Firma, del latín firmare; asegurar, volver sólido, inamovible, fuerte. A su vez firmare procede del latín firmus y su raíz indoeuropea que implica sujetar. Así una firma es la manifestación gráfica que determina identidad, acuerdo, propósito o rendición entre dos partes o individuos, a veces con fines jurídicos o sólo reconocimiento, la firma establece siempre un sentido de formalidad a la voluntad y compromiso de un individuo.
A través de la historia humana los acuerdos entre personas se han expresado de diversas maneras, desde el intercambio de valores, hasta la sumisión total pasando por la palabra empeñada, la reputación y el honor, incluso entre ladrones, llegando a ser representación simbólica escrita de una personalidad.
Pero la realidad no deja lugar a dudas, tales acuerdos, sin firma o con ella, para ser justos a ambas partes estas requiern ser equivalentes y de no serlo contar con el arbitrio de un tercer actor imparcial y/o un código o norma aceptado, de otra manera un acuerdo siempre será imposición o engaño.
¿Cuántos acuerdos en la historia se han visto demarcados por firmantes para reconocerse después como rotundos fracasos o colosales manipulaciones?..
Remontémonos a la historia de la colonización del medio oeste norteamericano, en donde el hombre blanco establecía convenios con las tribus endémicas para, en principio, concertar la paz entre dos pueblos e inmediatamente después cometer genocidios al desconocer tales acuerdos y apropiarse del territorio, los famosos acuerdos rituales de los indios norteamericanos con las famosas pipas de la paz fueron el principio de pactos que se quebrantaban eventualmente para sorpresa y desdicha de las honorables etnias originarias de las llanuras ante la ambición desmedida de europeos siempre muy observadores de la palabra de Dios, eso si.
¿O qué tal aquellos acuerdos firmados por el Reino Católico de Castilla para el ejercicio de sus emisarios en las tierras recién descubiertas y adjudicadas graciosamente por las bulas alejandrinas? la famosa fórmula del “obedézcase pero no se cumpla” que cobijó la “leyenda negra del virreinato de la Nueva España”, salvaguardado el arbitrio y autoridad de los reyes, papado e Iglesia ante abusos y crímenes de los conquistadores e inquisidores contra los pueblos indígenas.
Muchos otros ejemplos han tenido el mismo resultado, acuerdos que se firman con mucha solemnidad y que son desconocidos mucho antes de que la tinta de la rúbrica haya secado.
Porque, reitero, para que un pacto se cumpla en justicia es necesario la equidad de las dos partes y/o la intervención de un árbitro o ente que regule la aplicación de una ley aceptada por las partes.
Tenemos otro ejemplo en el tratado de Versalles, un tratado de paz que fue ostensiblemente aprovechado y explotado de manera unilateral por los países “vencedores” de la primera guerra mundial e indignante, vergonzoso y alevoso para los pueblos, que no los gobiernos, de los países vencidos, tal tratado “firmado” por ambas partes y sus gobiernos (no por sus pueblos) en desiguales condiciones, vencidos y vencedores, fue el origen de la eventual continuación de la guerra, llamada eufemísticamente segunda guerra mundial.
En épocas más recientes contamos con miles de ejemplos del verdadero respeto dispensado a las firmas en los pactos, los tratados de no proliferación de armas nucleares, los tratados en contra de la tortura y derechos humanos, los tratados en contra de la discriminación y abuso de minorías, e interminables tratados y acuerdos que son firmados con gran pompa y boato para ser consistentemente desatendidos y quebrantados, ¿la razón? siempre es la misma, la falta de compromiso, representatividad real y ausencia total de herramientas de obligatoriedad imparciales como la ética, equidad…justicia.
Un último infausto ejemplo de esto fue el “Pacto por México” un pacto o acuerdo ¡firmado! por figuras que no representaban más que intereses ajenos al bienestar social, un pacto comprometido con la oligarquía y el mercado, evidentemente un pacto que nunca se aplicó pensando en la igualdad, equidad, bienestar, soberanía y justicia de un pueblo, un pacto firmado ante la total corrupción judicial, legislativa y ejecutiva de un estado avalado con carta poder dispensada por un pueblo obnubilado.
Este pacto se celebró y firmó ante una buena parte de la ciudadanía consciente en contra, resultando lo que se esperaba, un fracaso social y un triunfo de los poderes empresariales que sólo representan una mínima parte de un pueblo sobajado, engañado, ignorante e indolente.
Porque al final todos estos acuerdos y pactos son un engaño para disfrazar la voracidad y ambición de personajes que quieren evadir responsabilidades, obligaciones, justicia y compromisos ya establecidos por un pueblo y su gobierno… su constitución.
Tan claro y evidente es que los acuerdos o pactos civiles son insuficientes e inservibles si no hay una correcta y expresa observación y aplicación de la ley consagrada en la constitución, ¿firmar un pacto sujetándolo a la resolución de leyes corrompidas y sus autores?..
¿Para qué sirve firmar un pacto si quienes firman son corruptores de las leyes, jueces y parte? para nada en absoluto, porque los pactos en un marco jurídico corrompido son demagogia diáfana.
Y el hecho de que personajes representativos de la vida social y política, circunstancia muy diferente a representantes de la sociedad, firmen un acuerdo o acuerdos no tiene mayor importancia que la publicidad y mercadeo en beneficio de farsas como son el voto, las elecciones, los partidos, el INE, y demás partes de este sistema electoral pútrido embebido de una democracia fraudulenta.
Porque desde un “te lo firmo y te lo cumplo” hasta un “firme usted abajo de las letras chiquitas”, la importancia de una firma depende de la honorabilidad, honestidad, responsabilidad, virtud, congruencia, conocimiento, cabalidad, pero sobre todo consciencia del firmante ante una justicia que le ampara.
Finalmente creer que firmar un pacto hoy es garantía de cumplimiento mañana es, ha sido y será un engañifa digna de un estado fracasado, omiso, falaz, oprimido… inexistente como es el pseudo estado mexicano. Y hasta no establecer un verdadero marco jurídico libre y soberano seguirán haciéndose pendejos firmando pactos, tratados y acuerdos.
-Victor Roccas