* Si la opción de Las Patronas les pareció más politizada que la de Pablo González Casanova -quien declinó-, debieron buscar una solución con la cabeza, en lugar de hacerlo con los pies, y meditar en cuál es el principal problema que afecta a la patria: la corrupción ¿Cómo combatirla? Con honradez clara y certificada, ¿Por qué, entonces, no dar la medalla Belisario Domínguez al policía Sergio Ángeles Soriano Buendía, quien en un gesto poco usual regresó a su dueña 42 mil pesos que se encontró?
Gregorio Ortega Molina
De grima el empeño puesto por el gobierno federal para presentar como gran acierto la entrega, a Gonzalo Rivas, de la presea Belisario Domínguez. Adquiere ya idéntico desprestigio al que hundió al Premio Nacional de Periodismo recibido de las manos presidenciales.
Obvio que no compro el cuento de que se la entregaron al héroe de la gasolinera para desmitificar el activismo de los normalistas, pero tampoco me dejo convencer por los argumentos oficiales emitidos desde el Senado de la República. Gonzalo Rivas no tiene la dimensión para ser honrado con la memoria de Belisario Domínguez.
Si no deseaban politizar el premio, lo que lograron fue hacerlo mediocre, y mostrar la decadencia de las instituciones mexicanas, incapaces de desprenderse de filias y fobias para honrar a los vivos, estimularlos a ellos y a la sociedad, en lugar de transformar en oficios fúnebres que pudren el origen ético y cívico de la presea en cuestión.
El Senado y la Presidencia de la República perdieron la oportunidad de dar una primera y sólida muestra de unidad frente a la agresividad de Donald Trump. ¿Cómo? Muy sencillo.
Claro que premiar a Alejandro Solalinde por su trabajo con los migrantes hubiera sido considerado un gesto político, porque ese sacerdote ha adquirido dimensión mediática y representatividad social, pero ¿qué me dicen haber fortalecido la solidaridad de Las Patronas, como muestra de que la patria es capaz de encontrar soluciones y cauces a los refugiados, desplazados y migrantes legales e ilegales que se asientan en nuestro territorio?
Si esa opción les pareció más politizada que la de Pablo González Casanova -quien declinó-, debieron buscar una solución con la cabeza, en lugar de hacerlo con los pies, y meditar en cuál es el principal problema que afecta a la patria: la corrupción, junto con su hermana, la impunidad.
¿Cómo combatirla? Con honradez clara y certificada, ¿Por qué, entonces, no dar la medalla Belisario Domínguez al policía Sergio Ángeles Soriano Buendía, quien en un gesto poco usual regresó a su dueña 42 mil pesos que se encontró?
Que es poco. Quizá para Carlos Slim, pero para un policía, con el salario que reciben, es un mundo de dinero, y en estos lances de honradez la cantidad no importa, lo que trasciende es el gesto, que en un país con los niveles de corrupción como los que afectan a México, esa actitud adquiere otra dimensión y se convierte en ejemplo, que de eso se trata al estimular a los vivos con un premio de esa naturaleza.