EL SONIDO Y LA FURIA
MARTÍN CASILLAS DE ALBA
Cortina de Humberto Spíndola que da al jardín. (Foto: Isela Muñoz).
Ciudad de México, sábado 1 de febrero, 2020. – El suspenso que existe antes que se levante la cortina o el telón, es parte del misterio implícito en las artes escénicas, tal vez por eso el título de la película de Alfred Hitchcock Cortina rasgada (1966) sirvió para nombrar a la exposición que hoy se inaugura en la Casa Luis Barragán con obras de dos artistas de dos generaciones: los telones de Jesús “Chucho” Reyes Ferreira (1888-1977) y las cortinas de Humberto Spíndola (1950-), artistas que se reúnen una vez más a través del arte del papel, para mostrarnos, cada quien a su manera, lo que sucede detrás de una cortina rasgada o sin rasgar.
El juego y la gracia de los papeles de Chucho Reyes contrastan con el minimalismo y la estética de Humberto Spíndola con unas cortinas de papel y un diseño geométrico para que cumplan su función: lograr una cierta serenidad en la intimidad del espacio, al tiempo que logra aislarnos del exterior para gozar del espacio con una luz amaestrada, apaciguada, que no golpea desnuda ni deslumbra todo eso que toca.
Amansada, la recibimos de tal manera que hace del espacio algo apacible y habitable para que lo podamos disfrutar sin tener que huir despavoridos, logrando, de esta manera, eso que desea Humberto: una cierta serenidad.
Producto de la investigación y desarrollo que inició hace años, Humberto Spíndola expone una muestra de lo que ha logrado hacer para controlar la luz, ahora con unas cortinas de papel que nos sorprende los efectos que logra.
Contrasta con los telones de Chucho Reyes que se exponen, como aquellos que hizo sobre papel de china, donde anunciaba en alguno de ellos que daba “principio la fiesta del color”, entre los miles de papeles de china con gallos y cristos que hizo este hombre, amigo y asesor de Barragán quien, lo reconoció durante la entrega del premio Pritzker y le rindió un sensible homenaje “a un gran amigo que con su infalible buen gusto estético fue maestro en ese difícil arte de ver con inocencia.
Aludo al pintor Jesús (Chucho) Reyes Ferreira a quien tanto me complace traer aquí la oportunidad de reconocerle públicamente la deuda que contraje con él por sus sabias enseñanzas.”
La propuesta de Humberto Spíndola es novedosa y práctica: usa un papel con un diseño geométrico y en algunos de ellos dejando un hueco, para montarlas con cuidado para que funcionen tal cual, como una cortina que deja pasar una luz de manera amable como se supone que fue creada.
Tantos años de jugar con el papel como los que lleva Humberto hace que ocupe, sin duda alguna, el primer lugar en el arte y manejo de este material en México.
Inquieto, busca nuevas formas, diseños y propuestas minimalistas que resulten en algo novedoso, en ciertas aplicaciones apropiadas como han sido estas que cortinas que bien merecen nuestra atención: la delicadeza y fortaleza del papel, los diseños de cada hoja, todo para que resulte una forma más en la defensa de ese territorio que habitamos y que deseamos vivir con cierta privacidad como esa que deseamos tener en la intimidad cuando la luz se sublima una vez que ha sido atemperada en esos tonos bajos que, a la vez, producen una cierta alegría de vivir, para que nos sintamos cómodos en el espacio amablemente iluminado.
Dice Spíndola que con estas cortinas apoya la idea de convertir el espacio en esa serenidad de la que hablaba Barragán, que bien sabía era el antídoto contra la angustia y el temor, de tal manera que la habitación del hombre, decía Barragan, debería de propiciarla y por eso es “al arquitecto a quien le toca anunciar en su obra el evangelio de la serenidad”.
Las cortinas de Spíndola la provocan en estas modestas obras de arte en donde la luz se transforma y el misterio se descubre para alentar una cierta alegría de vivir, resultado de esa luz que cruza sus cortinas de papel.