Con toda intención se reproducen los dos últimos párrafos de la Parte 1.
El primer paso metodológico es determinar los riesgos y amenazas (FODA) de cada contexto geográfico; de allí, la necesidad de precisar las variables que en su conjunto conformen y determinen las vulnerabilidades, a partir de las cuales se establecerán los diagnósticos situacionales para la implementación e instrumentación de las políticas, estrategias y líneas de acción en la prevención y mitigación de desastres.
El éxito de la estrategia de la prevención de desastres dependerá de su congruencia con las condiciones de la vulnerabilidad local; más sin embargo, estas condiciones por sí mismas son inestables debido a que las medidas de prevención y auxilio en desastres resultan inapropiadas en esa coyuntura, debiendo ser constantemente cuestionadas, evaluadas y rediseñadas en nuevas matrices, según los cambios en su propia vulnerabilidad, como podría ser el cambio del uso del suelo, haciendo énfasis en la prevención para el manejo adecuado de los desastres como un proceso administrativo y no como un simple programa populista con fines políticos.
MARCO EMPÍRICO
Algunas medidas ex – post a la ocurrencia de un desastre:
• La realización de estudios técnicos–científicos de ocurrencia en desastres, elaborados con la información disponible, sin soslayar la asistencia histórica y estadística colectiva del centro de población o la comunidad en la ocurrencia y/o recurrencia del fenómeno en la localidad.
• La promoción y desarrollo de los Sistemas de Información Geográfica SIG (Atlas de Riesgos) en la detección, análisis y evaluación de riesgos para la previsión, prevención, preparación y reacción ante los agentes perturbadores y su manejo operativo en una eventual contingencia (Manejo de Crisis y Control de Daños).
• El contacto, establecimiento y fortalecimiento de relaciones con expertos multidisciplinarios involucrados en la consultoría/asesoría adecuada a los responsables de elaborar los planes, programas y proyectos del desarrollo urbano y regional.
• La construcción y/o reconstrucción de obras públicas o adecuaciones complementarias con la aplicación de tecnología para la minimización de las amenazas, riesgos y vulnerabilidades, susceptibles de aplicación en la localidad.
• El establecimiento y vigilancia irrestrictos en la aplicación de la normatividad de protección ecológica que impida la erosión de suelos, la deforestación de bosques, la contaminación de cuerpos y mantos acuíferos, así como las condiciones bioclimáticas de la localidad.
• La promoción y fomento de vinculación a formas de organización social y su activa participación para el establecimiento del monitoreo permanente y seguimiento de los programas de prevención, mitigación y recuperación como parte de la cultura de la autoprotección.
• La prevención para la mitigación de desastres es una variable que no debe ser considerada como un apéndice en los Programas de Desarrollo Urbano o Regionales, sino que deberá ser parte sustantiva de ellos en la previsión y prevención de riesgos ante fenómenos naturales o antropogénicos que alteren el desarrollo de la localidad.
• La voluntad política juega un papel prioritario en la toma de decisiones del desarrollo urbano y regional existentes para su realización, en conjunción con el conocimiento más amplio posible sobre las condiciones del medio ambiente, las necesidades propias de la localidad y las alternativas que se presenten a ésta en la inducción y solución de medidas de autoprotección.
• El caos político, económico, social y organizacional que conlleva una mala administración para el óptimo funcionamiento de una ciudad o país provocan que el gobierno y la sociedad pierdan de vista los factores de amenaza, riesgo y vulnerabilidad ante los fenómenos de desastres naturales y aún más los antropogénicos, como son los movimientos antisociales o disruptivos, inducidos o provocados por múltiples factores y actores.
• La definición de metodología del desarrollo (*) y consecuente evaluación de planes y proyectos de desarrollo, con el valor agregado de la seguridad ciudadana a los mismos.
(*) En este rubro se pretende realizar el análisis exhaustivo de cada etapa que comprende la metodología del desarrollo, desde la perspectiva de la detección, análisis y evaluación del riesgo y del impacto consecuencial en la reducción de las primas de reaseguro, ya que en este sentido surge la interrogante siguiente:
¿Son previstos los patrones de vulnerabilidad ante la toma de decisiones de los servidores públicos?
• Es necesaria la comparación de modelos de administración urbana en países con diversas formas y niveles de organización social para la determinación de patrones para la toma de decisiones y administración de riesgos reflejada en la cultura de la autoprotección y verificar que la vulnerabilidad no se incremente y que el modelo de desarrollo no contenga elementos que provoquen encadenamiento de calamidades que generen un desastre.
• El establecimiento del contacto, diálogo, vinculación y activa participación con la comunidad afectada o que se pretenda beneficiar con un programa o proyecto de desarrollo e inversión pública durante todas las etapas de la planeación, construcción o reconstrucción, según sea el caso.
Existen yuxtaposiciones que desde la óptica que los servidores públicos tienen acerca de los factores de amenaza, riesgo y vulnerabilidad contrastando con la visión de la población, ya que su opinión casi siempre es soslayada para la elaboración de programas que se pretenden realizar, siendo esta una de las principales razones por las cuales dichos programas no se traducen en mejoras sustanciales para las comunidades.
Para el logro de metas y objetivos en los patrones de desarrollo, se proponen a consideración los puntos siguientes:
En primer lugar, resultaría difícil la evaluación de la normatividad considerada en los proyectos de desarrollo, teniendo en cuenta la anarquía que impera en los usos del suelo y su correlación con actos de corrupción por la omisión en la observancia de la normatividad, provocando el rediseño de programas con estudios y modelos acordes a la realidad del diseño original.
Con frecuencia es observada la poca racionalidad en la vocación natural del uso del suelo encontrándose en una sola manzana construcciones de uso habitacional, comercial y servicios (Ej.: gasolinera junto a una escuela u hospital); lo cual aparte de ser una incongruencia urbana, resulta sumamente riesgoso y casi siempre letal.
En segundo lugar, nos representa un serio desafío como planificadores del desarrollo urbano la insistencia en controversias previas con los servidores públicos y desarrolladores inmobiliarios, directa o indirectamente involucrados en los proyectos en la implementación de medidas preventivas establecidas desde la concepción misma del proyecto (CPTED), en donde a pesar de que dicho debate pudiese provocar retrasos, cambios y hasta la suspensión del proyecto mismo, debido a la ética con la que deba actuarse ante la población susceptible del beneficio gubernamental o privado.
La población no debe ser solamente vista como un segmento consumidor, pasivo e ignorante de los planes, programas o proyectos desarrollados para su beneficio como un simple gesto paternalista del Estado a través de sus gobernantes, sino deberían ser parte activa desde la gestación, formulación e implementación de las políticas públicas para la construcción de obras y servicios.
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