* Las coordenadas están dadas, pero no lo entienden o no quieren aceptar que así es. Desde 1995, durante 5 lustros, el federalismo y el pacto fiscal se fortalecieron, y hoy quieren meter reversa. Los engranajes se romperán en el proceso
Gregorio Ortega Molina
La esencia de la República es el federalismo. La unidad de intereses de diferentes entidades, con climas diversos, recursos desiguales, pero con un mismo propósito: tener patria, sentido de pertenencia, identidad nacional en medio de la globalización y para defender los conceptos de nación y una acotada -pero digna- soberanía, en el cumplimiento de un acuerdo de libre comercio y un proyecto de integración a América del Norte.
El ágora donde se dirimen los conflictos del pacto federal y se armonizan y reforman y/o corrigen las divergencias, es el Congreso, donde senadores y diputados de ninguna manera representan exclusivamente al Poder Ejecutivo y al gobierno central, sino el cumplimiento de un mandato constitucional puntual, para defender la ley y los acuerdos fiscales que dan vida y dinamismo a ese federalismo que durante muchos años fue papel, y como consecuencia del error de diciembre y la alternancia, conquista espacios que por acuerdo legal y constitucional le pertenecen.
Para que el pacto federal funcione adecuadamente, el Poder Ejecutivo se empequeñece en la medida que los gobiernos de las entidades federativas asumen las responsabilidades que el mandato de las constituciones locales y la de la República les confieren. Corresponde al Senado vigilar que esa armonía sea constructiva. Imposible que sea perfecta donde las características de lo humano interfieren para que haya gobernabilidad.
A nuestros políticos todavía no les cae el 20, que en la medida que vendieron los activos económicos del Estado y le redujeron su tamaño y su poder, también empequeñecieron las instituciones que lo administran, fundamentalmente las federales, pero notoriamente el Poder Ejecutivo. La institución presidencial hoy es polvo de aquellos lodos.
Era parte de un proceso evolutivo que hoy desean “involucionar”. Está explicado en Persona y democracia, donde María Zambrano puntualiza: “… el hombre es un animal lujoso, constitutivamente excesivo. No tiene límite en el poder, como no tiene límite en el querer. Querer es querer algo que se ha soñado y que despierto se persigue; querer es soñar despierto y responsablemente. El ímpetu del poder hunde sus raíces en el sueño, en el sueño que es inicialmente el vivir del hombre.
“Pues cuando se llega al poder, para que su ejercicio alcance plenamente el nivel moral, es necesario deshacer este ensueño de sí mismo. Y entonces lo que se tiene que desprender es uno mismo. Se trata no de una objetivación, sino de algo mucho más difícil, de un desprendimiento.
“El que logra llegar al poder -en cualquier aspecto histórico- tiene que desprenderse de él al mismo tiempo que lo ejerce. En la medida que lo logre tendrá sustancia moral su acción. Y en esta medida, diríamos, es legítimo su poder”.
Las coordenadas están dadas, pero no lo entienden o no quieren aceptar que así es. Desde 1995, durante 5 lustros, el federalismo y el pacto fiscal se fortalecieron, y hoy quieren meter reversa. Los engranajes se romperán en el proceso.
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