LOS CAPITALES
Por EDGAR GONZALEZ MARTINEZ
Nadie duda de que la debilidad del dólar es producto del desastre de las políticas comerciales y financieras de Estados Unidos. El mundo ciertamente necesita, desde hace tiempo, un nuevo orden económico, alejado del patrón oro y la influencia del dólar. Y eso es lo que está haciendo, sin saberlo, el presidente Trump. Y si bien el mundo ya iba para allá, no era ni el momento ni la forma de implementarlo. Como lo señala Consultores Internacionales, el índice dólar (DXY), que mide el valor de la divisa estadounidense frente a una cesta de seis divisas (euro, yen japonés, libra esterlina, dólar canadiense, corona sueca, franco suizo), ha caído 10.35% en lo que va del año, lo que se traduce en una disminución de la paridad frente a dichas monedas.
Si bien a mediados del mes pasado la moneda tuvo una leve recuperación, impulsada por la resolución del conflicto entre Israel e Irán, esta fue temporal. Esta situación responde a una combinación de factores entre los que destacan políticas comerciales inconsistentes, tensiones geopolíticas y conflictos internos en Estados Unidos; además de que, en algunos países ha comenzado un proceso de desdolarización. Lo anterior es relevante, dado que el dólar es la moneda de reserva mundial.
En efecto, el 2025 se ha caracterizado por una elevada incertidumbre a nivel global. Desde los primeros meses, la errática política comercial de Estados Unidos generó tensiones internacionales, situación que se agravó con el reciente conflicto bélico entre Irán e Israel. Estos acontecimientos han tenido un impacto directo en los mercados financieros, especialmente en el comportamiento de las divisas. El caso más representativo es el del dólar estadounidense, que se ha debilitado a lo largo del año.
Y ningún país está conforme con esa desaliñada política comercial y financiera, y menos aún bélica. Tal parecería que el presidente Trump, más que negociar, amenaza, poniendo en vigor aquella vieja serie conocida como “La Ley del Revolver”.
En fin, desde los acuerdos de Bretton Woods en 1944 el dólar estadounidense se consolidó como la principal moneda de reserva a nivel internacional; no obstante, en los últimos años ha comenzado un proceso de desdolarización en diversos países como estrategia para reducir la dependencia del dólar y en particular, la influencia de Estados Unidos. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la década de los 2000, alrededor del 70% de las reservas internacionales estaban denominadas en dólares; sin embargo, esta proporción ha disminuido hasta 59 % en la actualidad.
Este lunes, el presidente Donald Trump confirmó que los nuevos aranceles globales entrarán en vigor el próximo 1 de agosto, afectando directamente a países como Japón, Corea del Sur, Malasia, Kazajistán, Sudáfrica, Laos y Myanmar, con tarifas que oscilan entre el 25% y el 40%. Además, se anunció que otras 12 naciones recibirán esta semana las “cartas comerciales”, lo que ha generado inquietud en las economías emergentes que dependen del comercio bilateral con Estados Unidos. En su retórica reciente, Trump advirtió incluso que los países alineados con los BRICS podrían ser objeto de un arancel adicional del 10%, una amenaza directa al reordenamiento geoeconómico global.
A pesar de la incertidumbre internacional, la posición externa de México permanece sólida, actuando como amortiguador frente a shocks cambiarios. Entre enero y mayo, el país acumuló un superávit comercial superior a los 9.000 millones de dólares, incluyendo un excedente puntual de 1.030 millones en mayo, apoyado por un repunte en las exportaciones no petroleras. Además, las remesas alcanzaron un récord histórico de 5.700 millones de dólares en junio, lo que fortalece aún más las reservas internacionales y respalda al peso frente a presiones externas.
Precisamente, este balance macroeconómico favorable ha permitido que el peso mantenga cierta resiliencia estructural, incluso en un contexto de creciente proteccionismo global. Sin embargo, la expectativa de que México no quede exento de posibles medidas arancelarias por parte de Estados Unidos mantiene la cautela en los mercados financieros. De confirmarse sanciones comerciales o una mayor rigidez fiscal en Estados Unidos, el impacto podría transmitirse vía menor flujo de exportaciones, afectación al clima de inversión y presión sobre la balanza de pagos.
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