* ¿Tenemos una comprensión más profunda de nuestra Constitución, de las normas legales, de la necesidad de ser congruentes con la ética y moral, si es que las preservamos como pautas para vivir en paz? Lo único que se entiende en esta nación es la autoridad y hegemonía del poder presidencial, lo demás es desechable
Gregorio Ortega Molina
De lo heredado del pasado no todo es desechable. Las normas éticas y morales -por más acedas que hoy quieren hacerlas parecer y perecer- establecen los parámetros para la armonía social y para la relación de los gobernados con las autoridades, pero la corrupción prevalece sobre los buenos propósitos.
No es un tema exclusivo de la autoridad civil. La simonía provocó un cisma religioso y, como lo hizo constatar Francisco al expulsar al cardenal Ángelo Becciu, la codicia en los seres humanos es imperecedera o, al menos, de difícil desarraigo en los usos y costumbres del ejercicio del poder.
Simonía y prevaricación pudieran ser sinónimos. Igual las togas y las sotanas pueden ser cortadas y elaboradas por el mismo sastre. Lo cierto es que los estamentos de poder del clero y civil son más parecidos de lo que deseamos aceptar.
Por eso mismo es imprescindible conservar y fortalecer las normas éticas y morales, pues de otra manera nada podrá contener un Armagedón que no deseamos anticipar: la pudrición por amor a lo que fue visto como perverso, y hoy necesitan como el aire la publicidad y la propaganda para justificar una inclusión que ni siquiera respeta las normas del lenguaje.
Hay palabras que nos definen y determinan, no pueden modificarse al libre arbitrio de los políticos para dar salida a sus necesidades de control electoral, económico y cultural.
Regresamos a Sergio Quinzio y su Mysterium Iniquitatis, con la intención de que nos quede claro lo que sucede y lo que debemos hacer para evitar la debacle ética, moral y social que arruinará totalmente un proyecto civilizatorio con futuro.
“Si se parte del presupuesto de que el curso de la historia es, en su línea de fondo, ascendente, la fe cristiana está fatalmente relegada a un pasado quizá poético, pero ingenuo y supersticioso. Se trata entonces de descubrir aquello que, de los antiguos textos venerados como sagrados y de las antiguas afirmaciones de la Iglesia, puede resultar compatible con nuestra perspectiva de hombres modernos, , con el fin de alcanzar una comprensión más profunda”.
¿Tenemos una comprensión más profunda de nuestra Constitución, de las normas legales, de la necesidad de ser congruentes con la ética y moral, si es que las preservamos como pautas para vivir en paz? Lo único que se entiende en esta nación es la autoridad y hegemonía del poder presidencial, lo demás es desechable.
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@OrtegaGregorio