* Pero no, no entendemos que todos, absolutamente todos tenemos la culpa, menos ellos, nuestros impolutos gobernantes, tan honrados, tan honestos, tan cultos, que están seguros de tomarnos el pelo, y además les aplaudimos por ello
Gregorio Ortega Molina
La estrategia para recuperar la imagen de EPN es tan errónea e infantil, que consiste en culpar a todos, principalmente al titular del gobierno anterior, del desastre.
Están tan empeñados en demostrar que el entorno mundial destruyó su programa de políticas públicas, que olvidan que los mexicanos de hoy dejamos atrás la aceptación, sin chistar, de toda palabra o verdad que provenga del mandamás en turno, porque hete aquí que de alguna manera el proyecto educativo de la Revolución despertó a buena parte de la sociedad, y otra alcanzó la mayoría de edad en asuntos de discernimiento, al trasladarse al extranjero a buscar posgrados que le abrieran los ojos al mundo.
Hay quienes regresaron endiosados con el modelo estadounidense, con la propuesta de la globalización y la integración a América del Norte, pero de todas maneras esa sesgada luz les impide creer en la eficacia del modelo político mexicano, aunque insisten en que prevalezca, porque carecen de propuestas para sustituirlo. Creyeron que la alternancia era el futuro.
Tan empeñados en hacernos creer que lo peor de México viene de los doce años de panismo, que ni siquiera se dan cuenta de la contradicción mayúscula en que caen, pues declaran a diestra y siniestra que ellos fueron los artífices que hicieron del presidencialismo con alternancia partidista el equivalente del gran salto hacia adelante del maoísmo ortodoxo.
El gobierno de Felipe Calderón Hinojosa dejó mucho que desear, pero el actual se lleva las palmas, arrasó como los bárbaros hicieron con Roma, y rascaron en el fondo de nuestros bolsillos para hacer crecer los recursos fiscales, con los cuales tampoco resuelven nada.
Faltan poco más de dos años para que EPN entregue el poder, y no hallan la manera de que les cuadren las cuentas con lo que ofrecieron. Los escándalos financieros del saqueo sistemático de ex gobernadores que ya la libraron, y de los que están a punto de irse, pero a sus “depas” en el extranjero, de perdida en Miami.
Sería interesante que dieran a conocer las cifras económicas reales, esas que se manifiestan en los monederos de las amas de casa y en la seguridad jurídica de los inversionistas nacionales y extranjeros.
Que nos explicaran las razones por las cuales son incapaces de acabar con la extorsión desde los reclusorios, o sacar de las carreteras los camiones de doble remolque, como el que propició la muerte de Ignacio Padilla, o tantas otras; o, por qué no reconstruyeron las refinerías y tampoco hicieron nuevas, y además la contaminación nos ahoga.
Que fueran sinceros en exponer las razones de los terribles fracasos en sus políticas de derechos humanos, la sangre que inunda surcos, arroyos y calles, las desapariciones, la trata, los estupros, las depredaciones sexuales, todo eso que envilece porque no encuentran camino para una solución que restablezca la dignidad de los afectados.
Pero no, no entendemos que todos, absolutamente todos tenemos la culpa, menos ellos, nuestros impolutos gobernantes, tan honrados, tan honestos, tan cultos, que están seguros de tomarnos el pelo y, además, les aplaudimos por ello.