SENTIDO COMÚN
Gabriel García-Márquez
A finales de 2020 a iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador, senadores y diputados desaparecieron de un plumazo 109 fideicomisos entre los cuales estaba el Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales, mejor conocido como Fonden, justificando esta decisión en supuestos malos manejos de los recursos. Sin embargo, se creó en su lugar el Programa para el Fondo de Desastres Naturales que cuenta con 17,156 millones de pesos. Este programa llegó a sustituir al Fonden que se encuentra en proceso de extinción un saldo de casi 96 millones de pesos para los gastos de operación y todos los actos para su extinción final ordenada en 2021 por el propio presidente de la República.
El nuevo programa depende de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y sus recursos están etiquetados para programas y proyectos destinados a mitigar daños provocados por fenómenos naturales. En el presupuesto de egresos para el 2024 se destinarán 17,984 millones de pesos para este fin.
El nuevo Fonden convertido en programa, está asignado a la Unidad de Política y Control Presupuestario de la SHCP, que se encarga de transferir los recursos a los estados a alguna secretaría, siempre y cuando se justifiquen luego de un desastre natural como el Huracán Otis que esta semana azotó a Acapulco, dejando a su paso una terrible devastación.
EL VIEJO FONDEN
El viejo Fonden fue creado durante el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León y era operado por la Secretaría de Gobernación, que era la dependencia encargada de hacer la declaratoria de desastre natural en los estados y en el Distrito Federal, aun cuando la aplicación de los recursos se realizaba a través de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), para atender los efectos provocados por estos desastres, de manera coordinara hacían llegar los recursos a los gobiernos estatales y municipales. Para así prevenir, disminuir y combatir los efectos y contingencias provocadas por estos fenómenos naturales como son huracanes y sismos principalmente. La Sedatu se encargaba de realizar padrones de beneficiarios, para que los recursos llegaran directamente a las personas afectadas.
Año tras año en cada ejercicio fiscal el Fonden recibía aportaciones de los remanentes del ejercicio, con una asignación presupuestal, donaciones y rendimientos. Recursos que eran manejados a través de un comité técnico, mediante reglas de operación con que se controlaba el reparto del dinero después de los desastres del momento.
El Fonden funcionó muy bien durante los gobiernos de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón e incluso Enrique Peña Nieto; sin embargo, a la llegada de Andrés Manuel López Obrador, lo calificó como un instrumento plagado de corrupción, porque según el presidente al declarar una zona de desastre se autorizaban comprar masivas sin control y se hacían obras sin licitación alguna, transfiriendo recursos del gobierno federal a los estados que hacían lo que querían con este dinero. Lo mismo si había una sequía, una inundación o cualquier otro tipo de desastre, pero este dinero no le llegaba a la gente, afirmaba el presidente. Por esto decretó su extinción, en vez de corregir los errores y mejorar su funcionamiento, señalando a los responsables. Así que en adelante con el nuevo Fonden convertido en Programa, Hacienda manejaría los recursos cuando se requirieran y si el dinero no alcanzara simplemente se procedería a ampliar el presupuesto de las dependencias que lo necesitaran. Así de fácil. Así no habría corrupción.
LA DESOLACIÓN DE ACAPULCO
Actualmente con el nuevo programa Fonden el gobierno federal opera otros dos mecanismos como son una póliza de seguro para catástrofes, con una suma asegurada de 5 mil millones de pesos, etiquetados para el sector salud, daños a carreteras, centros educativos, infraestructura hidráulica y vivienda. El segundo mecanismo es un bono para catástrofes con una cobertura de 485 millones de DÓLARES y que se activa de acuerdo con el nivel de severidad en el paso de huracanes y terremotos, que por cierto acaba de ser activado para sufragar los daños del huracán Otis en el estado de Guerrero, donde hasta ahora ha brillado por su ausencia tanto Protección Civil como la propia gobernadora del estado de Guerrero, Evelyn Salgado, que hasta ahora no ha dado la cara, mejor fue el presidente de la República, aun cuando tuvo una serie de obstáculos que salvar para llegar a constatar los daños tan graves que dejó Otis.
Ahora a Acapulco le tocará vivir lo peor, porque durante la temporada dorada que se aproxima y que siempre les beneficia, no habrá forma de recibir a los turistas y pocos serán quienes se atrevan a ir en la temporada decembrina a visitar el maravilloso puerto de Acapulco. Así de grave es la devastación que dejó Otis y la desolación en que dejará al turismo el Nuevo Programa del Fonden.