* Insisto, hay que modificar la política fiscal, reducir ISR, normar con equidad el IVA -que es el impuesto igualitario- y, al menos mientras la crisis nos suelta, suspender esta generosa política de condonaciones, devoluciones y créditos fiscales
Gregorio Ortega Molina
Los Estados son absolutamente contradictorios, por ello, en ciertos aspectos la administración pública resulta absurda: países que producen gran riqueza tienen mayorías en la miseria y la pobreza alimentaria, mientras las corporaciones y sus directivos están en una opulencia sin medida.
¿Es resultado de la globalidad, del libre comercio, del neoliberalismo? ¿Es la venganza del capital sobre el comunismo? ¿Es el infierno en la tierra?
¿Quién lo sabe? Lo que ocurre debe alertar a los gobiernos, poner sobre aviso a las sociedades, con el propósito de que evitar que se favorezca la generación de mayor violencia, y así la irritación social se convierta en una convocatoria automática a la sedición, a la unificación de dispersos grupos armados, al independentismo, a cambios sin orden.
Parece que llaman a la puerta los beneficios de las reformas estructurales -a pesar de haber contrarreformado la de comunicaciones-, específicamente la sustentada en el petróleo y sus derivados, pero en México -si continúan como hasta ahora- lo planificado distará mucho de los verdaderos resultados. Esta aterida nación tiene, hoy, dos fuentes primarias de riqueza que son muro de contención del desastre: las remesas de los paisanos y los recursos fiscales.
Resulta alarmante el reporte de la Auditoría superior de la Federación en el que se nos entera de que, entre 2013 y 2016, el SAT otorgó devoluciones por IVA e ISR en la enorme cantidad de un billón 345 mil millones pesos, beneficios que se concentraron en grandes contribuyentes, en las industrias automotriz, refinación de metales y maquiladoras.
¿Ayuda esta política de estímulos fiscales al desarrollo del país en las condiciones en que se encuentra? ¿Contribuye a la estabilidad gubernamental, a la confianza de los electores en el gobierno, a la de los inversores? ¿Tienen un concepto de lo que es la justicia fiscal? ¿Puede considerarse corrupción? La reconstrucción urgente y necesaria como consecuencia de los sismos, ¿estaría garantizada con esa cantidad, sin necesidad de contribuciones extranjeras y administradas con poca claridad?
Durante el ejercicio fiscal correspondiente a 2016, regresaron 257 mil 674 millones de pesos para beneficio de 2 mil 18 grandes contribuyentes, pero de éstos únicamente 15 concentraron 104 mil 263 millones. Además, recibieron ese monto ‘‘de manera más ágil, de 10 a 20 días hábiles’’.
Otros 8 mil 168 millones corresponden a condonaciones, de los cuales 5 mil 14 millones, 70.3 por ciento, se concentraron en nueve grandes contribuyentes, pero como desde hace tres años, la ASF eludió informar la razón social de las empresas.
Las devoluciones están definidas en el artículo 22 del Código Fiscal de la Federación, como un derecho de los contribuyentes a que les sea restituido el importe de saldo a favor resultante de aplicar a sus contribuciones causadas las deducciones y porcentajes establecidos en las leyes fiscales.
Está bien, todo hecho apegados a la Ley, pero ¿ésta es justa? ¿Para quién? Insisto, hay que modificar la política fiscal, reducir ISR, normar con equidad el IVA -que es el impuesto igualitario- y, al menos mientras la crisis nos suelta, suspender esta generosa política de condonaciones, devoluciones y créditos fiscales.
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