* Ernesto Zedillo y Felipe Calderón siguieron, al pie de la letra, la parábola de Cristo. De inmediato se contrataron con los beneficiarios de sus políticas fiscales. ¿Sucederá lo mismo con Luis Videgaray? Al país, a México, a la patria, que se la lleven los pingos…
Gregorio Ortega Molina
El problema es la ausencia de diagnóstico confiable para determinar las causas de la evasión de impuestos, ya sea por habilidad de los contadores o complicidades con el SAT y otras autoridades hacendarias.
¿Es simplemente codicia? ¿Es una profunda desconfianza en el gobierno? ¿Es simulación, o un comportamiento como el denunciado en Lucas 16:1-8?: “…Ya sé lo que voy a hacer, para tener quienes me reciban en sus casas cuando me quede sin trabajo. Llamó entonces uno por uno a los que le debían algo a su amo. Al primero le preguntó: ¿Cuánto le debes a mi amo? Le contestó: Le debo cien barriles de aceite.
El mayordomo le dijo: Aquí está tu vale; siéntate en seguida y haz otro por cincuenta solamente. Después preguntó a otro: Y tú, ¿cuánto le debes? Este le contestó: Cien medidas de trigo. Le dijo: Aquí está tu vale; haz otro por ochenta solamente”…
Ojalá los especialistas determinen las causas -que puede ser una mezcla de codicia y desconfianza-, porque las consecuencias son graves, pues se hace patente una corrupción que ya destruyó al presidencialismo y puede terminar por derrumbar a este gobierno, o al siguiente, o al siguiente… y balcanizarnos.
¿Por qué? Es fácil determinarlo: por el silencio.
¿Puede, la autoridad hacendaria, hacer públicas las solicitudes y los argumentos con las cuales negocian los créditos fiscales, las devoluciones legales, las condonaciones? Me imagino que se formulan por escrito y en la ventanilla indicada, o ¿resultará que es de palabra y en lo oscurito?
En mi adolescencia era frecuente escuchar que la evasión de impuestos era un deporte nacional. Creo, sin temor a equivocarme, que hoy son dos: engañar al fisco y corromper y/o corromperse.
Ahora, con las filtraciones sobre los papeles de Bahamas, nos venimos a desayunar con que muchos de los beneficiarios del perdón fiscal reciben enorme cantidad de millones de pesos, que de inmediato llevan a paraísos fiscales. No piensan en retribuir a la patria, porque desconocen ambos conceptos, y porque no les pasa por la cabeza invertir más en el país que los hace multimillonarios: ni un empleo más, ni un impuesto más, así deciden.
Ernesto Zedillo Ponce de León y Felipe Calderón Hinojosa parecen haber seguido al pie de la letra a san Lucas y a la palabra de Cristo, pues de inmediato se contrataron con los beneficiarios de sus políticas fiscales. ¿Sucederá lo mismo con Luis Videgaray? ¿Se sumarán otros?
Al país, a México, a la patria, que se la lleven los pingos…