* “Las madres y familias buscadoras critican que el Estado mexicano no se responsabilice de la búsqueda, lo cual en sí mismo es un acto de violencia, y que delegue esta tarea en los propios familiares de las víctimas”; ¿Qué sabe Andrés Manuel López Obradore que se negó a recibirlas? ¿Qué no quiere saber la doctora Sheinbaum Pardo, que tampoco las recibe? ¿Es Rosa Icela Rodríguez, mujer inteligente y sensible, la indicada para comprenderlas?
¿Dónde están las representantes de las comunidades religiosas?
Gregorio Ortega Molina
Imposible precisar el momento en que las familias deciden modificar sus hábitos, pero dejaron de acudir a las delegaciones del MP y los Semefos a buscar a sus familiares desaparecidos, y salieron al campo, a remover la tierra, a tratar de encontrar lo que -los progenitores y otros familiares lo intuyeron- en algún momento dejó de existir.
Quizá lo supieron cuando inició la aparición de despojos humanos en las entornos de Ciudad Juárez. El sensible e inteligente Francisco Barrio declaró que a las “muertas de Ciudad Juárez” las mataban por “putas”, nunca se detuvo a pensar que su gobierno, que fue cuando el desbordamiento de la violencia inició en el Norte, incumplió con el mandato constitucional de garantizar seguridad para preservar la vida.
El único acierto de Sergio González Rodríguez fue el título de su novela de investigación: Huesos en el desierto. Nunca se aclaró el origen de tanto crimen. Las autoridades decidieron fabricar un culpable, Abdel Latif Sharif, quien murió en su celda enfermo y solo, para pena de su abogada, Irene Blanco. Sin embargo, continúan apareciendo restos humanos alrededor de Juárez.
El resultado del descuido gubernamental, que no federal ni estatalmente garantiza seguridad a los habitantes de México, fue que más pronto que tarde las veredas del campo mexicano, sirvieron de rutas a madres y hermanas, esposas e hijas, que se encontraron en los cruces del camino y decidieron organizar colectivos, genéricamente conocidos como madres buscadoras, aunque en ellos hay padres y hermanos, pero nada como la imagen de una mujer transida de dolor y desesperanza, en busca de sus vástagos.
La realidad de lo que sucede está en la información de los medios y de las redes de Internet. Es para descorazonar a cualquiera:
“Según datos oficiales del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de México, a finales de 2022 se contabilizaban más de 107.000 personas desaparecidas. Un 25% de ellas son mujeres, con la desaparición de nueve al día, lo que supone un incremento de un 10% desde 2018. (https://mexico.unwomen.org/es/stories/noticia/2022/12/madres-y-familias-buscadoras-les-quitaron-todo-hasta-el-miedo). En ese contexto, se han creado por todo el país numerosos colectivos de madres y otros familiares que buscan a personas víctimas de desaparición forzada en el marco de la llamada “guerra contra el narco”, y que luchan por el derecho a la verdad y la justicia. Algunos ejemplos son: Madres y Guerreras Buscadoras de Sonora, Mariposas Buscando Corazones y Justicia, Ángeles de pie por ti, Corazones sin Justicia, y muchos más. Estos colectivos se suman a otros ya existentes en el país desde las décadas de 1960, 1970 y 1980, como el Comité Eureka (Comité Pro-Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México), compuesto por familiares de víctimas de la “guerra sucia” del Estado mexicano contra militantes de movimientos políticos de izquierda.
“Una red que aglutina a muchas de las organizaciones de madres y familias buscadoras es el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (MNDM), que comenzó en 2015 con el objetivo de reivindicar de forma unitaria la primera Ley General en materia de desapariciones de México, que finalmente entró en vigor el 2 de enero de 2018 (https://memoriamndm.org/sobre-el-movndmx). El MNDM está conformado en la actualidad por más de 80 colectivos de 24 estados de México y de tres países de Centroamérica.
“Desde 2019, las madres y familias buscadoras han logrado encontrar a 1230 personas sin vida en fosas clandestinas. Además, han logrado localizar a 1300 personas con vida en distintas partes del país, muchas de las cuales son personas que habían sido secuestradas y maltratadas en la frontera con Estados Unidos, en su trayecto migratorio. Las madres y familias buscadoras critican que el Estado mexicano no se responsabilice de la búsqueda, lo cual en sí mismo es un acto de violencia, y que delegue esta tarea en los propios familiares de las víctimas (https://www.opendemocracy.net/es/madres-buscadoras-testimonio-drama-desaparecidos-mexico)”.
¿Qué sabe Andrés Manuel López Obradore que se negó a recibirlas? ¿Qué no quiere saber la doctora Sheinbaum Pardo, que tampoco las recibe? ¿Es Rosa Icela Rodríguez, mujer inteligente y sensible, la indicada para comprenderlas? ¿Dónde están las representantes de las comunidades religiosas?
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@OrtegaGregorio