* No se trata de saciar el hambre a capricho. Es un tema de dignidad, alimentarse para vivir y disfrutar de la vida, optar por la posibilidad de aprender y crear artesanía, sembrar el campo con alegría, devengar un salario suficiente. Pueden estar dispuestos a morir por obtenerlo
Gregorio Ortega Molina
No alcanza la vida para intentar comprender y buscar soluciones a los problemas que, en los próximos días y meses, mantendrán un amargo presente y un incierto futuro para nuestra nación.
El de los aranceles -a estas alturas ya pospuesto y que se resolverá de una u otra manera- no es el mayor de nuestros males. El daño es interno, se ha incubado a lo largo de décadas, y a fin de cuentas es lo que puede provocar una implosión sorda, letal, de usura lenta, pero certera y siempre en constante erosión, hasta que desaparezca esa idea de patria que nos proporcionó identidad nacional.
Me refiero al hambre, a la indignidad de tener la certeza de que no sabes si podrás comer mañana, y tampoco sabes si lo que hoy te llevas a la boca saciará tu apetito y el de tus hijos.
Los datos no son nuestros y tampoco son caprichosos. Es la realidad, como indica la nota de La Crónica: “Investigadores del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIEc-UNAM), han identificado que, aunque México cuenta con datos nacionales de inseguridad alimentaria en escalas agregadas, todavía no se ha podido conocer con detalle cuáles son los municipios del país donde se presenta mayor vulnerabilidad alimentaria, y cuáles son las causas estructurales de esa deficiencia.
“Por eso, investigadores universitarios desarrollan un nuevo índice de seguridad alimentaria, el cual se apoya en una variable, calculada por el doctor Adolfo Sánchez Almanza, que corresponde al Producto Interno Bruto Municipal (PIB Municipal). Con este indicador se busca precisar cómo se vive el acceso a los alimentos con mayor detalle espacial. Así lo explicó Agustín Rojas Martínez, académico del IIEc y uno de los creadores del nuevo índice.
“Muchas veces los indicadores agregados pueden ser engañosos. Lo que nosotros vemos es que el enfoque cambia con la perspectiva espacial. Cuando se estudian las regiones de México con variables adicionales, vemos que cerca del 80 por ciento de los municipios del país experimenta inseguridad alimentaria, y ésta no sólo afecta a los cinturones de pobreza y marginación”, dice el economista mexicano, ganador del Premio de Economía Agrícola Doctor Ernest Feder 2017.
“Los datos están basados en cuatro grandes indicadores que propone la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO): 1) Disponibilidad de alimentos; 2) Acceso a los alimentos; 3) Utilización biológica, y 4) Estabilidad para el consumo de los alimentos”.
No se trata de saciar el hambre a capricho. Es un tema de dignidad, alimentarse para vivir y disfrutar de la vida, optar por la posibilidad de aprender y crear artesanía, sembrar el campo con alegría, devengar un salario suficiente. Pueden estar dispuestos a morir por obtenerlo.
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@OrtegaGregorio