Por José Alberto Sánchez Nava
“Un gobierno que te vigila sin orden judicial no es un Estado democrático; es un régimen de sospecha, coerción y miedo.”
1.- Introducción: Un Día Cualquiera en la Cárcel Digital
Imagina tu rutina. Envías un mensaje de WhatsApp para coordinar una reunión de trabajo. Usas el GPS para encontrar la dirección de un nuevo restaurante. Llamas a tu pareja para decirle que vas de regreso a casa. Actos cotidianos, privados, tuyos. Ahora, imagina que cada uno de esos pasos, cada ubicación y cada llamada, es registrado en tiempo real por una entidad gubernamental anónima, sin que hayas cometido delito alguno y, lo más grave, sin que un juez lo haya autorizado.
No es una distopía de ciencia ficción. Es la realidad que el Congreso, liderado por Morena y sus aliados, ha impuesto con la aprobación de la llamada “Ley Espía”. Con esta nueva Ley en Materia de Telecomunicaciones y Radiodifusión y al Código Nacional de Procedimientos Penales, se ha demolido el muro que protegía nuestra privacidad, dejándonos a todos en una celda digital a cielo abierto.
2.- El Verdadero Peligro: Tu Vida en Bandeja de Plata
La ley faculta a cualquier “autoridad competente” a exigir a las empresas de telecomunicaciones la geolocalización en tiempo real de cualquier dispositivo. No se necesita una investigación en curso, ni la sospecha fundada de un delito. Tu simple existencia te convierte en un objetivo potencial.
Pero, ¿qué significa esto en un país como México?
- Para el ciudadano común: ¿Recuerdas las llamadas de extorsión desde un penal? Ahora los delincuentes no necesitarán suerte. Si un funcionario corrupto tiene acceso a estas bases de datos, podrá vender tu ubicación exacta al mejor postor. Una discusión en redes sociales con un político local podría transformarse en una visita intimidatoria en tu propia casa.
- Para el activista o periodista: ¿Investigas un caso de corrupción municipal? ¿Organizaste una marcha para defender el medio ambiente? El gobierno sabrá dónde te reúnes, con quiénes hablas y cuáles son tus rutas habituales. Silenciarte ya no requerirá complejas operaciones de inteligencia, sino una simple consulta a una base de datos. Se legaliza la persecución de la disidencia.
Esta ley no es una herramienta contra el crimen; es un regalo para él. El Estado, que debería protegernos, se convierte en el principal proveedor de información para quienes buscan dañarnos, concentrando nuestros datos más sensibles y dejándolos vulnerables a la filtración y la corrupción que carcome a nuestras instituciones.
- La Sentencia de Muerte para la Confianza y la Inversión
El mensaje que México envía al mundo es devastador. ¿Qué inversionista extranjero querrá traer su capital a un país donde sus comunicaciones no son seguras?
Pensemos en una empresa que negocia un contrato multimillonario. Con esta ley:
- Las ubicaciones de sus ejecutivos pueden ser rastreadas.
- Las estrategias discutidas por teléfono o mensaje pueden ser inferidas.
- La confidencialidad de sus operaciones, secretos industriales y datos fiscales queda expuesta a cualquier autoridad, sin el filtro de un poder judicial independiente.
México no se presenta como un destino de inversión, sino como un campo minado donde la privacidad es una ficción y la seguridad jurídica, una broma de mal gusto. Se fomenta un entorno de desconfianza que ahuyenta el capital, aniquila la competitividad y nos etiqueta como un Estado fallido en su función más básica: garantizar certeza.
- La Traición a la Constitución y a los Derechos Humanos
Esta legislación no es solo una mala política pública, es una violación flagrante y directa de nuestro pacto social.
- Violación al Artículo 16 Constitucional: Este es el corazón de nuestra privacidad. Establece claramente que las comunicaciones privadas son inviolables y que cualquier intervención requiere una orden judicial emitida por una autoridad competente que fundamente y motive la causa legal del procedimiento. La “Ley Espía” dinamita este pilar, sustituyendo a un juez por la discrecionalidad de un burócrata.
- Violación al Artículo 1° Constitucional: Este artículo obliga a todas las autoridades a promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos. Al legalizar el espionaje masivo, el Estado pasa de ser garante a ser la principal amenaza. Se viola el derecho a la privacidad, la libertad de expresión (por el “efecto inhibidor” que genera la vigilancia), la protección de datos personales y la presunción de inocencia.
- Desacato a Tratados Internacionales: México ignora sus compromisos con la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que consagran la privacidad como un derecho fundamental.
El andamiaje legal ya era preocupante. Desde 2014, el Código Nacional de Procedimientos Penales permitía la geolocalización sin orden judicial en casos muy específicos, una medida que la Suprema Corte validó con estrictas limitaciones. Hoy, esas limitaciones han sido borradas, creando un sistema de espionaje institucionalizado perfecto para un régimen con tendencias autoritarias.
5.- Conclusión: La Reflexión Urgente, ¿Quién nos Vigila del Vigilante?
No nos equivoquemos. Esto no es sobre seguridad, es sobre control. No busca proteger al ciudadano, sino someterlo. Busca intimidar a quien denuncia, acallar a quien critica y monitorear a quien piensa diferente.
Cuando el Estado adopta las tácticas de una organización criminal —vigilancia, seguimiento, intimidación—, la línea que separa a gobernantes y delincuentes se desvanece peligrosamente.
Cada vez que uses tu teléfono, pregúntate: ¿Quién está escuchando? ¿Quién está mirando? Y, sobre todo, ¿en qué momento permitimos que nuestra libertad se convirtiera en la moneda de cambio para una falsa promesa de seguridad?
La “Ley Espía” no es una ley; es una sentencia. Una que nos condena a vivir en un estado de vulnerabilidad permanente, donde el mayor riesgo no está en la calle, sino en el gobierno que juró protegernos. Y cuando el Estado tiene toda la información sin ninguna limitación, el ciudadano no pierde un derecho, lo pierde todo.
Es esto lo que queremos para nuestros hijos y nietos?