad adentro; y los de afuera deben reconocerlos como legítimos. En tiempos de la democracia se exigen los requisitos democráticos para que los reconozcan los gobiernos que tienen un origen semejante. Si no se les reconoce, sencillamente el trato que reciben es el que conduce al aislamiento. Cuba es el ejemplo cercano. Están parcialmente bloqueados.
En Venezuela las cosas se complican porque tiene las reservas petroleras más importantes del planeta, según Energy Information Administration (EIA) que equivalen a 298 mil millones de barriles, ocho veces más que Estados Unidos y más que Rusia, Arabia Saudita e Irán, pero subutilizadas, incluso llegan a importar crudo de Estados Unidos. Hace menos de una año descubrieron la cuarta mina más grande de oro en el mundo con 1,2 millones de onzas anuales de producción y entre sus potencialidades tienen torio, un mineral estratégico de última generación que supera al uranio; no nada más bellas playas y música extraordinaria como Cuba.
De hecho el caso venezolano es parecido al caso de México como modelo de desplazamiento de una clase depredadora con la que ya no se podía tratar a menos de que los moches excedieran a los beneficios. Porque los socialdemócratas de la escuela de Carlos Andrés Pérez, contlapache de Luis Echeverría y los de la Democracia Cristiana, los del PRI y el PAN de allá, eran repudiados por corruptos al interior de Venezuela como en el exterior, de todo sacaban raja y aportaban nada.
La hipótesis geopolítica indica que la complacencia para echar fuera a los corruptos y sus redes, que encarecían cualquier inversión de manera excesiva, permitió la llegada de Chávez un mitómano; y la permanencia de un empleado del Metro de Caracas, Nicolás Maduro, empoderado por los Castro por manejable.
Pero como ya se succionó la riqueza financiera de la clase depredadora y sus recursos están en el primer mundo, especialmente en Miami, los esbirros del bolivarismo de primera generación, los de la era Chávez-Maduro sobran, no hacen falta.
Capital mundial de EUA, Rusia y China están en la pelea del subsuelo y del agua de la Cuenca del Orinoco. Los acuerdos que quieren develar en Washington entre Trump y Putin, que hablan de una bipolaridad negociada pero sin guerra fría, sino repartos geopolíticos, no son descabellados y la posición de Venezuela cae en la férula de la región hemisférica, así de sencillo, porque en esta etapa Rusia y China van a ser considerados en alguna pingüe sociedad.
Lo que faltaba era la parte política discursiva para manejar la transición y es por eso que México entra, con un gobierno que avala a Maduro enviándole un funcionario de cuarto nivel, al Encargado de negocios, como representante en la toma de protesta: ¡Insólito!
Una vez establecido México como interlocutor se desata la operación para echar afuera al dictadorzuelo.
Porque los catorce países de América, incluyendo Canadá, que siempre le hace al liberal, rechazan a Maduro, pero ¡oh sorpresa! No critican a México, el clavo ardiendo del que se agarra Maduro, mas un clavito de pantalla, Uruguay.
Después vienen las declaraciones, comienza la de los militares venezolanos desde Perú llamando a la insurrección y acto seguido, la madre de todas las declaraciones, la Declaración Pence marcando el derrotero preciso de lo que va a suceder. Salen las multitudes que alguna vez aclamaron a rabiar a Chávez marchando en contra. Se declara presidente Juan Guaidó y queda agarrado al clavo ardiente Maduro, porque nadie más lo apoya, “moralmente” lo hacen China y Rusia, ésta última potencia contacta a Maduro con la agencia “ de soldados de la fortuna rusos para acompañarlo a su tumba política y México lo invita a salir de Venezuela, “para platicar”.
En la versión pragmática, como dijo Ruiz Cortines al candidato de sus afectos pero no de sus compromisos: “perdimos compadre” .
Maduro no tiene para donde hacerse lo suyo es caída libre, es cosa de días el ultimátum de Europa como acto protocolario final; no es pose, porque los ingleses ya le negaron las reservas de oro que había duplicado Venezuela hace una solo una semana. Solo faltan las negociaciones de la transición, está en juego su vida si se equivoca, como el Shah de Irán que estaba en Cuernavaca, pero lo persiguió Joimeni, hasta que lo enfermaron mortalmente y al menos se salvó su familia. A Maduro le iría bien hacer una pantomima como la que le instruyeron a Cárdenas, de la República Española en el exilio, una réplica en Cancún y arroparse con México. ¿o no Marcelo?