* ¿Puede revertirse? El costo será alto. La decisión de hacerlo nos corresponde. No podemos esperar a que nos indiquen el camino, debemos exigirlo, reclamarlo, construirlo y comunicarlo, que para eso tenemos voz, palabra y presencia en el ágora y en las redes
Gregorio Ortega Molina
La modificación en las relaciones laborales será profunda. El tamaño físico de las empresas con empleados en home office deberá reducirse, lo que significa un ahorro en gasto, que se traslada al hogar del trabajador: luz, agua, teléfono-Internet, y otros sistemas de comunicación, si se requieren. El más importante, si el patrón proveía la computadora, ahora va por cuenta del empleado… si desea conservar esa chamba, o buscarse una mejor.
¿A quién beneficia ese reordenamiento en el gasto? Algo similar es propiciado por el e-comerce, porque la plantilla laboral para atención al público se reduce, aunque no la que atiende los almacenes de los comestibles y otros productos. Sin embargo, quienes entregan a domicilio deben convertirse en los “buscadores” del pedido de los clientes, sustituir, de acuerdo con ellos, el producto solicitado si no lo encuentra, y servirse de su teléfono celular. Las tiendas departamentales reducen sus gastos e incrementan sus ingresos.
La digitalización, por lo pronto, produce desempleo. ¿Cómo evitarlo en los egresados que creyeron estar construyendo su futuro? ¿Hay posibilidades de reducir los efectos de esta pandemia económica? ¿Cómo se prepara el modelo educativo? ¿Cuáles son las nuevas profesiones que se requieren, precisamente para evitar la indigencia laboral? ¿Hay manera de evitar que el dinero de los barones de la droga adquiera la dimensión de una ineludible tentación entre ese ejército de jóvenes sin futuro? ¿Es suficiente con los plásticos de los programas sociales? ¿Solamente se difirió, o de plano desapareció esa promesa de atender primero a los pobres? ¿Fue una voz vacía, en busca de votos?
No hay indicios de que se propongan ofertar un reordenamiento económico que, en esta ocasión, sólo puede lograrse después de una reforma total y amplia del Estado, porque es imposible continuar en la creencia de que la figura del caudillo providencial salvará a la patria, a pesar de estar conformada por mexicanos irredentos, o guiada por voraces grupos políticos, como el que hoy mangonea.
Hoy, y al menos por los próximos cuatro lustros, el futuro de los mexicanos es incierto, y en lugar de tener enfrente a quien convoque a la concordia y el trabajo en unión, día a día se favorece -hasta este momento- la confrontación verbal, la desconfianza, las acusaciones, la comisión de faltas por parte de los allegados y la familia, que cuidadosamente tratan de ocultar detrás de los agravios a Panamá, España y Estados Unidos. El enemigo somos nosotros, por cerrar los ojos ante la inmediatez de nuestro destino, y el desatino del gobernante en turno.
¿Puede revertirse? El costo será alto. La decisión de hacerlo nos corresponde. No podemos esperar a que nos indiquen el camino, debemos exigirlo, reclamarlo, construirlo y comunicarlo, que para eso tenemos voz, palabra y presencia en el ágora y en las redes.
www.gregorioortega.blog
@OrtegaGregorio