* ¿Será que nuestras autoridades ya pasaron del tiempo del susto al momento del miedo, y empezarán a tomar decisiones humanas por encima de las exigencias económicas? ¿Ahora constataremos de qué están hechas?
Gregorio Ortega Molina
Es hasta ahora que descubro la distancia entre “morir de miedo” y “estar cagado del susto”. Lo comprendes cuando te cae el 20 de que eres absolutamente prescindible. Los mayores de 80 años muy bien pueden irse al caño durante la fase tres del Covid-19.
Esta decisión fue asumida primero en Italia, después en España. Le doy vueltas a esa idea casi romántica de la tercera edad y el cúmulo de sabiduría de los que han llegado a ella en santa paz anímica y sin sobresaltos económicos o de otro tipo, como la desaparición de hijos, esposas, maridos, padres… las muertes violentas de los integrantes de las familias. Afectan, sí, pero no tanto como ahora que sabes que te puede tocar a ti, que en cuanto llegues a las puertas de un hospital saturado por las víctimas de la pandemia, preguntarán tu edad y, en ese momento quedará sellado tu destino inmediato. Eres candidato a permanecer ignorado hasta por los intendentes del nosocomio.
¿Qué consideraciones han de hacerse las previsibles futuras víctimas? ¿Deben acudir ante notario para dictar su última voluntad y determinar, así, el uso de sus muchos o escasos bienes, de su acumulada supuesta sabiduría dejada en la formación de hijos y nietos, y en la avidez de sus pocos o muchos lectores? Si pertenece a una congregación religiosa, ¿debe reconciliarse con la divinidad, o desde el momento en que las pulsiones humanas abandonaron la voluntad corporal, posee templanza suficiente para armonizar el balance vital de su existencia?
Hay que merodear en torno a la palabra miedo, porque dice más del significado que los lingüistas le han otorgado, y porque debes aprender a distinguir sus verdaderas manifestaciones físicas.
El susto es pasajero, es un instante, es lo que dura el peligro. El miedo es permanente, agresivo, te transforma interiormente o modifica, de manera radical, tus relaciones personales o las laborales o las de gobierno, si oficias la responsabilidad constitucional del poder, si eres responsable de esos miles o cientos de miles mayores de 80 años cuyo destino es la muerte, de caer infectados por el Covid-19.
Pero no cualquier manera de fallecer… sino que te convierten en destinatario de una muerte segura por razones sanitarias y porque dejaste de ser productivo y tener una vida útil. Pero, ¿qué piensan esos médicos que, frente a una realidad irrevocable, han de sellar destinos sin parar mientes, sin remordimiento? ¿Y las autoridades? ¿Son estas decisiones parte de la fuerza moral descubierta por Hugo López-Gatell en el presidente constitucional de México?
¿Será que nuestras autoridades ya pasaron del tiempo del susto al momento del miedo, y empezarán a tomar decisiones humanas por encima de las exigencias económicas? ¿Ahora constataremos de qué están hechas?
El Domingo de Ramos inicia la Semana Mayor. Empiezan los verdaderos días de guardar, y encerrarnos hasta que podamos salir vivos, o nos encuentren muertos.
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@OrtegaGregorio