* Las condiciones de la globalización anuncian una Pascua de Resurrección severa para la economía mexicana
Gregorio Ortega Molina
Hace años coqueteo con la idea e hipótesis de que la economía es más estado de ánimo que ciencia, y así lo he propuesto a ustedes, lectores. Considero que el miedo a la indigencia incide más en la toma de decisiones acerca de los ahorros y las fortunas, que el análisis sobre un impredecible futuro.
Inmerso en las cavilaciones anteriores, recibo convocatoria de mi gurú sobre asuntos económicos, porque está inquieto y desea compartir sus dudas y previsiones, tan inciertas como las de cualquier adivino, pero que motivan reflexión. Nos reunimos en la cafebrería de El Péndulo de avenida Revolución. Allí, paciente, escucho.
Los resultados de la visita a Nueva York del secretario de Hacienda y el director de Pemex están a la vista, porque allá ven con inquietud el futuro económico de México.
La siguiente aduana fue el descenso, por parte de FICHT, en la Calificación de la Deuda de Pemex; dejó de estar en duda la debilidad económica de la empresa; ahora los organismos financieros internacionales actúan como si la reingeniería financiera de la petrolera fuese punto más que imposible.
Como para esa calificadora resulta negativa, la consecuencia inmediata dependerá de lo suave o severo que sea el juicio sobre el futuro de la empresa, que equivale al futuro de México, y eso ocurrirá entre abril y junio, pues las calificadoras operan semestralmente. Veamos cifras:
La Ley de Ingresos y Egresos de 2019 indica que el primer rubro es de 5.27 mil millones de pesos y el gasto programado de 5.77 mil millones, lo que nos advierte que el déficit puede ser 0.5 mmdp, lo que va más allá del techo de endeudamiento.
Para cubrir el déficit optaron por el endeudamiento neto (adicional a la deuda actual cuyos pagos de servicio están presupuestados en el Gasto Programado): solicitaron y aprobaron 2 techos de endeudamiento: a) el interno en pesos, 490 mmdp y b) el externo, en dólares, 5.4 mmdd.
Hace una pausa en la conversación, y pone énfasis en lo siguiente: “la importancia de la calificación es que amplia o restringe el acceso al mercado de colocación de deuda. A) Debido a que la calificación bajó moderadamente (en nuestro caso 1 grado) se mantiene el acceso a los mercados actuales, aunque se encarece el crédito, pero B) si la reacción es severa en abril o mayo (y bajara 2) el país deja de tener acceso a los mejores mercados, hasta el punto en que la condición (el Roll Over Risk, en la cual además de cerrarse ese acceso al país, se recomienda a aquellos poseedores de bonos de deuda mexicanos a deshacerse de ellos, pues en garantía de sus clientes las reglas de operación no les permite tener papeles de deuda de un país así calificado)”.
Y enfático, concluye: “En ambos casos, cubrir el déficit se vuelve de muy difícil a imposible, y entonces o reduces el gasto o consigues más recursos no crediticios”.
A lo peor Christine Lagarde tiene razón, y el PIB de México es menor a lo pronosticado por la 4T.
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@OrtegaGregorio