* Deduzco que el miedo es a la duda, las ideas y la manera en que los mexicanos puedan aprender a pensar con el propósito de poder elegir, tomar decisiones, adquirir la facultad política y social de decir no, o simplemente aceptar lo que pudiera ser bueno
Gregorio Ortega Molina
Desbordado es el entusiasmo por la llamada <<revolución educativa>>; es pronto para determinar si está, o no, justificado.
Quisiera sumarme al aplauso, pero me resulta imposible. Mi adhesión se ve obstaculizada por el lema elegido para promover el nuevo modelo para la educación de los mexicanos: <<aprender a aprender>>. Me pregunto, ¿por qué no APRENDER A PENSAR?
Mi formación es cartesiana, primero, jesuita después. Nunca he dejado de lado el “pienso, luego existo”, ni la duda constante como motor de la curiosidad y las inquietudes que motivan mis decisiones personales, antes, y profesionales en segundo término.
En cuestiones académicas prefiero lo clásico. El cultivo de las humanidades se inicia en casa, pues si los padres leen, los hijos lo harán, a pesar de las consolas de juego, de la televisión, del Internet y las redes sociales. El desafío está entre elegir la reflexión por sobre el automatismo y la respuesta dada. Una tarea producto del copy paste dista mucho de ser resultado de la inteligencia. Es una apuesta por engañar al maestro o a los senadores. Se convierte en el engaño a uno mismo. Nada hay peor que copiar.
Regreso con regularidad a la relectura de los clásicos griegos y latinos, consulto con método los diccionarios impresos y la Historia del pensamiento, obra en la que Jacques Chevalier sistematiza para los lectores el cultivo de la duda que conduce al conocimiento: “… hombres de ciencia, hombres de letras, artistas y poetas, hombres de Estado u hombres de Iglesia, los más grandes de entre ellos fueron filósofos en la medida exacta en que tienen un espíritu filosófico, es decir el arte, la voluntad y el don de plantearse con precisión los problemas, de situarlos, y tomar distancia de ellos para mejor resolverlos gracias al pensamiento…”.
Pero la información de los medios destaca: “Entre los tres documentos dados a conocer ayer en Palacio Nacional se incluye la versión definitiva del Modelo educativo para la educación obligatoria: educar para la libertad y la creatividad, en el que se precisa el nuevo planteamiento curricular, cuyos objetivos centrales son desarrollar ‘‘aprendizajes claves’’ en los alumnos a fin de que puedan ‘‘aprender a lo largo de la vida’’ y de forma progresiva. Destaca también, por ser parte de la nueva asignatura nacional, la adquisición de habilidades socioemocionales en los alumnos.
“Otro de los ejes prioritarios es el fortalecimiento de la escuela como unidad básica del sistema educativo, por lo que se busca otorgarles mayor autonomía de gestión –incluye la asignación de recursos directos a cada plantel– con el programa de Escuela al Centro; generar plantillas laborales completas y propiciar su descarga administrativa, a lo que se suman acciones transversales de inclusión y equidad y una gobernanza educativa que especifica responsabilidades a diversos actores del sistema”.
Deduzco que el miedo es a la duda, las ideas y la manera en que los mexicanos puedan aprender a pensar con el propósito de poder elegir, tomar decisiones, adquirir la facultad política y social de decir no, o simplemente aceptar lo que pudiera ser bueno.
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