* Así es que ya lo sabemos, las omisiones y transgresiones al mandato constitucional se esconden, con más o menor eficacia, en una supuesta lucha a la corrupción pecuniaria, para corromper política y constitucionalmente
Gregorio Ortega Molina
Lo leído a diversos analistas políticos es para desilusionar al más pintado de los partidarios de AMLO, porque exhibe a la regeneración nacional, a la 4T y a su líder, como artífices de una genial impostura. Tenemos un Congreso ilegítimo, lo que, de ser así, implica que las reformas constitucionales de los últimos dos años son ilegales.
Sostienen los abominados críticos de AMLO que la mayoría legislativa que impone criterio político y legal en la actual legislatura, viola todas las normas señaladas en la fracción V del artículo 54 constitucional. Son una mayoría apócrifa, y así tratarán de mantenerla en la renovación de julio de 2021.
Desespera el hecho de que sea posible, verificable y cierto, porque significa que los mexicanos somos víctimas de una gran farsa, pues el presidente constitucional, en un alarde de pureza ideológica y política, hizo de su gobierno la gran cruzada contra la corrupción económica, para esconder la peor de las corrupciones, la política, la que miente y tergiversa datos, cifras, porcentajes, para engañar a una ciudadanía ávida de corrección y honestidad del quehacer público a la hora puntual del ejercicio del poder.
Resulta que nos hemos dejado engañar como chinos (decían las abuelas), porque la supuesta transformación sólo es una regresión -y aquí la hipótesis- de la que a tiempo se percataron los integrantes destacados de inteligencia militar, e informaron oportunamente a su general secretario de Defensa, que en tiempo y forma rindió cuenta al jefe de las fuerzas armadas nacionales, quien decidió continuar como si nada, a cambio de la militarización del país. No en las calles, sino en las instituciones, en los organismos de poder administrativo y económico, como lo son los puertos y las aduanas.
Imposible eludir la evocación de Juan José Saer y establecer analogías sugeridas por su ensayo El concepto de ficción: “… y reemplazar al poder civil no por poseer una ideología superior sino los medios y el saber técnicos capaces de mantener en su sitio a un gobierno que ya no representa ningún consenso social. La situación, que quisiera mostrarse natural, se doblega y vacila bajo el peso de sus contradicciones. Dejando de lado todas las incongruencias teóricas, políticas y morales, tales como actuar en nombre del orden anulando la Constitución, invocar la patria a cada momento y plegarse a los designios de las potencias mundiales, decirse los campeones de la libertad y encarcelar a los particulares por sus opiniones políticas…”.
Pero los tiempos y las modas cambian y las soluciones se endurecen. Ya no se encarcela a los críticos. El poder político los escarnece, los descalifica, los convierte en enemigos; el poder delincuencial tampoco recurre a la denuncia y la prisión; simplifica, los mata. Pregunten a la viuda de Rubén Valdés.
Así es que ya lo sabemos, las omisiones y transgresiones al mandato constitucional se esconden, con más o menor eficacia, en una supuesta lucha a la corrupción pecuniaria, para corromper política y constitucionalmente.
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